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Apuntes sobre poesía, filosofía y ceguera

(Primera parte)

 

Tiresias no fue siempre ciego, ni adivino. Existen varias historias en torno a su ceguera. Según la versión de Ferécides de Atenas, Tiresias, todavía adolescente, sorprendió a Atenea cuando se bañaba desnuda en la fuente Hipocrene en el Monte Helicón. La diosa consideró esto una ofensa a su pureza y le quitó la vista. La ninfa Cariclo, madre del joven castigado le rogó le perdonara, pero como Atenea no podía deshacer lo que ya había hecho, le otorgó otros dones: entender el lenguaje de los pájaros, le dio un bastón de cornejo, “gracias al que caminaba como las gentes que veían” y le concedió además conservar sus dones en los infiernos.

Otra versión asegura que su ceguera nace de un conflicto con Hera. En una discusión en el Olimpo, Zeus aseguraba que en el acto sexual la mujer sentía más placer que el hombre y su esposa Hera decía lo contrario. Los dioses decidieron pedir el consejo de Tiresias, que tenía la experiencia de vivir con ambos sexos. Tiresias declaró: «De diez partes un hombre solamente goza de una». Hera inmediatamente lo volvió ciego por su impiedad: «… ofendida que no es conveniente para un sujeto ser tan ligero, y condena los ojos de su juzgado a las tinieblas eternas». Zeus no podía ir en contra de la decisión de Hera, pero, para compensar su ceguera, le ofreció el don de la adivinación y una larga vida que duraría lo de siete generaciones humanas.

Sin duda la fama de Tiresias proviene de su participación en las tragedias griegas. Desde Las bacantes de Eurípides, pasando por Edipo Rey, Tiresias es uno de los personajes más emblemáticos de la mitología que rodea Tebas. En la época de estos textos conocemos a un Tiresias profeta, adivino y sabio. No se menciona su condición andrógina. Salvo quizá en Las bacantes, en donde aparece junto a Cadmo (fundador de Tebas), disfrazado de mujer. En la trama viajan a las montañas para honrar a Dioniso y unirse a las bacantes tebanas en las fiestas en honor a él. En Edipo Rey, Tiresias es el adivino, ciego de la polis. Él propuso darle el trono de Tebas a quien lograra vencer a la Esfinge, y él mismo reveló la verdad en torno a la vida de Edipo y el asesinato de Layo. La ceguera de Tiresias es física, sus ojos no sirven para ver lo terrenal, pero sí lo místico. Él tiene el don de ver el futuro. De ver más allá, como un oráculo, lo que ha de ocurrir.

La ceguera de Tiresias está vinculada con su don de ver el futuro como consecuencia de un castigo. En la versión de Atenea y su baño ocurre lo mismo, Tiresias interrumpe algo divino (la castidad divina de Atenea) y por eso es reprendido. Lo mismo pasa con Edipo y con Ajax que en sus propias tragedias desobedecen lo que dice el oráculo o desprecian la ayuda de los dioses. Ambos son castigados. Atenea castiga a Ajax por no implorar a los dioses antes de ir a batalla. Confundido y delirando (otro castigo relacionado con la visión), Ajax mata a los animales domésticos deshonrando así su espada. Antes de ser descubierto, decide acabar con su vida. Ajax no trasciende su falta porque decide morir antes de ser víctima del oprobio. Pero Tiresias y Edipo sí trascienden su castigo y es desde la ceguera física que ambos aprenden la lección de los Dioses. Tiresias se convierte en sabio y Edipo tendrá la oportunidad de enmendar su error en Edipo en Colono. En la tragedia, un Edipo, ciego y desterrado, acepta lo que el Oráculo de Delfos designa y se convierte en el salvador de Atenas.

II

En Filosofía y poesía María Zambrano habla de dos caminos: filosofía y poesía como dos mitades del hombre en enfrentamiento constante. Estos dos caminos, según Zambrano, inalcanzables los dos en un mismo ser, unidos anunciarían la totalidad del hombre, similar al Sócrates músico de Nietzsche.

En su texto, El hombre y lo divino, María Zambrano asegura que la realidad “es algo anterior a las cosas, es una irradiación de vida que emana desde un fondo de misterio, es la realidad oculta, escondida”. Lo sagrado y lo divino se muestran en dicho texto como categorías ontológicas que hablan del ocultamiento y del desocultamiento de la realidad que se realiza con la palabra poética y que poéticamente abre el hombre su espacio en el mundo. La poesía es una forma de ceguera. Hablamos de los dioses y de la magia, pero no los vemos sino que lo experimentamos. Y esa experiencia es el delirio, la exaltación de los sentidos, el apasionamiento, el terror, la angustia, conceptos opuestos, o desterrados del imperio de la razón.

María Antonia González Valerio en su texto “Filosofía y poesía en el pensamiento de María Zambrano” dice:

(…) todo se encuentra poblado de dioses, el hombre está lejos de tener un espacio propio, de sentirse libre, antes bien, se siente poseído: posesión divina, manía divina. Esta posesión se refleja, se refracta en la poesía: fruto del delirio divino, no de la sabiduría humana, como en su momento señalaron los griegos. La poesía no es nuestra, sino de los dioses. Allí encuentra Zambrano a Platón, quien como guerrero trataría, en ese espacio poblado todo de dioses, de ganar algo para el hombre: el conocimiento. Platón encarna la lucha entre filosofía y poesía: un enfrentamiento proveniente no del logos, sino del delirio primero. Y es que Platón vivía en medio del terror trágico, de la injusticia divina representada en la tragedia, donde el destino del hombre se le escapaba a él mismo de las manos.

Platón y Edipo se equivalen en ese sentido, ambos luchan contra el mito. Edipo fracasa en ese primer intento de gesto filosófico y Platón triunfa, al menos en el mundo occidental, con la instauración de la razón como imperio del conocimiento verdadero, y con la creencia de que la poesía es vehículo de falsedad. Cuando en otro tiempo, la poesía era la única forma de ver la verdad de los dioses. Una verdad que podía ser irracional, onírica y confusa.

Tiresias sería en ese caso el equivalente al poeta. Profeta que tiene acceso al misterio del futuro y que a través de la palabra desoculta lo que está oculto pero que no toma ninguna decisión. No cuestiona el destino sino que lo acepta y lo canta.

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Tiresias aparece ante Odiseo durante el sacrificio, Heinrich Füssli, 1780-85, Graphische Sammlung der Albertina (Viena)