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“El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros”.

Este libro inicia con el spoiler más grande de todos: el protagonista será asesinado. Lo sabemos desde el primer párrafo y el autor vuelve a mencionar el suceso cada vez que tiene oportunidad.

¿Cómo mantener la atención del lector después de revelar el desenlace de la historia?, ¿cómo sorprenderlo página tras página si renunciaste a tu oportunidad de emboscarlo con el evento más importante del libro?

“Nunca le pareció legítimo que la vida se sirviera de tantas casualidades prohibidas a la literatura, para que se cumpliera sin tropiezos una muerte tan anunciada”.

Casi todo el pueblo sabe que Santiago Nasar será asesinado, algunos intentan alejarlo de aquellos que lo esperan en la calle sosteniendo grandes cuchillos para destazar cerdos, otros procuran advertirle, alguien más distrae a los asesinos. Incluso aquellos que cometerán el crimen se esmeran en anunciarle su muerte, como si desearan con todas sus fuerzas que se escapara. Porque Santiago Nasar es carismático y querido. Además, casi todos en el pueblo dudan que cometiera “la ofensa” que le costará la vida.

Pero el protagonista parece perseguir a la muerte sin notarlo. El libro se llena de milagrosas casualidades que lo empujan hacia los cuchillos. Podría parecer una ingeniosa telaraña tejida por este autor amante del realismo mágico, pero resulta ser la reconstrucción de un hecho real, que Gabriel García Márquez rescata, con sus habilidades periodísticas, varios años después de que se cometiera el crimen. Quizás uno de los libros de ficción más cercanos a la realidad escritos por este autor, sin perder sus chispazos surrealistas.

“La cavidad abdominal estaba ocupada por grandes témpanos de sangre, y entre el lodazal de contenido gástrico apareció una medalla de oro de la Virgen del Carmen que Santiago Nasar se había tragado a la edad de cuatro años”.

Detrás de la historia encontramos un retrato de las oscuras sentencias que una sociedad patriarcal coloca sobre la espalda de hombres y mujeres. Durante la noche de bodas, el esposo de Ángela Vicario descubre que ella no es virgen, así que la devuelve a su familia. En sus hermanos recae la responsabilidad de recuperar su honra, asesinando al hombre que visitó en secreto su cama antes del matrimonio. Es su destino y su deber, no se considera un crimen porque se realizará en defensa del honor familiar. Todos en el pueblo lo saben, incluso piden que los arresten para librarlos del “horrible compromiso que les ha caído encima”.

De Ángela Vicario se espera que sea santa, virgen y obediente, que sepa sufrir sin quejarse y que se case sin amor. De sus hermanos se espera que sean territoriales y agresivos, se les exige “que cumplan como hombres”, aunque para eso tengan que asesinar a un amigo tal vez inocente, porque en la historia nunca queda claro si Santiago Nasar cometió “la ofensa” de la que se le acusa, o si Ángela Vicario lo señala para proteger a su verdadero amor.

“Ella se demoró apenas el tiempo necesario para decir el nombre. Lo buscó en las tinieblas, lo encontró a primera vista entre los tantos y tantos nombres confundibles de este mundo y del otro, y lo dejó clavado en la pared con su dardo certero, como una mariposa sin albedrío cuya sentencia estaba escrita desde siempre”.

En este retrato de la presión social y de la doble moral, Santiago Nasar es perseguido porque tal vez tuvo sexo consensuado con una mujer a la que sus padres destinaron al matrimonio, pero nadie lo critica por acosar menores de edad, lo cual no era reprochable para un hombre adinerado en aquella época. Tampoco se critica a la madre que golpea sin piedad a Ángela Vicario en el rostro durante casi dos horas, la noche en que su esposo la devuelve por encontrarla “impura”.

Un narrador testigo reconstruye los hechos a partir de los testimonios de un pueblo de opiniones contrarias, algunos aseguran que ese día llovió para anunciar la tragedia, otros afirman que el cielo soleado no reveló pistas sobre el crimen. Algunos afirman que Santiago Nasar no merecía morir, otros lo condenan. La narración es una cebolla que pierde lentamente sus capas para mostrarnos cada vez más piezas de este caleidoscopio y el tiempo no transcurre lineal, es más bien un remolino que avanza y retrocede con la palabra de los testigos.

*Crónica de una muerte anunciada es una lectura que recomiendo para aquellos que busquen un libro corto. Ágil en su avance, complejo en su estructura y bello en las imágenes que parpadean entre líneas.

“Lo matamos a conciencia, pero somos inocentes…”

*Crónica de una muerte anunciada

125 pp. Editorial Planeta Mexicana, 2010

Gabriel García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927)