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Plan de salud comunitaria en el Soconusco, Chiapas, ante las olas de calor

Norma Edith Rivero Pérez, Antonio Trejo Acevedo, Beth Bee, Liriet Álvarez y Horacio Riojas Rodríguez*

México está sufriendo la peor temporada de calor en su historia, producto del cambio climático global. Las actividades humanas están afectando el clima, y con ello, la salud y el bienestar de las personas. A medida que la temperatura aumenta, las olas de calor se extienden en el país, tanto en intensidad como en duración.

El Programa de Investigación en Cambio Climático, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pronostica que prácticamente todos los estados del país superarán el incremento de 1.5 grados promedio de temperatura durante la siguiente década. Las elevadas temperaturas notificadas para México son causadas por el flujo de aire cálido procedente del océano Pacífico, el Golfo de México y el mar Caribe. Éstas pueden provocar en las poblaciones estrés térmico con síntomas como dolor de cabeza, cansancio o golpe de calor clínicamente diagnosticado. Además, hay otros efectos en el bienestar como la dificultad para dormir y, en la población vulnerable, el incremento del riesgo de muerte por agotamiento o por golpes de calor. Por lo anterior se recomienda adoptar medidas preventivas, evitar la exposición prolongada al sol, hidratarse y poner atención a enfermos crónicos, infantes y adultos mayores.

Existen regiones en el país que tradicionalmente han registrado las temperaturas más elevadas, como es el caso de la región del Soconusco, en Chiapas. Dentro de esta zona, la situación es especialmente delicada porque una gran proporción de personas trabaja en actividades agrícolas, sujeta además a condiciones riesgosas debido a un limitado acceso a la atención médica, junto a fenómenos como el envejecimiento, la pobreza, la migración y la marginación.

La falta de conocimientos sobre las enfermedades relacionadas con el calor en México y el mundo señala la necesidad de llevar a cabo investigaciones sobre los efectos en la salud de esa condición climática, pero también de desarrollar y evaluar intervenciones exitosas. Como reflejo de esto, la Organización Panamericana de la Salud recomienda a los Estados miembros desarrollar planes de acción locales, que incluyan mejores capacidades de pronóstico, capacitación y vigilancia epidemiológica, así como de comunicación para el público. La difusión de información y el trabajo en colaboración con las comunidades ayudan a la población a comprender y evaluar sus propios riesgos y tomar las medidas apropiadas para la prevención y preparación.

El Instituto Nacional de Salud Pública, en colaboración con las universidades de Carolina del Este, del Estado de Florida y del Estado de Ohio, en Estados Unidos, y con la UNAM, desarrolla el proyecto “Evaluación de un plan de acción para el manejo de los efectos en salud por calor en zonas rurales de México”, el cual fue aprobado por la fundación Wellcome Trust’s Collaborative Awards in Humanities and Social Science, la cual apoya proyectos de investigación que abordan problemas urgentes de salud.

El proyecto se desarrolla en la costa de Chiapas, en ocho comunidades rurales representativas del Soconusco, con perfiles socioeconómicos y ambientales similares. En esos lugares se desarrollará, probará y evaluará un plan de acción relevante a nivel local, culturalmente apropiado e impulsado por habitantes de las comunidades. El proyecto consiste en:

1) implementar un sistema de alerta temprana y vigilancia, con participación comunitaria;

2) evaluar y desarrollar capacidades para que trabajadores de la salud identifiquen y respondan ante las enfermedades relacionadas con el calor, y

3) desarrollar un programa de educación preventiva, con herramientas de aprendizaje y comunicación, para formar una red intercomunitaria que propicie el intercambio de información y para abordar los desafíos locales que presenta la gestión de riesgos de salud por calor, con el apoyo de las instituciones de salud en la región.

El proyecto consta de tres etapas: como parte de la primera, la cual inició a fines de 2023, se lleva a cabo un diagnóstico sobre el impacto del calor en la salud, así como la identificación de conocimientos, actitudes y prácticas relacionadas con el manejo de eventos de calor extremo y estrés térmico en las comunidades. Participan las clínicas de salud comunitaria, el hospital general y las unidades médicas familiares de Tapachula.

Durante la segunda etapa, junto con las comunidades se codesarrollará y se evaluará un plan de acción a nivel local, culturalmente apropiado e impulsado por los habitantes de las comunidades. Para ello se empleará una estrategia de educación preventiva, a través de un programa de educación ambiental a nivel individual y comunitario (se trata de fomentar una “cultura de prevención por el golpe de calor”), con el objetivo de establecer la red intercomunitaria antes mencionada, para la prevención, mitigación y adaptación de los riesgos de salud por el calor. Aunado a ello se codesarrollará un sistema de alerta temprana y vigilancia en salud con la población, para identificar y responder al estrés por calor. Igualmente, en colaboración con climatólogos de la UNAM, se montará un sistema de predicción climática de nivel local gestionado por las comunidades. Finalmente, durante la tercera etapa se evaluará el impacto de la intervención mediante el análisis del cambio que hubiesen presentado las enfermedades relacionadas con el calor en las comunidades.

Los resultados obtenidos podrán replicarse en comunidades y unidades médicas de la costa de Chiapas que presenten condiciones similares, así como en otros sitios del país con características semejantes.

*Especialistas en salud pública. Invitados por el Dr. Eduardo C. Lazcano Ponce.