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MIGRACIÓN FORZADA

 

Las Organización de Naciones Unidas (ONU) a lo largo de su existencia ha constituido los llamados “días internacionales “, que también pueden ser semanas o años internacionales, con el propósito de destacar la importancia e impacto de determinados temas o problemas que deben ser atendidos por la comunidad mundial.

El día de hoy 18 de diciembre se conmemora el “Día Internacional del Migrante” el cual fue acordado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 4 de diciembre del año 2000, «teniendo en cuenta el número elevado y cada vez mayor de emigrantes que existe en el mundo, alentada por el creciente interés de la comunidad internacional en proteger efectiva y plenamente los derechos humanos de todos los migrantes, y destacando la necesidad de seguir tratando de asegurar el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los migrantes».

De acuerdo a la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) un migrante es “cualquier persona que se desplaza, o se ha desplazado, a través de una frontera internacional o dentro de un país, fuera de su lugar habitual de residencia independientemente de: 1) su situación jurídica; 2) el carácter voluntario o involuntario del desplazamiento; 3) las causas del desplazamiento; o 4) la duración de su estancia”.

La dimensión de la migración mundial queda patente, cuando la OIM señala que en el año 2020 había aproximadamente 281 millones de personas que vivían en un país distinto al suyo, lo cual representaba a esa fecha el 3.6% de la población mundial, y a la vez triplicaba la cifra correspondiente al año 1970.

La migración sin duda trae muchos beneficios, como la oportunidad de que las personas encuentren condiciones para desarrollarse mejor, o para conseguir trabajo y generar ingresos que envían a sus familias que se quedaron en su país de origen. Ejemplo de ello son los ingentes volúmenes de remesas que se transfieren por este tipo de migrantes. La misma OIM registra que en el año 2000 se transfirieron desde Estados Unidos 126,000.00 millones de dólares a otros países por este concepto, y dicha cifra llegó a 702,000 millones en el año 2020. En ese año, los principales países de destino de las remesas fueron, en orden descendente, India, China, México, Filipinas y Egipto.

La preocupación, sin embargo, es sobre la migración que se produce de manera forzada por conflictos bélicos, por crisis económicas, desastres ecológicos, o por hambrunas, que se hace en condiciones de riesgo e indignidad para los emigrantes, y que además violenta a los habitantes del país receptor. Para ordenar este tipo de migración no deseada, existen las visas humanitarias que suelen ofertan los países receptores, solución que no siempre es plenamente satisfactoria.

Por otra parte, en condiciones de menos grado de dificultad de gestión, la OIM propone mecanismos, como los programas ordenados de migración laboral o de reclutamiento de especialistas, y de permisos de trabajo o de residencia para los inmigrantes indocumentados que ya viven en un país, buscando aplicar el criterio de reunificar familias, sin importar el nivel de competencias de sus miembros.

Bajo cualquier forma, la problemática del migrante forzado, ya sea dentro o fuera de su país, es siempre compleja, en razón de que está en una condición de vulnerabilidad en muchos sentidos, sujeto a explotación laboral, violencia xenofóbica, y sin servicios básicos, como la salud y la educación. Además, no es fácil para el migrante enfrentar el desarraigo de la tierra propia, de la familia, y en general, de sus prácticas culturales. En el caso de inmigrar a un país con otra lengua, el tema de la incomunicación dificulta aún más la estancia. Un mecanismo de sobrevivencia es la creación de guetos culturalmente afines, los cuales sólo aminoran, pero no resuelven a fondo los problemas señalados.

En la búsqueda de salvaguardar los derechos humanos de los migrantes, podemos constatar que el peso de la responsabilidad de cumplimentarlos recae en los países que sólo sirven de tránsito o destino, como es el caso de los migrantes de diversos países que pasan por México, y buscan ingresar a los Estados Unidos; sin embargo, poco se habla y se hace para que los países expulsores asuman la responsabilidad que tienen por dicho fenómeno social.

En efecto, resulta muy cómodo para los gobiernos de los países expulsores deshacerse de la población que se ve obligada a migrar, sin tener que darle cuentas a nadie. No se somete al debido escrutinio, si la razón de la migración es porque esos gobiernos no pueden, no quieren, o no saben cómo atender el problema que motiva la migración de sus connacionales.

Es muy importante abundar sobre el tema de la corresponsabilidad intergubernamental en la solución del problema de la migración forzada, y distinguir lo que debería corresponder en toda justicia y en lo particular, a los gobiernos de los países, ya sean expulsores, de tránsito, y/o receptores. Lo anterior, sin mengua de reconocer que ese hecho tiene causas de orden estructural de la forma en que opera la economía y la política internacional.

*Interesado en temas de construcción de ciudadanía.