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Una educación futura

Aristeo Castro Rascón*

En la anterior colaboración, Una educación posible, nos pusimos nostálgicos y descubrimos que la presencia tecnológica en el aula construye subjetividades tanto en el estudiante de hoy como en el de ayer. Sin embargo, respecto el tipo de subjetividad en el estudiante actual, que dicha presencia tecnológica permite formar, en dicha colaboración, sólo obtuvimos una pista; he aquí la segunda.

La educación, su concepto, surge en la Grecia Antigua, y, este aspecto de originalidad es el que quiero traer a colación, pues inaugura, la paideia, un entendimiento sobre lo humano (Jaeger, Paideia, 2001), a saber, su naturaleza antropoplástica o su capacidad de ser moldeado.

En este sentido, original, para este análisis no resulta principal la forma bajo la cual la naturaleza humana se moldea, sino la plasticidad de la naturaleza humana, condición que el concepto de paideia revela. No obstante, la forma sí es relevante porque permite cuestionar en qué medida se asume o se integra dicha plasticidad; y, el sólo hecho de cuestionarla, creemos, plantea ya un ejercicio de libertad, ético y digno.

La paideia, entonces, en la Grecia Antigua, se establece deliberadamente con el propósito de formar algo que puede ser formado, lo cual, considero, plantea tres aspectos fundamentales: 1) proyectar, en tanto que la forma pretendida en la naturaleza humana no es actual, sino posible, 2) transformar, en tanto que la naturaleza humana puede ser distinta de lo que es, y 3) in-formar, en tanto que la naturaleza humana asimila una forma.

El concepto de paideia revela que la educación tiene como base o punto de partida la naturaleza plástica humana, con lo que, una forma ad hoc a la presencia tecnológica en el aula tendría que asimilar e integrar los aspectos proyectivo-transformativo-in/formativo atrás dichos.

Además, dicha forma no se asume estática, sino dinámica, en tanto que interactúa en el proceso proyectivo-transformativo-in/formativo humano; así, tanto la forma como la naturaleza humana se afectan mutuamente.

Por ello, el concepto de educación es congruente con los modos de revelar que la convivencia de uso o interacción práctica entre estudiante y tecnología, hoy día, permite producir, ya que asume e integra la plasticidad natural humana en una forma abierta a la transformación, proyección e in-formación.

Dado este punto de encuentro, entre educación y tecnología, entre plasticidad natural humana y modos de revelar de la tecnología, el estudiante actual se encuentra en condiciones inigualables, únicas, para construir su propia subjetividad, esto es, construirla con base en su propio criterio, entendido éste como, “disposición práctica que concierne a la regla de elección” (Aubenque, La prudencia en Aristóteles, 1999).

La segunda pista, entonces, hasta aquí esbozada, respecto el tipo de subjetividad en el estudiante actual, consiste en señalar al ámbito educativo, en donde dicha presencia tecnológica tiene lugar, como el espacio idóneo para la construcción de un criterio o modelo propio, esto es, un ámbito en el que el estudiante actual -y maestro- tiene la oportunidad de con-formar su propia plasticidad, mirando alrededor y proyectando escenarios posibles auténticos, poiéticos, y de acción.

*Profesor de Tiempo Completo e Investigador del Colegio de Morelos.