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-Eduardo C. Lazcano Ponce*

A partir de esta fecha, cada lunes tendré una contribución gracias a la generosa invitación de La Jornada Morelos. En esta primera colaboración quiero hacer referencia a un aniversario icónico que no puede pasar desapercibido: la Escuela de Salud Pública de México (ESPM), alojada en el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), se hizo centenaria durante 2022. A lo largo del tiempo, la ESPM no sólo ha transmitido un conjunto de valores en la práctica de la enseñanza en salud pública, sino que su denominación de centenaria se relaciona con liderazgo, tradición y una enorme ventaja competitiva, en comparación con otros programas académicos regionales de salud pública.
A este respecto, debemos enfatizar que durante los últimos años, y particularmente durante la pandemia por Covid-19, ha surgido una transformación profunda de la salud pública a nivel mundial, misma que la ha convertido en un área imprescindible de investigación y formación en educación superior. En el contexto global, la práctica de la salud pública se ha fortalecido en los distintos niveles de los sistemas de salud, donde su enseñanza, investigación y servicio se percibe actualmente como una necesidad y como una disciplina científica capaz de resolver adecuadamente los problemas poblacionales. Por esta razón ha adquirido un notable peso sobre la toma de decisiones y su importancia se reconoce en todos los segmentos de la comunidad.
Al tiempo que se celebra el centenario de la ESPM, la reforma de su modelo educativo está en desarrollo y constituye una prioridad institucional. Esto es, la enseñanza de la salud pública es hoy en día un bien público primordial y una condición sine qua non para contribuir a eliminar la inequidad y la desigualdad en salud. También es un elemento necesario para promover la cobertura universal de los servicios de atención médica con una perspectiva de atención primaria orientada a la comunidad y para mejorar la calidad de vida y sustentar la dignidad de las poblaciones en el ámbito global.
Mis futuras contribuciones estarán orientadas a ratificar, de forma permanente, que la salud se concibe como un bien público, no comercial que, ante todo, constituye un recurso que no es excluyente ni debe competir con otras prioridades sociales y económicas. Por esta razón, la enseñanza de la salud pública debe contribuir activamente a la solución de las necesidades de salud en un entorno global donde las pandemias continuarán siendo una amenaza permanente, y en los entornos nacionales y regionales que a su vez estarán influenciados por la salud global.
En el INSP y la ESPM ratificamos que el elemento central de la misión de la enseñanza e investigación en salud pública es la búsqueda de la equidad social. Esto es, que la posibilidad de alcanzar un elevado estándar de salud proviene en gran medida de la justicia social y económica. La salud poblacional es producto de una serie de condiciones en las que se crean oportunidades para que todos vivamos una vida sin restricciones por factores ambientales y estructurales que rompen el equilibrio en el proceso salud-enfermedad. La equidad, para mantener la salud, debe ir de la mano con la justicia, de la misma manera que la cobertura universal de salud y de atención de calidad centrada en los pacientes debe ser parte de las políticas públicas que dan forma al bienestar social. También debemos ratificar la necesidad de crear una verdadera cobertura universal de todos los servicios de salud y, en un futuro, construir un sistema nacional de salud integrado.
El INSP y la ESPM implementan una renovación que les permitirá fortalecer sus funciones institucionales y hacer más eficaz su práctica académica a través de la integración organizacional de la investigación y la docencia al servicio de los sistemas de salud y el bienestar social, con énfasis en la orientación hacia la vinculación comunitaria, con una perspectiva social y de género; y hacia una práctica integral, multidisciplinaria y holística propia de la salud pública. Esto es, si la pandemia por Covid-19 nos enseñó la necesidad de reorientar la investigación y enseñanza en salud pública hacia un mayor bienestar social, esto lo debemos conceptualizar con una nueva óptica, desde una perspectiva intersectorial que se vincule a la práctica de la salud pública y se relacione no solamente con los niveles de salud, sino de manera importante con la educación, el desarrollo urbano, la seguridad y la justicia social, entre otros derechos.
Debemos estar orgullosos del INSP y de la ESPM porque constituyen una institución de elevada influencia regional y global en la práctica académica de la salud pública, que cuenta con iniciativas emblemáticas como la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, misma que desde hace tres años se implementa en forma anual, y que ha logrado documentar que la población mexicana de veinte años y más, lamentablemente sufre de sobrepeso u obesidad. Los investigadores del INSP han influido diversas políticas públicas, tales como el etiquetado frontal en los productos alimenticios, además de ser líderes en las políticas de promoción de espacios libres de humo de tabaco; en la generación de la evidencia que ha logrado disminuir de tres a una sola dosis la vacunación contra el virus de papiloma humano (VPH) en población menor a 15 años; en el desarrollo de la estrategia de autoobtención de una muestra del canal vaginal para determinación de ADN de VPH para identificación temprana de lesiones precursoras de neoplasia cervical, y en la promoción de la lactancia materna y de los beneficios en salud de la práctica de la actividad física, por dar sólo algunos ejemplos que dan cuenta de su enorme relevancia en la investigación y enseñanza de la salud pública.
La ESPM, durante los últimos cien años, ha dejado un enorme legado en la formación de cerca de dieciocho mil egresados de posgrado, pero al inicio de su segundo centenario se le augura un mejor porvenir, y la restructuración académica que implementa está orientada a fortalecer las competencias en las funciones esenciales y principios éticos de la práctica de la salud pública, a reconocer la perspectiva de derechos humanos, de género y de salud global. Todo lo anterior nos permitirá reafirmar nuestro liderazgo académico regional.

*Experto en salud pública.

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