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Una educación posible

Aristeo Castro Rascón*

Recuerdo cuando una actividad disruptiva en clase consistía en traer rodando un televisor para ver una película; o cuando había que trasladarse a la sala de cómputo de la escuela, si querías usar la nueva tecnología; los videojuegos requerían de un lugar específico, extramuros, sobre todo, la casa de un amigo o el centro comercial, por ejemplo; y la red social se destejía en las páginas de un chismógrafo.

Hoy, todo esto está a la mano de alumno y maestro. Social network o social media; g-learning o gamificación; realidad aumentada o metaverso; plataformas digitales, inteligencia artificial generativa (de texto, imagen y video); todo, es tecnología cuya presencia en el ámbito educativo no sólo es común, sino, acelerada.

Así, puesto que, quien siente nostalgia al recordar el chismógrafo en clase o las maquinitas después de la escuela, no es el mismo alumno que quien, hoy día, aprende en el aula con videojuegos o deconstruye afectividades en la social network, cabe preguntar, ¿qué tipo de subjetividad construye el estudiante ante dicha presencia tecnológica en su educación?, o, si se me permite, ¿en dónde radicará su nostalgia?

Al respecto, creo tener una pista en la pregunta por la tecnología. Heidegger, por ejemplo, en su noción de artefacto incluye, no sólo la herramienta y el instrumento, sino la máquina y el aparato. Y, qué tienen en común estos objetos; que todos, para dicho pensador, se definen por ser útiles, esto es, por el uso humano al que están vinculados (El ser y el tiempo, 2005).

La tecnología, entonces, en su acepción de artefacto, puede definirse con base en y en tanto que su interacción o convivencia práctica o con el humano. Un ejemplo lo expone el Posthumanismo, con la filósofa Francesca Ferrando, quien dice que, “una de las principales consecuencias de las interacciones humano/robot se puede encontrar en el devenir-máquina del humano y en el devenir-humano de la máquina” (Philosophical Posthumanism, 2019), esto es, ambas entidades, humano y máquina, se construyen y definen desde su interacción o convivencia.

Ahora bien, nuestra convivencia práctica con las cosas, para Heidegger, equivale a un modo de acceder al mundo; es decir, un modo distinto al teórico o epistémico, pues, en éste, se hace abstracción del mundo y su acceso es, más bien, un replegarse del intelecto sobre sí mismo; el concepto y la representación son expresiones de esta importante actividad intelectual, la cual, construye conocimiento. Pero, es un mirar.

Por su parte, acceder al mundo desde la práctica, para Heidegger, consiste en un modo inmerso de acceder; un modo circunspectivo, un mirar alrededor que emerge en el encuentro con lo real y el entorno humano. Es una inmersión en la que el sujeto no aprehende objetualmente, sino que co-aprehende situacionalmente. La phronesis o prudencia, por ejemplo, es de este modo de mirar.

Los encuentros así establecidos abrevan también de la distinción episteme/poiesis en la téchne o técnica. Para Heidegger, desde Platón hasta nuestros días, el entendido de téchne que ha prevalecido es el de episteme, esto es, la técnica como conocimiento o logos, mientras que, su acepción de poiesis, esto es, la técnica como creación o proyección ha sido olvidada.

Por ello, en tanto que artefacto, primero, y, en tanto que poiesis, después, la tecnología, en su convivencia práctica, de uso o prágmata, con el humano, permite en el estudiante un modo de acceder al mundo que consiste en un mirar alrededor y no sólo en un mirar, “sin reducir ni limitar sus posibilidades de modo de revelar”, en palabras de Ferrando.

Así, la primera pista, que acaso nos permita vislumbrar el tipo de subjetividad que, con la presencia tecnológica, hoy día, el estudiante construye, se encuentra en la oportunidad, a la mano, de proyectar, desde un punto de vista práctico, escenarios posibles auténticos respecto su convivencia con la tecnología; un modo inmerso de estar, en lugar de sólo un mirar al contenido epistémico de una asignatura.

*Profesor de Tiempo Completo e Investigador del Colegio de Morelos.