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Gruta (Segunda parte)

Davo Valdés de la Campa

El pasado 22 de agosto se publicaron los resultados de la convocatoria del Circuito Nacional de Artes Escénicas en espacios independientes Chapultepec 2023. Uno de los 138 proyectos seleccionados fue Gruta del Colectivo Beznei. Según cifras oficiales en total se recibieron 644 postulaciones de proyectos de todo el país. Además de Gruta, otro proyecto morelense seleccionado fue Bailacuentos de la compañía de danza Ictus, a quienes también felicito y reconozco. 

La semana pasada invité a diversas mujeres y artistas a compartir su experiencia como espectadoras de la función de Gruta del pasado 13 de agosto en el Teatro Ocampo. Sofía Sotres, bailarina y percusionista de Mandorla, por ejemplo, rememoró un sueño recurrente a partir del solo de suspensión capilar de Sabina León, en el que vuela por los aires suspendida por un cable que la sostiene solo del cabello. Sofía cuenta: “[En mi sueño] después de mucho esfuerzo para despegar, me elevo, así vertical, pero si dejo de esforzarme me voy para abajo otra vez, la gravedad si existe en mis sueños y despegar no es nada fácil, pero después de mucho doblarme y ser una llama de fuego,puedo volar”. 

Elizabeth Camargo, artista circense y gráfica, por su parte evocó que “la gruta marca el origen, la matriz de donde todo nace, se crea, se expande y regresa a la tierra. Al inicio ver este ser saliendo, moviéndose, encontrando su camino para finalmente poner pies fuera de la tierra. […] mujeres jugando tranquilas pero que con el tiempo aprenden a sentir miedo, a huir y hasta atacarse entre ellas mismas para posteriormente ver esta madre salir en la desesperación/ preocupación por su hija de ser una cifra más; mostrando este círculo interminable de enseñarnos a tener miedo, a cuidarnos. Pero que en un momento se levantan a luchar, transformando un trabajo feminizado como el colgar la ropa en un espacio de fuerza , para encontrar el camino del apoyo mutuo, en la que entre todas nos levantamos y nos ayudamos a empoderarnos para así soltar todo lo sostenido por tanto tiempo en un juego de soltarse el cabello ante todas y unirse a un canto que pareciera juguetón y divertido pero termina siendo un recordatorio. Un loop interminable de lo que se ha vivido por tanto tiempo, hasta llegar al fin del ciclo y regresar a la tierra”.

Precisamente algo que me afectó profundamente de Gruta es el momento en el cual Eunice Guerrero, también vocalista de Valsian, encarna el estereotipo de la madre preocupada, exagerada, diríamos en otras épocas, compungida porque la hija no llega a la hora acordada. Después, esa misma voz se replica en otras intérpretes que conforman un solo cuerpo del linaje materno. La voz de la desesperación maternal en un país en el que se cometen cerca de 10 asesinatos violentos a mujeres al día y en el que sólo 1 de cada 5 de estos crímenes son investigados. La actuación es exagerada, como las telenovelas mexicanas que emocionalmente nos educaron y configuraron la representación contemporánea de la madre mexicana, abnegada ante todo. El público se ríe. La madre también se muestra “luchona” en este caso, en un ring que se construye con los tendederos de ropa, la arena cotidiana de lucha de miles de mujeres. La escena termina con un canto desgarrador en el que esta preocupación primero risible se convierte en el horror: “Lo que no soportaría/ es que tú nombre se haga cifra, que en la oscura noche, aparezca un coche”.

Pero Gruta no es sólo eso. En cierto sentido, recordé Dégradé(2015) de los hermanos Nasser, dos cineastas palestinos que en su ópera prima cuentan la historia de 13 mujeres atrapadas en un salón de belleza en medio de un conflicto en la franja de Gaza. Cuando presentaron su película en la Semana de la Crítica en Cannes, tuve la fortuna de entrevistarlos. En la charla me contaron que la película intentaba mostrar cómo era la vida en Palestina a pesar de la guerra. “Las mujeres cruzan la zona de guerra, enfrentan la posibilidad de ser asesinadas por un explosivo, todo eso para reunirse, teñirse el cabello, sentirse bellas”, me contaba Arab. Creo que Gruta a su modo hace un gesto similar. Nos muestra cómo todas las mujeres, absolutamente todas a pesar de vivir en una cultura misógina y patriarcal, y por lo tanto, violenta, trascienden el dolor, el sufrimiento, el acoso para jugar, reírse, juntarse, apoyarse, construir, pro(crear). En ese sentido, una metáfora importante es el del agua. Un elemento que evoca el flujo, pero que lo mismo puede ser un manantial prístino, aguas calmas o un tifón furioso colmado de poder. Así pienso a las mujeres de Gruta

Gruta tendrá una temporada del 21 al 24 de septiembre en el Teatro Benito Juárez de la Ciudad de México. ¡Vaya a verla!