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Vicente Arredondo Ramírez
LA JORNADA MORELOS
6 de diciembre del 2022

La marcha del pasado 27 de noviembre en apoyo al Presidente de la República, precedida por la marcha del día 13 del mismo mes, formalmente en defensa del INE, son ejemplos más que claros de cómo una misma realidad se puede leer de formas distintas y hasta contradictorias.
Más allá de lo anecdótico/descriptivo y temático de estos dos acontecimientos, sobre lo que hoy quiero reflexionar está referido al fenómeno comunicativo que los encuadra. Un estudio comparativo a fondo sobre estos dos eventos tendría que responder, entre otras, a estas preguntas: quién propuso la marcha, quién o quiénes formularon la propuesta narrativa/justificatoria de la marcha, a través de qué medios y mecanismos se divulgó la idea, que personas o grupos definieron y activaron la logística organizativa, cuál fue el perfil socio/económico de los participantes, y qué medios se eligieron para refrendar la relevancia de la marcha, una vez ya realizada.
Un ejercicio de esta naturaleza pertenece claramente en el ámbito de la comunicación social, tarea que, por cierto, debiera ser obligatoria para quienes sistemáticamente estudian la realidad social, ya sea en las universidades, o en cualquier otra instancia pública o privada, dedicada a la generación e interpretación de la información.
De lo mucho que hay para analizar de estos dos sucesos recientes, en este espacio extraigo la idea de autorreferencialidad, o síndrome de verse sólo a uno mismo, como el elemento que aglutina a diversos grupos de mexicanos para expresarse a favor o en contra de una persona, una idea, una norma, o una acción gubernamental. La autorreferencia es un espejo en el que, como personas o como grupo, nos vemos reflejados a nosotros mismos, y sin espacio para que se reproduzca la imagen de nadie más.
Pero, ¿qué explica que en materia de conocimiento de lo que pasa en la realidad seamos autorrefenciales? Entre otras razones, está el recurrir siempre a la misma fuente de información, hablada o escrita, para conocer lo que está sucediendo en México y el mundo. Es muy difícil encontrar medios de comunicación que den cabida a distintos criterios de selección de hechos relevantes a informar y a diferentes interpretaciones de ellos. Además, se sabe que las personas recurrimos a fuentes de información que son afines a nuestros intereses, nuestros valores, y nuestra visión de las cosas. Eso sucede, sin que nos preocupe si la información que nos presentan es una mentira vil, una media verdad, o un reflejo de hechos reales y verificables.
Dicho de otra forma, recurrimos a diarios, revistas, programas de noticias, sitios web, blogs, chats, etc. en los que encontramos temas afines a nuestros intereses y escuchamos opiniones de personas que reflejan nuestras propias filias, fobias, gustos, miedos y sentimientos.
Lo que resulta de ello, es que tengamos una visión incompleta de lo que sucede en la realidad, que debilitemos nuestra capacidad de análisis crítico de las cosas, que de forma automática rechacemos opiniones contrarias a las nuestras, y finalmente, lo peor de todo, que borremos de nuestro horizonte de interés la situación de todo aquello que nos pertenecen a todos, esos llamados “bienes comunes” que deberíamos cuidar y defender, sin importar nuestras diferencias.
Sin duda, estamos experimentado en grado extremo y de forma explícita un distanciamiento social en nuestro país. Está extraviada la capacidad de intercambio razonado de ideas y la capacidad de empatía con el que piensa distinto. Prevalece sólo lo que sale “de la tripa” y del rechazo instintivo al otro.
Hemos llegado al punto de cada quién, persona o grupo, nos paramos frente al espejo, nos complacemos a lo narciso con nuestra imagen, y nos embriagamos con nuestra propia visión e interpretación de México.
Aceptar vivir bajo la premisa de “cada quién su México” es un peligroso camino, en donde al final todos y todas perderemos. Necesitamos cambios profundos en la forma en que se da la comunicación en nuestro país, para salir de la enfermiza autorreferencialidad. Hagamos el intento, quienes estemos convencidos de esa necesidad. .

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