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Esta semana se tituló una jovencita de la licenciatura en educación para el medio indígena en la UPN, mereció mención honorífica anunciada en presencia de sus dos abuelas, su madre y un par de primas. Sólo mujeres de su ciudad la acompañaron, aparte del jurado. Uno podría pensar que los hombres estaban trabajando, claro que es posible, pero lo siguiente nos habla del compromiso de las mujeres por la educación de su prole.

Cuando ella era pequeña, sus profesores se dieron cuenta de sus grandes capacidades y le hicieron ver a su madre que era importante sostenerla en la escuela y apoyarla, su potencial era grande. Su madre creía en ella y por supuesto hizo un esfuerzo mayor para empujar que avanzara en sus estudios. Elisa, la egresada, ha sabido responder a las altas expectativas de sus docentes de entonces y actuales, como de su madre y abuelas, y ha llegado a ser la primera graduada de licenciatura en toda su familia. Ha descollado, producto de sus propias capacidades como de la acción colectiva, familiar y comunitaria, para que desplegara sus alas. En otras palabras, varias pedagogías se refieren al valor de las altas expectativas por parte de la familia y los docentes, en los resultados que obtienen las y los alumnos. Cada quien tiene su rol importante en estos logros individuales, que tienen algo de colectivos.

Elisa hizo un diagnóstico desalentador sobre la pérdida paulatina, pero consistente, del náhuatl en Hueyapan, como marco para su propuesta pedagógica dedicada a infantes de preescolar, sobre su sana alimentación. La presentó exactamente el día internacional contra la diabetes, en que a través de los medios se confirma el terrible panorama nacional de primer lugar en el mundo por cantidad de enfermos en tal condición, entre otras condiciones, como obesidad y sobrepeso, y en especial, de infantes. Su propuesta, a la vez que desarrolla estrategias pedagógicas para atender el programa oficial, aborda desde varios campos del conocimiento, y en náhuatl como en castellano, la sana alimentación.

Los expertos en salud pública estiman que es una carga demasiado pesada para el sistema de salud, como para sus familias, atender a quienes ya han desarrollado diabetes avanzada, y que debemos privilegiar su prevención, si ha de ser viable este sistema de salud. ¿Qué mejor que estas propuestas pedagógicas? Sí, desde la primera infancia, se desarrollan hábitos, concepciones sobre la alimentación e indirectamente sobre la salud, y viejos patrones de infantes “gorditos y cachetones” presagian enfermedades a futuro, insostenibles para las familias y para la sociedad. Desde el sistema educativo, tenemos mucho qué hacer al respecto y desde el ámbito doméstico.

Junto con esas tareas, también debemos cuestionar el poco involucramiento de padres y hombres de la familia, en los estudios de la prole, mostrando no sólo el gran valor para sus crías por la presencia y acompañamiento paterno en lo educativo, sino por la dignificación de esas paternidades al hacerlo.

En tanto, la tendencia a que el náhuatl permanezca vivo en Morelos, decrece, y con ese proceso, perdemos todos en riqueza y diversidad cultural. Hay ejemplos de mantenimiento y desarrollo de las lenguas originarias, mediante políticas culturales transversales, multisectoriales, que debemos atender y seguir. Nos toca alguna responsabilidad en conseguirlo.