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¿QUÉ ONDA CON LA JUVENTUD?

 

Los llamados “días internacionales de…” definidos y aprobados por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), son un mecanismo para recordar periódicamente problemáticas de interés general para la humanidad y motivarnos a tomar acciones para solucionarlas.

En el año 2014, la ONU declaró el 15 de julio como el Día Mundial de las Habilidades de la Juventud, para destacar la importancia de que los jóvenes adquieran las aptitudes necesarias para “el empleo, el trabajo decente y el emprendimiento”.

Según Statista, plataforma global de datos e inteligencia empresarial, “la tasa global de desempleo juvenil estimada para 2024 ascendió al 13,48% lo que supone un descenso de un punto porcentual con respecto a 2021. En cuanto a la evolución futura, las previsiones apuntan a un crecimiento sostenido y controlado en el tiempo, eso sí, manteniéndose siempre por debajo del 15%”.

Más allá de estas cifras agregadas y promediadas que difícilmente dan cuenta de la problemática diferenciada y específica entre países, y regiones dentro de cada país, el punto central es reconocer la gran dificultad de vincular adecuadamente en el corto plazo la oferta y demanda de empleo juvenil, y más complicado aún en el imprevisible largo plazo, en razón del acelerado cambio tecnológico.

El desempleo de la población en general, y de la población juvenil en lo particular, no es una problemática social que se deba analizar de manera aislada de todo lo que está sucediendo en la economía mundial, ni de los importantes cambios del actual orden geopolítico. Sin duda, el fenómeno actual del desempleo hace referencia, como causa y como efecto, al modelo económico, político, social y cultural que se ha impulsado en los últimos 60 años.

La engañosa narrativa promovente de la doctrina de la “competencia de libre mercado” como motor de la economía, y su derivada de que traería beneficios a toda la sociedad, lo único que produjo en la realidad fue la concentración de la riqueza mundial en cada vez menos manos, y el incremento de la inequidad social.

Fenómenos recientes, como la creación de “mega-fondos” de inversión que controlan las acciones de las grandes corporaciones multinacionales, como por ejemplo las que promueven el desarrollo tecnológico de la robótica y de la inteligencia artificial con la idea de mejorar la relación costo/beneficio en la generación y administración de la riqueza, están dando como resultado que el trabajo humano sea cada vez más prescindible, debilitando con ello la tensión dinámica de la relación capital/trabajo que ha caracterizado en gran medida el modelo económico vigente en Occidente. Esta situación es especialmente delicada en países capitalistas de “libre mercado”, ya que las personas requieren de ingresos monetarios para vivir con dignidad en lo material, y de tener un trabajo significativo que le dé sentido a su vida personal.

Estos cambios tecnológicos modifican el espectro de lo que se conoce como “mercados laborales”, esto es, el menú de posibilidades de inserción de las personas en empresas productivas de diverso tamaño y sector, lo cual, por cierto, presiona a su vez a los sistemas de educación media y superior de los países, para que “produzcan” el perfil de egresados que requiere el mercado. A esta problemática hay que sumarle la corriente de pensamiento llamada “crecimiento cero”, la cual aboga por la búsqueda del equilibrio demográfico mundial, y por la detención y disminución del crecimiento económico. Lo anterior, por motivos ecológicos, y de contención del consumismo irracional promovido por el capitalismo; con ello se esperaría alcanzar un estadio en donde el volumen de capital y de población se mantengan dentro de determinados parámetros de control.

El hecho es que la juventud actual, a diferencia de generaciones anteriores, enfrenta un horizonte de incertidumbre, lo que le impide planear adecuadamente su propia vida. Ya no es totalmente cierto, como antes, de que el grado de escolaridad está necesariamente vinculado al nivel de ingreso y de oportunidades de trabajo; peor aún, la volatilidad de los mercados laborales puede determinar que el campo de estudio seleccionado al inicio de los estudios universitarios, al finalizarlos, ya no se ajuste al perfil de la demanda laboral.

En este marco surge el exhorto de la ONU a concientizarnos de la importancia de que los jóvenes adquieran las aptitudes necesarias para “el empleo, el trabajo decente y el emprendimiento”. Un camino para lograrlo es el llamado “emprendimiento social”, el cual consiste básicamente en crear empresas que vinculen la adquisición de saberes, habilidades y técnicas, con la solución de problemas específicos, en un territorio particular. Este perfil de empresas busca hacer compatible la rentabilidad empresarial en la producción de bienes y servicios, con la visión y compromiso para resolver problemas comunitarios, con una visión ecológica.

https://www.cairn.info/revue-recherches-en-sciences-de-gestion-2015-6-page-137.htm#:~:text=Se%20diferencian%20de%20otros%20emprendimientos,o%20ambiental%20por%20medios%20comerciales.

Este enfoque se plantea como una herramienta organizativa para promover el desarrollo local, pretensión por cierto formulada desde la década de los años sesenta del siglo pasado, como respuesta y contrapunto a la doctrina del modelo de crecimiento económico global.

Por el bien de la juventud actual y de las generaciones futuras, hay que explorar modelos de desarrollo innovadores y a escala humana al interior de cada país que respondan a las necesidades de las personas reales y no al insaciable deseo de ganancia inmediata del anónimo capital nacional e internacional.

*Interesado en temas de construcción de ciudadanía.