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En mi anterior colaboración para nuestro periódico La Jornada Morelos, abordé el mito de los seres extraterrestres, destacando la ausencia de pruebas que respalden su consideración como un fenómeno verídico. En consecuencia, este tema es una cuestión de credulidad, fe y mitología. Karl Popper, el filósofo alemán del siglo XX, postuló que la falsabilidad de hipótesis y teorías es una característica distintiva de la ciencia. La física moderna, desde Newton hasta Einstein, se sustenta en evidencias demostrables y susceptibles de corrección en caso de que se demuestre su falsedad.

En cambio, existen varias actividades humanas que pretenden ser consideradas ciencia, pero no logran constituir un cuerpo de conocimiento verificable. Un ámbito propicio para estas actividades es la salud humana, donde abundan terapias carentes de evidencia desde el punto de vista científico. Hay un extenso catálogo de prácticas que tiene como objetivo curar diversos males, pero que se basan en creencias y suposiciones respecto a procedimientos sin parámetros de evaluación claros.

En el caso de la acupuntura, técnica milenaria de la medicina tradicional china, no existe una forma de observar y registrar la energía vital o chi que se supone fluye a través de los meridianos. Aunque la acupuntura requiere conocimiento, destreza y práctica, y posiblemente ayude a mitigar el dolor y desequilibrios emocionales, su efectividad resulta difícil de estimar. Terapias como la homeopatía, las flores de Bach, y la medicina cuántica de Deepak Chopra comparten esta problemática.

Tanto la acupuntura como la homeopatía publican regularmente observaciones y casos de estudio en revistas especializadas con un comité editorial y revisión por pares, respaldadas por editoriales como Elsevier (Journal of Acupuncture and Meridian Research, Homeopathy). Esto les proporciona un matiz científico pero sus resultados han mostrado ser inconsistentes, variables y de aplicación limitada. Ocasionalmente los resultados de la investigación en estás áreas ha sido publicadas en revistas de alta reputación científica. En 1988, la publicación de un artículo en la revista Nature sobre la activación de una clase de linfocitos por medio de soluciones diluidas de un anticuerpo promovió un gran debate público sobre la homeopatía. El episodio, conocido como “memoria del agua”, se basaba en investigaciones en el laboratorio del inmunológo francés Jacques Benveniste. En el artículo se mostraba que un anticuerpo diluido por millones de veces aún era capaz de inducir la producción de la sustancia antialérgica histamina, en cierta clase de linfocitos. Formalmente el artículo se ceñia a los parámetros metodológicos y rigor experimental de cualquier investigación científica, y tenía elementos novedosos y originales. Indicaba además que el principio homeopático de diluir una sustancia hasta prácticamente desaparecerla aún conservaba las propiedades originales. Dada las implicaciones de una demostración de este tipo en las prácticas de la homeopatía, y la duda sobre la ejecución de los experimentos, un equipo de especialistas (y curiosamente un mago) investigó y trato de reproducir sin éxito los experimentos reportados en el mismo laboratorio del Dr. Benveniste. Aunque este caso no puede calificarse como fraude, la reproducibilidad experimental es un requisito para que una evidencia tenga sustento. Como lo escribió el John Maddox, editor de la revista Nature al comentar la falla del experimento, “fue una desilución”

La popularidad de las terapias alternativas puede explicarse por la búsqueda de soluciones a problemas complejos para los cuales la medicina y la ciencia modernas aún no han encontrado respuestas. A menudo, se critica a la ciencia por la falta de soluciones a los problemas que agobian a la humanidad. La situación empeora cuando la ciencia falla. En muchos laboratorios de investigación científica en todo el mundo, la tasa de hipótesis erróneas y fracasos experimentales es mayor que los aciertos. No obstante, estas fallas que son invisibles para el público en general contribuyen a mejorar la calidad de las evidencias. Los resultados de la investigación son publicados solamente si reúnen evidencias claras y demostraciones del fenómeno bajo estudio. En la actualidad, la publicación de cualquier resultado experimental necesita estar repaldada por extensas y detalladas descripciones técnicas que faciliten su reproducción en cualquier laboratorio del mundo. Una labor sin duda agobiante y en ocasiones frustante, pero recompensada con la comprensión de un pequeño segmento de la naturaleza.

vgonzal@live.com