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(Segunda parte)

 

En el documental When Björk Met Attenborough (2013) se explora la relación entre la ciencia, la naturaleza y la música específicamente en la aproximación que la cantante islandesa tuvo para la concepción de su ambiciosa obra Biophilia. Una de las preguntas fundamentales del documental es qué podemos aprender de la evolución del canto del reino animal. David Attenborough menciona por ejemplo, el caso de la ave lira o menura que habita el este de Australia y que es conocida por su asombrosa capacidad para reproducir casi cualquier sonido, natural o artificial, como cantos de otras aves y otros animales, sonidos producidos por maquinaria, instrumentos musicales, llantos de bebés, incluso la voz humana con exactitud, se han detectado casos de aves lira que cantan imitando a un tenor como Pavarotti o que han reproducido el sonido de las alarmas de automóviles o de las motosierras. Esto habla no sólo de la inmensa musicalidad de las aves, sino de su capacidad de adaptación.

El aprendizaje no ha sido unilateral. Nosotros también hemos aprendido de los animales. El canto y la música de las aves han influido en músicos, cantantes y compositores de muchas maneras. Ya sea imitando intencionalmente el canto de los pájaros en una composición o incorporando grabaciones de aves en sus obras o haciendo un dueto con pájaros, como la ya mencionada colaboración de Beatrice Harrison y los ruiseñores o más recientemente el jazzista David Rothenberg, quien toca el clarinete, y acompaña sus piezas musicales con los armónicos sonidos de aves, ballenas, y otros animales e insectos.

Precisamente uno de los libros de Rothenberg, Why Birds Sing: A Journey into the Mystery of Birdsong, ahonda en el canto de los pájaros desde la perspectiva de que es un misterio tanto estético como científico. Los biólogos nunca han podido entender por qué las exhibiciones de cantos de pájaros son a menudo tan creativas y por qué tantas especies dedican tantas horas a cantar. Las explicaciones más generalizadas tienen que ver con la territorialidad y la exhibición sexual, pero no explican la asombrosa variedad y energía que exhiben las aves más comunes. ¿Es posible -se pregunta Rothenberg- que los pájaros cantan porque les gusta? Su obra, basada en conversaciones con neurocientíficos, ecologistas y compositores, investiga por qué los pájaros cantan y cómo, y qué efecto tiene su música en otros animales, especialmente en los humanos.

Sólo hay que mirar en la historia de la música para encontrar la influencia que han tenido las aves en esta. Muchos compositores de música académica sintieron devoción e intensa inspiración por las aves que las han incorporado a sus obras musicales. Vivaldi dedicó un concierto entero al jilguero, y Haendel un concierto de órgano al cuco y al ruiseñor, que también inspiró a Schubert y a Stravinsky y que muestran la versatilidad de perspectivas en torno a la misma especie. El ornitólogo coruñés, Antonio Sandoval Rey en su libro ¿Para qué sirven las aves? también menciona a Sibelius que compuso una obra titulada El lenguaje de los pájaros, y al compositor finlandés Rautavaara con su obra Cantus Arcticus, subtitulada Concierto para pájaros y orquesta, que incluía grabaciones de voces de las aves del norte.

Un caso peculiar lo encontramos en la figura de Oliver Messiaen, que era compositor y ornitólogo. En sus viajes acostumbraba a prestar atención a cuantas aves escuchaba y a transcribir fielmente sus cantos a cuadernos que luego utilizaba para sus creaciones. En 1952, compuso Le merle noir, basada en el canto del mirlo común para flauta y piano, y al año siguiente Réveil des oiseaux, basada en las voces de las aves de las montañas del Jura. Su obra más celebrada es Catalogue d’oiseaux. En ella recrea el ambiente de un día primaveral en la campiña francesa. En la pieza se escuchan petirrojos, zorzales, alondras, oropéndolas, totovías y collalbas. ‘Los pájaros son músicos: primero escuchan las gotas de agua y los silbidos del viento y luego cantan’, escribió Messiaen, revelando que al imitar el canto de las aves también cantamos al vínculo que nos une con el resto del planeta.