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Germán Muñoz

Melani Trejo no llegó a cumplir 30 años, pero se dio tiempo para tener una hija y amar a su familia. Cuando la mataron tenía planes para remodelar la casa en Tres Marías que compartía con su padre y su pequeña, por quien tuvo que abandonar sus estudios en el Conalep No. 01 en la Ciudad de México.

Hace poco menos de un año a Melani Trejo la asesinaron frente a esa casa en el municipio de Huitzilac. Le dispararon seis tiros a quemarropa mientras permanecía al interior del vehículo en el que su amigo Cristopher Mondragón la llevó a su casa después de cenar juntos, y a quien conocía desde la secundaria. Cristopher era conocido en Tres Marías por amenizar fiestas y reuniones pues era cantante y, a diferencia de Melani, él nació, creció y murió en Huitzilac.

Quizá no se dieron cuenta cuando llegó una Cherokee roja que se apostó cerca, pero fue demasiado tarde cuando vieron el cañón de la pistola 9 milímetros cerca del rostro de Cristopher.

En la casa, el padre de Melani, quien había decidido regresar a Morelos aquel fin de semana en lugar de permanecer en la Ciudad de México, en donde siempre se ha dedicado realizartrabajos de mantenimiento para particulares, ya se había dormido pero lo despertaron gritos inconexos que no alcanzó a distinguir. Cuando salió a la calle vio al atacante cuando le disparaba a su hija a boca jarro. Lo reconoció de inmediato.

Sin creer lo que sucedía, Ángel Trejo regresó a su casa y trató de comunicarse con Melani, quien tenía sincronizado su celular con la tableta que usaba habitualmente y el timbre resonó escandalosamente a unos metros de su casa. Ángel se petrificó. Todavía alcanzó a escuchar portazos de varios vehículos y cuando salió, vio al atacante subir a su camioneta Cherokee roja y huir del lugar.

Un vecino también había escuchado el alboroto y llamó a la policía municipal.

Los policías llegaron pronto a la casa de Ángel, pero le dijeron que no podían hacer nada, ni siquiera intentar perseguir a la camioneta, le informaron que tenían que notificar a sus superiores y se retiraron del sitio.

Ángel permanecía en la calle cuando escuchó varios vehículos que se aproximaban. Regresó al interior y desde ahí pudo comprobar que la Cherokee roja había regresado.

“¿En dónde está?” preguntaban varias voces que alcanzaba a escuchar Ángel desde el interior de su domicilio, junto con el estruendo de azotones de puertas de por lo menos tres vehículos. Algo buscaban. “¿En dónde está?”, continuaban preguntando, mientras los sorprendía el alba. Se les hizo tan tarde que cuando se fueron, al amanecer, olvidaron un botellón de gasolina con la que habían rociado el vehículo de Cristopher sin prenderle fuego.

La mucha suerte de Ángel

Ángel Trejo vio como mataban a su hija a tan solo unos metros de distancia, pero nadie reparó en él, y ya estaba en el interior de su casa cuando los atacantes regresaron a buscar algo desconocido.

“Si me hubieran visto, no estaría vivo”, asegura a La Jornada Morelos. 

Pero su suerte no acabó ahí. En la misma funeraria de Tres Marías en donde intentó arreglar el funeral de Melani, le recomendaron que no hiciera la ceremonia en el lugar y que tampoco enterrara a su hija ahí. “En cuanto lo vean por ahí, en el funeral o en el sepelio -le advirtieron- le van a meter un tiro, mejor váyase”.

Y lo hizo, después de las diligencias con la ley, Ángel decidió permanecer lejos de Tres Marías, en donde había podido comprarse una casa después de mucho tiempo. 

Pero en esa casa lo empezaron a buscar desconocidos. “Te aviso cuando llegue” dijo un motociclista a su celular después de pasearse por varias horas alrededor del domicilio, según le dijo a Ángel un conocido.

Pocos días después, mientras cumplía una diligencia en la Fiscalía, en Cuernavaca, le dijeron que “unos agentes de la FGE” lo habían ido a buscar a su casa, iban armados, viajaban en un vehículo gris y ellos mismos se habían identificado como agentes de la Fiscalía cuando preguntaron a los vecinos si habían visto al papá de Melani. En la Fiscalía le confirmaron a Ángel, ese mismo día, que no habían mandado a buscarlo y que no tenían registrado ningún auto oficial color gris.

Es claro. No buscan al padre de Melani, sino al testigo presencial de dos asesinatos.

