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Gabriel Zaid. Un clásico humanista entre nosotros

Braulio Hornedo Rocha*

Un clásico es el escritor que lleva un crítico dentro de sí,

y que lo asocia íntimamente a su trabajo. Paul Valéry

El Colegio Nacional y Bonilla Artigas publicaron en enero de 2024: Algunos giros para Gabriel Zaid. Breviario, de Adolfo Castañón, ilustrado con imaginativos collages de Ludwig Zeller. Con esta obra, la más alta cátedra mexicana: El Colegio Nacional rinde homenaje a su decano. El poeta, ingeniero y profeta Gabriel Zaid en sus 90 años.

Gracias a este libro encontramos un panorama con la evolución de la obra de Zaid bajo la óptica de más de tres décadas de asidua lectura. La obra inicia con una «Advertencia” donde Castañón precisa que su libro consiste en senderos de exploración para adentrarse en una obra compleja y fascinante. Nos presenta la poliédrica figura de un singular polímata: ingeniero administrador y poeta en la práctica; ensayista agudo y periodista crítico; lector infatigable y editor gourmet; avispado cibernético y comunicador preciso, eco-economista y crítico de la crítica de la economía política; historiador esclarecedor y filósofo puntiagudo, anarquista y cristiano, desescolarizado y descolonizador. Gabriel Zaid, dice Castañón, es un escritor «asociado a la libertad y a la creatividad, a la práctica de la poesía como un espacio a la vez de la más alta responsabilidad y como un espacio lúdico.»

En el primero de los giros de Castañón encontramos: «El vigor de la integración» un ensayo fechado en 1993, el libro comentado es: «Imprenta y vida pública», texto neurálgico y pivote en la obra de Zaid. Fue utilizado como su discurso de ingreso en El Colegio Nacional, el miércoles 26 de septiembre de 1984.

«Imprenta y vida pública» es el título elegido por Zaid para este luminoso ensayo homenaje a Daniel Cosío Villegas, mejor dicho, resplandeciente ensayo, por los relámpagos intermitentes de algunos de sus párrafos. Como los rayos que acompañaron desde el nuboso cielo la memorable ceremonia esa noche.

El ingeniero poeta empieza invocando la lectura como un milagro que nos permite trascender la mortalidad. Parte de un conocido soneto de Francisco de Quevedo, en el que la imprenta es comparada con Cristo, vencedor de la muerte y cuya resurrección nos abre las puertas del Paraíso y el milagro de conversar con los difuntos y ser escuchados por los que aún no han nacido.

Retirado en la paz de estos desiertos,

con pocos pero doctos libros juntos,

vivo en conversación con los difuntos

y escucho con mis ojos a los muertos.

Zaid leyó la carta de presentación que preparó el singular ingeniero y poeta regiomontano, de cincuenta años cumplidos. Para presentarse ante sus ilustres colegas, en la institución que agrupa, desde 1943, a los más destacados mexicanos en las artes, ciencias y humanidades.

Mediante «Imprenta y vida pública» Zaid nos da cuenta de que existe en nuestra cultura una vieja tradición que ve en los libros un alejamiento contemplativo del teatro del mundo, de los circuitos del poder, de las corruptelas del dinero. En su libro La República, Platón, ve con desprecio a los políticos, a los soldados, a los comerciantes y, en general, a todos los que se limitan a sus personales intereses individuales, estrechos y mezquinos, en vez de dedicarse a la contemplación última de las cosas. Dice el ingeniero poeta que Platón:

Considera que los únicos que en verdad merecen el poder son los contemplativos, aunque prefieran apartarse al estudio limpios, de iniquidad y de crímenes, porque es la sociedad enferma la que debe buscar al médico de sus males, y no está bien que el piloto ruegue a la tripulación que le entregue la dirección del navío… [1]

Con la imprenta, la lectura y los lectores se multiplicaron como los panes y los peces del milagro en la montaña. La imprenta incrementó al público lector, lo que permitió gradualmente cambiar la correlación de fuerzas entre el saber con el poder. Con la multiplicación de los libros se fue extendiendo la tribu invisible. Los profesionales universitarios de todas las especialidades crecieron, y con ellos, se multiplicaron por miles los aspirantes al poder.

«En 1932, Alfonso Reyes veía en el mundo un paulatino advenimiento al poder de las clases universitarias». Apuntó José Emilio Pacheco, no necesariamente como un avance deseable sino como una advertencia a una catástrofe que se refrenda en las pasadas elecciones donde se da por sentado como legítimo el que la disputa se da entre universitarias.

Zaid. Poeta y profeta que se atrevió hace medio siglo a proponer el reparto en efectivo del dinero público y criticar los desastres ecocidas del “progreso improductivo” derivados del desarrollo económico capitalista desde hace medio siglo. Profeta que supo dilucidar con rigor “el fin del PRI” hace ya tres décadas. Cuando nadie lo veía venir ni se atrevía a decirlo. Gabriel Zaid, un verdadero clásico entre nosotros.

*braulineas@gmail.com

[1] Memoria de El Colegio Nacional, Tomo X, número 3, 1984, p. 110.