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Leonel Díaz Rogel

I. DEL PUEBLO. – Soy nonato, niño, adolecente, joven, adulto mayor, campesino, obrero, comerciante, empresario, profesionista, mujer, hombre o lo que quiero ser, creyente, ateo, cristiano, católico o libre pensador, pudiente, adinerado, millonario, pobre, empleado, inversionista, emprendedor, jubilado o pensionado, filosofo, escritor, lector, analista, político o apolítico, militante, simpatizante o apartidista, al final del día, soy Juan Pueblo, de dieciocho o cien años de edad, sin que mi estatus pueda comprar salud ni jovialidad, sin que mi estrato social me logre ubicar más allá de mis posibilidades frente a otras y otros, sin embargo, la igualdad la tengo a pulso ganada, así como nací, así han nacido todos, así como moriré, llegará el alto en el reloj de mis congéneres; veo a una sociedad incivilizada por sus afanes de unas cuantas con sus pares varones intentando y logrando las guerras, divisiones, rompimientos de los lazos de afecto, amistad y amor que debieran de unificar a quienes en este momento por igual y sin distingo padecemos las consecuencias de nuestros actos, la realidad humana es de pronóstico reservado, el encono y odio de los que más tienen contra los que luchan por sobrevivir o apenas comen se ha convertido en la práctica más irracional en la que sus cerebros articulan la sinrazón en mi contra, sin pararse a reconocer que en sus resabios y ambiciones desmedidas está la respuesta a las catástrofes que se ciernen sobre todos gracias a sus estilos elitistas, racistas y clasistas, el fantasma de la hoguera mundial nos ha alcanzado con la derrota en la lucha del hombre contra el hombre y de éste contra la Tierra, la flora la fauna y los cuatro elementos: fuego, aire, tierra y agua. Soy Juan pueblo y tenga o no tenga lo material, lo que exijo es respeto a mi dignidad como ser humano, de todos, de todo y frente a todos; el imperio de aquellos paradigmas que con la sangre azul negaron la existencia de inteligencia a los que verdaderamente provenimos de la cultura del esfuerzo hoy están rebasados.

II. LO VALIOSO. – Ni diamantes, oro u otros metales preciosos, ni la mejor casa la acumulación de riquezas ni las diez mansiones, ni la colección de joyas, obras de arte o autos de lujo, nada es nada, nada vale, nada es suficiente ni sustituye al elemento más preciado, al oro del momento, al causante de reclamos populares, exigencias sociales e inclusive guerras, éstas provocadas a lo largo y ancho del orbe por muchos motivos, las diferencias religiosas, de clases, conquistas de territorios o simplemente la expansión de la industria más reprobada como lo es la de fabricación y mercado de armas; todo ello ha quedado atrás, en segundo o tercer plano junto con los discursos y narrativas de líderes mundiales que en sus palabras olvidaron siempre la indispensable y vital necesidad del agua para la sobrevivencia de la humanidad y de todos los seres vivos, sin agua no hay flora, fauna y menos humanos; la población mundial está al borde del abismo, pero bastarán unas cuantas lluvias para que se olvide el tema, llegarán los huracanes y ahora se tendrá la justificación para negarle inversión de tiempo, dinero y esfuerzo conjunto en la remediación del tópico, habremos de ocupar la reflexión y el actuar en atender los destrozos que causen las cada vez más graves inundaciones, sin que alguien se ocupe y preocupe por contener agua para uso industrial , agrícola y menos doméstico, que circule, que se filtre o evapore, al fin que después seguirá lloviendo, triste realidad conjuntamente con la pérdida de bosques enteros, incendios, talas extremas sin control y contaminación de mantos freáticos que enmarcan la pérdida a diario de la mayor riqueza en que se ha convertido cada gota de agua en estos tiempos.

III. EL LLAMADO.- Estamos convocados como ciudadanos para encontrar soluciones a los problemas que nos aquejan a diario, la inseguridad, el cambio climático y las crisis económicas globales de las que México no queda exento, debe unificarnos como un solo dique de contención; el rescate de los valores y principios elementales de convivencia humana tienen que regresar a las mesas de diálogos familiares, el rompimiento de los canales de comunicación son segundo a segundo evidentes, la utilización de la tecnología telefónica podría llevarnos a, una sociedad basada en señas o gestos, ya casi nadie habla, las reuniones se caracterizan por el silencio y el esfuerzo dactilar que en competencia le apuesta a plasmar más ideas escritas en un aparato que domina nuestras vidas y las de los demás; ese es el punto, mientras que así nos conducimos, nadie lidera la protección a la vida, nadie se hace escuchar para que los afluentes, árboles y seres irracionales tengan garantía de vida, nadie emite el llamado de alerta sobre lo que ésta ocurriendo, todos somos parte de un destino que nos alcanza con factura a los más indefensos y vulnerables.

IV. LA REFLEXIÓN. – Sólo en unidad enfrentaremos con posibilidades de éxito las grandes tempestades sin agua y los retos que se tienen diseñados para auténticos “tigres”; en la composición de los gabinetes de gobierno en sus tres poderes y niveles, deberán tomarse en cuenta más allá de las amistades, compromisos de campaña u otros, con capacidades de mujeres y hombres que garanticen soluciones y resuelvan problemas sin simulación; la sociedad no está para experimentos, inventivas, caprichos y menos hay lugar para improvisados, el compromiso social de atención con miras de altura y preparación en cada área a desempeñarse, marcarán la ruta y pauta en los próximos meses y años, sobre todo, en aras de resolver, atender, combatir y solucionar de forma inmediata las necesidades prioritarias de una población politizada que estará atenta a los resultados de corto, mediano y largo plazo, la 4T tiene la oportunidad y así lo hará tomando en cuenta el legado de AMLO que siempre favorecerá a México; ni qué decir de los cambios en el pútrido Poder Judicial plagado de corrupción.