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Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo

 

«Si no logro mover a los dioses del cielo, moveré en mi favor a los del infierno». Esta es una de las posibles traducciones del verso de Virgilio que Freud eligió como epígrafe para «La Interpretación de los Sueños»: Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo. Esta cita de Virgilio pertenece a la Eneida, que en la traducción al castellano de la editorial Gredos, dice lo siguiente: «Si no logro mover a los dioses del cielo, moveré en mi favor al Aqueronte».

La frase es proferida por la diosa Juno, esposa de Júpiter y protectora de Cartago, «cuando avista desde el cielo a lo lejos, allá desde el Paquino siciliano a Eneas jubiloso y a sus naves dardianas». La Eneida, al ser una epopeya que narra los viajes y triunfos del héroe troyano Eneas y la fundación de Roma, es un poema largo que en los versos que conciernen al epígrafe freudiano cuentan cómo la diosa Juno, advertida de una profecía que vaticinaba que Cartago sería destruida algún día por un descendiente de Troya, y al constatar que, a pesar de todos sus esfuerzos por detenerlo, Eneas se ha instalado ya en suelo italiano, «le punza vivo dolor el alma. Menea la cabeza y da suelta de lo hondo a estas palabras: Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo».

La frase ha sido traducida de diferentes modos, siendo su concepción más generalizada la que hace referencia al cielo y al infierno: «si no puedo doblegar a los Dioses de arriba (el cielo), sacudiré al Aqueronte (o el infierno)», pero el Aqueronte no es precisamente el infierno en sí, sino uno de los ríos que en él se encuentran (siendo los otros dos el Cocito y la Estigia). Además, el Aqueronte no es cualquier río, en la mitología griega es el lugar de donde salen fantasmas que son enviados a los mortales para engañarlos.

Desde luego, la elección de este verso de Virgilio por Freud para fungir como la advertencia a la primera edición de «La Interpretación de los Sueños» ya ha sido muy estudiada a lo largo del tiempo. Muchas cuartillas se han escrito al respecto. ¿Qué hay de nuevo que decir entonces?

Probablemente nada. Este ensayo surge a raíz de que he pensado que el psicoanálisis (y no sólo la interpretación de los sueños) es eso, precisamente: «conmover a los poderes del infierno» —si logramos entender que el Aqueronte dista mucho de la concepción infernal judeocristiana—. Mucho se ha dicho ya de la interpretación más obvia de este verso: el cielo, los poderes superiores, los Dioses celestiales, etcétera, vendrían a ser la conciencia; mientras que el Aqueronte, los infiernos, o las fuerzas infernales correspondería al inconsciente.

Pero tal la vital distinción que es pertinente hacer, al dilucidar que no es lo mismo el infierno de Dante o de los Evangelios, que el Aqueronte griego. El infierno no es sólo un nivel inferior donde habita lo reprimido, sino también el río del cual los muertos, dejando los reinos de las sombras, ascendían a la tierra para engañar a los humanos. Lo cual recuerda que, para Lacan, el inconsciente no es precisamente un lugar. Para Lacan, el inconsciente adquiere más una condición óntica que tópica.

En fin, en psicoanálisis es claro que si no podemos conmover a los poderes celestiales, movemos a los del Aqueronte.

*Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM). Contacto: freudconcafe@gmail.com