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Raúl Silva de la Mora

El siete de junio de 2022, hace poco más de un año, la escritora ucraniana Victoria Amelina divulgó en su cuenta de Twitter: Soy yo quien aparece en esta fotografía. Una escritora ucraniana. En mi bolso se ven las imágenes de grandes poetas ucranianos. Yo bien podría estar fotografiando libros, arte y a mi hijo pequeño. Pero lo que hago es documentar los crímenes de guerra de Rusia y escucho el sonido de los bombardeos, no poemas. ¿Por qué? #StopRussiaNow.

Victoria Amelina pudo haber escapado del horror de la guerra, pero decidió no hacerlo. Esa elección, donde el pulso oscilante de la vida y la muerte estaba latente, fue un desafío en nombre de la memoria. Cuando el ejército ruso invadió su país, Amelina abandonó el mundo de la ficción literaria, una pasión que la llevó a escribir dos novelas y varios libros de literatura infantil, para documentar los crímenes de guerra, las violaciones a los derechos humanos y la destrucción de la cultura, a través de Truth Hounds (cazadores de la verdad), una iniciativa respaldada por numerosas organizaciones de derechos humanos y medios de comunicación de todo el planeta.

El martes 27 de junio, Victoria comía pizza en el restorán Ria Lounge, de Kramastorsk, Ucrania, en compañía de una delegación de escritores y periodistas colombianos, cuando un ataque con misiles rusos impactó el lugar. Como consecuencia, 60 personas resultaron heridas y 13 murieron, una de ellas Victoria Amelina. Truth Hounds y la organización internacional de escritores PEN, en su capítulo de Ucrania, denunciaron y documentaron esta acción como un nuevo crimen de guerra. El poeta irlandés, Paul Muldoon escribió: Seamos claros. Esto no fue un accidente. El tipo de misil utilizado en este ataque es mortalmente preciso. Era un objetivo civil y representa un indudable crimen de guerra.

Victoria Amelina tenía 37 años. Nació el primero de enero de 1986 en Leópolis. Una de sus amigas, Oleksandra Slavkovka, la recordó así: Se veía raro verte a ti, una intelectual dulce e increíble, llevando un chaleco antibalas. No eras un soldado y yo pensaba que nada podía pasarte porque lo único que estabas haciendo era mostrarle al mundo lo que le estaba sucediendo a nuestro país.

Desde el principio de la invasión rusa a Ucrania, Amelina comenzó a documentar la barbarie del ejército de Putin en los territorios desocupados de las zonas oriental, meridional y septentrional de Ucrania, en particular en Kapytolivka, cerca de Izyum, donde los rusos secuestraron a su amigo y colega, el poeta Volodymyr Vakulenko. Lo torturaron y le dieron dos tiros, para luego enterrarlo en una fosa común. Victoria Amelina siguió de cerca esa historia y colaboró para encontrar el diario de guerra que escribió Vakulenko, un testimonio de la resistencia.

Cuando le preguntaron cómo le hacía para enfrentarse al tremendo impacto emocional que producía el ser una testigo de tantas atrocidades, Victoria Amelina respondió con serenidad: nos abrazamos mucho.

Su elección, al quedarse en Ucrania y asumir ese acto valeroso que significa la construcción de una memoria, quedó cristalizada en un libro aún inédito: War and Justice Diary: Looking at Women Looking at War (Diario de Guerra y justicia: una mirada a las mujeres que miran la guerra).

Ocho años antes de la invasión rusa a Ucrania, Victoria Amelina publicó en 2014 su primera novela, Синдром листопаду (El síndrome de noviembre), que fue considerada entre los diez mejores libros de su país. En 2017 apareció su segunda novela Дім для Дома, donde el narrador es un perro que nos cuenta las venturas y desventuras de una familia ruso-ucraniana que se esfuerza por adaptarse a lo que significó el derrumbe de la Unión Sovietica. En ese hogar, al perro Dom es al único que le tiene sin cuidado donde nacen las personas. Un hogar para Dom, que obtuvo el Joseph Conrad Literary Prize, es la primera obra de Victoria Amelina traducida al español, y fue publicada recientemente en España por Avizor Ediciones: Quería contar las dificultades a las que se enfrenta nuestro país luego de tantos años de haber vivido bajo el yugo de la Unión Soviética, fuimos parte de ella y a la vez tenemos identidad ucraniana.

La periodista mexicana Lydia Cacho fue amiga de Victoria Amelina. Se conocieron hace once años, a través de escritoras feministas y activistas que trabajaban contra la trata de mujeres en Europa del Este. En su memoria “Al rescate de una vida breve”, publicada en la más reciente revista Gatopardo, escribió: Victoria me mira con ternura y dice “es que una vez que has aprendido a mirar y a contar, ya no hay camino de regreso a la negación”. Así es querida, respondo. Ya no hay manera de vivir una vida de reposada negación. Estamos destinadas al hiperrealismo que nos habitará hasta la muerte, el desgarro es inevitable. Vivimos, como escribió Piedad Bonet, en el borde del abismo.

* Viktoriia Yuriivna Amelina

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