loader image

Shuhada Sadaqat (antes conocida como Sinead O’Connor)

Davo Valdés de la Campa

Pocas veces me interesan los temas de la farándula. Usualmente me parece extremadamente superficial, invasivo y fútil enterarme sobre las relaciones y rupturas de los famosos. Pero también es verdad que a veces, al saber que muchos artistas sufren, recuerdo que son personas comunes y corrientes expuestas a situaciones extremas e impensables.

Por ejemplo, el simple hecho de que son seres que tienen que sobrellevar aspectos tan cotidianos como la falta de autoestima, depresión y ansiedad, pero ante los ojos y opiniones de millones de personas, creo que es suficiente para sentir compasión. Y no sólo eso. Su dolor se convierte en un producto mercantil, el sufrimiento se puede explotar de muchas maneras, mediáticamente y desde la perspectiva del público que se siente con la libertad de opinar, usar la vida de otros para juzgar algo que pocas veces juzgamos sobre nosotros mismos.

La locura, la depresión y el suicidio ya son efectos colaterales que pueden potenciar las ventas. Es mejor para la industria tener íconos, mártires, homenajeados, que tener que lidiar con hombres y mujeres adictos, físicamente desgastados, asumiendo personalidades erráticas, como todos, pero en la palestra pública, al desnudo ante la risa, la conmiseración y el disfrute de los demás que incapaces de discernir dónde acaba el espectáculo terminamos por minimizar la fragilidad de las emociones humanas.

Esta reflexión nace a propósito de la muerte de Shuhada Sadaqat (antes conocida como Sinead O’Connor, nacida Sinéad Marie Bernadette O’Connor en Irlanda), que se dio a conocer el pasado 26 de julio. Hasta la fecha las autoridades británicas no han establecido la verdadera fecha de su fallecimiento, ni su causa. Para mí es muy probable que se haya suicidado. Todos asistimos a su declive (y no es la primera mujer artista que vemos desaparecer así: Whitney Houston, Amy Winehouse, son algunos casos recientes).

Todo sucedió de manera pública. En 2003, supimos que fue diagnosticada con depresión y trastorno bipolar. También fue de conocimiento púbico que la cantante tuvo dos intentos de suicidio entre 2011 y 2012, además de una sobredosis en 2015 y que un año después fue buscada por la policía de Chicago como ‘suicida desparecida’.

“La enfermedad mental es como las drogas, no le importa quién eres, y lo que es peor, al estigma no le importa quién eres. No hay absolutamente nadie en mi vida, excepto mi médico, mi psiquiatra. El hombre más dulce en la Tierra, que dice que soy su heroína, y eso es lo único que me mantiene con vida en el momento… y eso es un poco patético. Toda mi vida gira alrededor de no morir, y eso no es vivir”, dijo ella en un video de 2017.

También fuimos testigos de lo que ocurrió el 6 de enero de 2022 cuando su hijo Shane desapareció del hospital Tallaght, en Dublín, Irlanda. Él había estado internado para recibir ayuda psiquiátrica luego de dos intentos de suicidio. A través de sus redes sociales Sinead intentó convencerlo para que volviera: Por favor, no dejes de latir. Por favor, no te hagas daño.

Tres días después la policía local encontró el cuerpo del joven en el área de Bray de Wicklow. Y días después, la artista comenzó a publicar mensajes alarmantes en su Twitter: “He decidido seguir a mi hijo. No tiene sentido vivir sin él. Todo lo que toco, lo arruino. Solo me quedé por él. Y ahora se ha ido. He destruido a mi familia. Mis hijos no quieren conocerme. Soy una mierda de persona. Y todos ustedes solo piensan que soy buena porque puedo cantar. No lo soy”. De nuevo ante los ojos del mundo decidió internarse para recibir ayuda y antes de hacerlo volvió a publicar: “Estoy perdida sin mi hijo y me odio a mí misma. El hospital ayudará por un tiempo. Pero voy a encontrar a Shane. Esto es solo un retraso”.

Ahora Sinead está muerta y muchos fingieron sorpresa. No faltaron las reacciones inmediatas de la industria. No puedo dejar de pensar lo hipócritas que son algunas muestras tardías de amor y respeto. Rescato no obstante, el honesto texto que escribió Morrissey en su blog. Del que comparto algunos fragmentos:

“[…] Su sello la abandonó después de vender 7 millones de álbumes para ellos. Se volvió loca, sí, pero poco interesante, nunca. Ella no había hecho nada malo. Tenía una orgullosa vulnerabilidad… y hay cierta industria musical que odia a los cantantes que no ‘encajan’ y nunca son elogiados hasta la muerte, cuando, finalmente, no pueden responder. El cruel corralito de la fama rebosa de elogios para Sinead hoy… con las habituales etiquetas tontas de «icono» y «leyenda». La alabas ahora SÓLO porque es demasiado tarde. No tuviste las agallas para apoyarla cuando estaba viva y te estaba buscando. La prensa etiquetará a los artistas […] y llamarían a Sinead triste, gorda, chocante, loca… ¡ay, pero hoy no! Los directores ejecutivos de la música que pusieron su sonrisa más encantadora cuando la rechazaron, están haciendo fila para llamarla un «ícono feminista»,[…] cuando fuiste TÚ quien convenció a Sinead para que se rindiera… porque ella se negó a ser etiquetada, y fue degradada, como siempre son degradados los pocos que mueven el mundo. […] ¿A dónde vas cuando la muerte puede ser el mejor resultado? […] Ella era un desafío, y no podía ser encerrada, y tuvo el coraje de hablar cuando todos los demás permanecieron en silencio. Fue acosada simplemente por ser ella misma. Sus ojos finalmente se cerraron en busca de un alma que pudiera llamar propia”.