Pero Ángel debe su suerte no al azar, sino que nunca regresó a su casa en Tres Marías tras la advertencia en la funeraria. Ahí dejó su ropa, la comida en el refrigerador y los recuerdos de Melani. “No podría ver eso otra vez”, nos dice, pero a Ángel Trejo ya no se le quiebra la voz aunque el dolor es profundo, no tiene miedo por su vida: esa ya la ha perdido varias veces. Ahora lo que busca es justicia.

Primo de El Diablo

La madre biológica de Melani, como la familia de Cristopher, prefiere conservarse fuera de escena. Saben que es muy peligroso hablar de la familia de quienes apuntan a ser como los principales responsables de sus ausencias.

El principal sospechoso del caso de Melani, a quien acaban de detener en la Ciudad de México, es primo hermano de “El Diablo”, uno de los sospechosos del asesinato múltiple en Tres Marías, en donde perdieron la vida dos miembros del Instituto Nacional de Salud Pública, y quien, aunque fue detenido, hoy goza de libertad pues las pruebas que se aportaron por la Fiscalía fueron consideradas ilegales por un juez.

Según algunos testigos, la propia madre del inculpado -tía de “El Diablo”-, ha acudido a las diligencias de ley con el aplomo de quien ya sabe el final de la película, siempre acompañada por seis individuos que no dejan de mirar al padre de Melani y a quien esté cerca de él y por los que la Fiscalía, previsora, pidió refuerzos en la pasada audiencia del sábado, cuando se formalizó la detención del inculpado.

Por alguna razón, Ángel Trejo aún tiene confianza en la justicia, a pesar de que tras diez meses de pretextos de la Fiscalía de Morelos, la justicia de la Ciudad de México detuvo al principal sospechoso del feminicidio de Melani.

“Toda la policía de Huitzilac esta comprada. Ellos nunca lo iban a arrestar. Dos días después de la muerte de Melani, él se paseaba por Tres Marías comiendo tamales, como si lo que hizo fuera una gracia”. Todos en Huitzilac lo sabían y algunos le informaban de las apariciones públicas del inculpado y Ángel se las trasmitía inmediatamente al personal de la FGE, que invariablemente, desestimó los avisos, a pesar de haber dictado orden de búsqueda y de haber difundido la fotografía del sospechoso pidiendo información. 

Así, el principal inculpado y ahora detenido, se paseaba sin ningún temor por el municipio y seguía en sus negocios sin que nadie lo molestara. Hasta que se le ocurrió ir a la Ciudad de México, en donde lo identificaron y lo detuvieron.

Ahora no le queda más remedio a la Fiscalía de Morelos que procesarlo. No tiene mérito alguno en su detención y no hubo ninguna especie de “colaboración” o “acción coordinada”; en la Ciudad de México se detuvo al presunto feminicida de Melani porque así se había reportado, sin apoyo alguno de la Fiscalía de Morelos, la cual siempre supo en dónde acostumbraba a comer tamales su principal sospechoso.

La FGE incluso conoció que dos días después del crimen, el sospechoso se había amparado y copia de ese recurso legal -que finalmente no prosperó- obraba en la carpeta de investigación, y en la copia que de ella le dieron a Ángel.

Melani y el inculpado

Melani y el inculpado fueron pareja formal durante tres meses. Ella les dijo a sus padres que él se dedicaba “a la madera”, lo que podría significar desde carpintería hasta tala clandestina. Él buscó formalizar de alguna forma su relación con Melani y familiarizarse con Ángel y su familia, pero éste siempre rehuyó este tipo de familiaridad: nunca se sintieron parte de la comunidad. Ni él ni su familia eran de Huitzilac, y no les interesaba serlo, vivían en Tres Marías pero su vida se desarrollaba en la Ciudad de México.

Aun así, Ángel nunca se sintió inseguro, ni siquiera cuando regresaba a casa en la madrugada y tenía que recorrer a pie más del kilómetro que hay entre el primer puente de Tres Marías y su domicilio.

La esposa de Ángel

La actual esposa de Ángel Trejo convivió con Melani una década. Jaqueline conoció a Melani quizá mejor que su madre. Ella fue la fuerza que concitó el movimiento civil de indignación por la impunidad en el caso de Melani, siempre encontró fortaleza en grupos de activistas a favor de los derechos de las mujeres y en contra de los feminicidios y su impunidad.

Ahora, ella es una activista también y está consciente de que los desaparecidos y los fallecidos también tienen derechos y hasta voz: la de la gente que los busca o pide justicia. Así, dice la esposa de Ángel, ellos son la nueva voz de Melani y,por ella, van a insistir en que se haga justicia.

La esposa de Ángel Trejo desea que se reconozca a su marido como lo que es: un padre de familia que ama a sus hijos y un gran luchador por ellos. Sirva esta mención en reconocimiento de ambos.

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