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¿Qué es la localización?

El término economía espacial se refiere al papel que juega la ubicación geográfica en la valorización del suelo urbano, de modo que la oferta y la demanda configuran los mercados dependiendo de la proximidad a los bienes y servicios circundantes. Sin embargo, sería el eminente geógrafo brasileño Milton Santos quien argumentaba que el espacio geográfico influye en la organización de las actividades económicas y sociales además de que juega un papel fundamental en la configuración de los mercados y de las relaciones de poder. Esto es fundamental para entender la manera en que la distribución de mercancías, el acceso a infraestructuras de transporte y la disponibilidad de recursos, influyen en la forma en que se desarrollan las regiones, pero quizá lo más trascendente sea, que todo ello genera desigualdades espaciales que marginan o excluyen ciertas áreas de los beneficios de la localización.

Lo anterior resulta interesante para el caso de Morelos, ya que su ubicación geográfica lo coloca en una posición importante dentro del contexto regional, si consideramos las interacciones del estado con la zona metropolitana de la Ciudad de México, Toluca y Puebla, configurando así una zona económica importante. Es así que la concentración de industrias, de mano de obra calificada, de redes de transporte y de cadenas productivas lo que potencializa la disponibilidad de recursos necesarios para la manufactura. Es importante destacar que las economías de aglomeración permiten reducir costos de producción y de transporte, haciendo más eficiente el ecosistema productivo, además de conformar un mercado a partir de la concentración de bienes y servicios a escala regional.

Todo esto es importante porque el suelo se valoriza a partir de ciertas intervenciones que se realizan en el territorio, como pueden ser la construcción de carreteras, la extensión de infraestructuras y servicios, la zonificación del espacio urbano, o la creación de nuevos equipamientos culturales, médicos, deportivos, comerciales o de entretenimiento. Es en este sentido que las ciudades desarrollan formas urbanas de acuerdo con la valoración del suelo, que ocurre a partir de su localización, accesibilidad, prestigio, historia, centralidad, y flexibilidad. Sin embargo, esto resulta en una distribución diferenciada y heterogénea en el territorio, consolidando con ello las inequidades espaciales que contribuyen a mantener las jerarquías, las divisiones y el status quo. Es por ello que sostenemos que el suelo urbano es instrumental para el desarrollo de actividades económicas, por lo que se le considera un bien de consumo de alto valor, independientemente de las cualidades materiales de los inmuebles que ahí se localicen.

A este respecto se puede decir que existe una especialización social del territorio, en donde los sectores socioeconómicos de mayores ingresos adquieren los predios con la mejor localización, pero en donde la valorización del suelo excluye a los sectores marginales de la población. Es en este sentido que ciertas localizaciones implican costos adicionales para la provisión de servicios debido a que las infraestructuras pueden resultar más costosas, como por ejemplo, en terrenos con una topografía accidentada o con pendientes elevadas, o en sentido inverso, en suelos inundables que deriven en costos adicionales por contingencias, rellenos o desazolves. Dentro de los mecanismos económicos de la localización, los espacios más atractivos serán los más demandados, generando un alza en los precios de determinadas zonas o de la ciudad en general, lo que deja fuera a los sectores de la población que no puedan acceder a lugares con una centralidad fuerte.

En síntesis, la economía espacial explica la manera en que la ubicación geográfica impacta la estructura económica y social del territorio. Milton Santos subrayaba que el espacio influye en la organización económica y social al generar desigualdades, lo que se evidencia en el caso de Morelos, un estado estratégicamente ubicado en una región clave, pero en donde la valorización del suelo por acciones estatales moldea la urbanización y agudiza sus diferencias. Así, la demanda impulsa los precios de modo que los sectores privilegiados monopolizan las ubicaciones deseables, en tanto que los grupos vulnerables quedan marginados de las centralidades.