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Las enfermedades infecciosas en el siglo XXI: persistentes, emergentes y reemergentes

 

Los datos mundiales sobre carga de enfermedad, hasta antes de la pandemia de COVID-19, describen un incremento de las enfermedades crónico-degenerativas y una disminución de las enfermedades infecciosas. Este cambio de perfil en los problemas de salud que aquejan a las poblaciones es atribuible al desarrollo de los países y a un incremento de la expectativa de vida como consecuencia de diversos factores: mejores niveles educativos, acceso a servicios sanitarios y atención de la salud, programas de vacunación, uso de antimicrobianos y una adecuada estructura de programas para la prevención. La transición epidemiológica de las poblaciones significa que se ha pasado, de una elevada mortalidad general e infantil, baja esperanza de vida, altas tasas de fecundidad y dominio de enfermedades infecciosas como causa de muerte, a una disminución en la mortalidad y en las tasas de fecundidad, el incremento de la esperanza de vida y el predominio de las enfermedades crónico-degenerativas como principal causa de muerte.

La frecuencia y magnitud de las enfermedades infecciosas no ha disminuido de igual manera en todo el planeta, y son la segunda causa global de muerte. La Organización Mundial de la Salud nos dice que 90% de las personas que morían por procesos infecciosos (antes de la pandemia por COVID-19) presentaban infecciones conocidas: respiratorias, VIH, tuberculosis, etc. La frecuencia y magnitud de la persistencia de infecciones varía por región geográfica, debido a factores estructurales, sociales, económicos y políticos.

Cuando hablamos de enfermedades infecciosas emergentes, en el sentido estricto, se trata de una nueva enfermedad en humanos, causada por un nuevo agente infeccioso; quizás existía un predecesor, en muchas ocasiones adaptado para infectar animales. Este microorganismo se ha modificado genéticamente y es capaz de infectar humanos. Desde el inicio del siglo XXI tenemos diversos ejemplos: SARS, influenza AH5N1, AH1N1pdm09, E. coli 0104:H4, MERS CoV, y ahora SARS-CoV-2.

Otro tipo de infecciones emergentes son aquellas que ya se conocían, al igual que el microorganismo que las produce, pero estaban confinadas a ciertas regiones geográficas. Por diversos factores se diseminan, principalmente por personas infectadas que llegan a zonas de mayor densidad poblacional y comunicación hacia otras regiones. Es el caso de Ébola, Zika, Chikungunya, etc. La globalización, los viajes internacionales y las crisis migratorias favorecen también la diseminación de estas enfermedades.

Las infecciones reemergentes son aquellas que estaban bajo control pero que todavía existen en otras partes del mundo, y al bajar la guardia de los programas de prevención, reaparecen; sería el caso del sarampión o el cólera.

Los adultos mayores también incrementan el riesgo de susceptibilidad a infecciones y hospitalizaciones. Enfermedades como la obesidad, la diabetes, el cáncer, las cardiopatías y las neumopatías incrementan la susceptibilidad a infecciones. Todos estos padecimientos inducen a un mayor uso de antibióticos, lo cual incrementa el riesgo de que se produzca una resistencia a los mismos. El incremento en hospitalizaciones aumenta el riesgo de infecciones asociadas a la atención de la salud, que con frecuencia se producen por bacterias multidrogorresistentes, lo que lleva a infecciones difíciles de tratar.

Las infecciones en personas con enfermedades crónicas son un problema serio, y ello fue más que evidente, en todo el mundo, durante la pandemia de COVID-19. La elevada mortalidad por COVID-19 en México, en mucho es atribuible a la problemática de las enfermedades crónicas que aquejan a nuestra población.

Muchos de los esfuerzos y de la inversión que se hace para atender las consecuencias de las enfermedades crónicas enfrentan el reto de que estas personas se pueden infectar e incluso llegar a un desenlace fatal.

México tiene una carga de enfermedad diferenciada en magnitud y localización geográfica, y está en una franca transición epidemiológica, con grandes éxitos en la prevención y el control de enfermedades infecciosas a través del tiempo: eliminación de polio, sarampión, rubeola congénita y de rabia transmitida por perro; asimismo, tratamiento universal de VIH/SIDA, un amplio programa de vacunación universal, eliminación de tracoma, focos palúdicos aislados, etc. Aun con todos los logros, México, como cualquier otro país, enfrenta riesgos para la estabilidad de las condiciones de salud en toda la población, que son de nivel local, regional y global.

Las enfermedades infecciosas no se han ido, y las tenemos con un perfil diferente del que teníamos hace 50 años; es decir, hoy existen infecciones persistentes, emergentes y reemergentes concurriendo con enfermedades crónicas. Por eso es indispensable reforzar los programas de prevención y trabajar sobre los determinantes que favorecen el desarrollo de enfermedades crónicas como obesidad, diabetes y sus consecuencias, y seguir trabajando en la prevención y el control de las infecciones ya controladas y en las que nos falta controlar.

Los programas de salud pública de prevención y control de enfermedades, en la actualidad incluyen una visión integral para evitar los determinantes de los problemas relacionados tanto con las enfermedades infecciosas como con las enfermedades crónicas.

Es importante llamar la atención de la población para el autocuidado de nuestras condiciones de salud, participando activamente en promover la alimentación y la vida saludable, así como la adherencia a los programas de vacunación, e igualmente, procurando el cuidado del entorno familiar.

*Especialista en salud pública. Invitada por el Dr. Eduardo C. Lazcano Ponce.