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Es un debate que nos debemos los que trabajamos en este tema. Claro, que no quiero compartir con uds, algo que aún ni nosotros tenemos muy definido conceptualmente. Sin embargo, y aprovechando que esta columna me permite comunicarles nuestras dudas y actividades, me pareció adecuado entrarle a esta diatriba.

Sin intención de repetir, ya sabemos que por economía social nombramos experiencias vinculadas con formas cooperativas y mutuales. Abarcando un poco más el espectro un manojo de experiencias poco o menos sistematizadas han sido nombradas también como economía solidaria.

Sin embargo, y aunque no lo crean, en muchos países, y a mi entender justamente se les denomina economía popular. ¿Es lo mismo? ¿de qué están hablando cuando hacen referencia a la economía popular?

Precisamente con esta acepción nombran a un conjunto de trabajadores heterogéneos donde no prima el trabajo asalariado, por ende, sin empleo, que se auto organizan, que trabajan sin un contrato, o si lo tienen es por un tiempo determinado, vinculado por ejemplo a un proyecto, sin prestaciones sociales, que están excluidos del mundo laboral formal, pero que están explotados igualmente por el capital, aunque el capital se haya retirado para organizar su trabajo.

Y aquí radica la singularidad de quienes están elaborando conceptualizaciones que posteriormente pueden aportar a una política social más consolidada a la de una política vinculada sólo con un estado de bienestar inexistente por otra parte en nuestras realidades, y en donde pretende estarlo, vinculado exclusivamente con empleos insertados en los circuitos formales de la economía.

No se trata de regenerar el concepto de trabajo vinculado al empleo. Ya casi estos sujetos sociales no tienen esta oportunidad. Se trata pues de visibilizar y valorizar el trabajo de los trabajadores que se manifiesta como un gran síntoma de la sociedad actual.

En este universo “popular” encontramos campesinos con tierra, pero sin poder producir, mujeres productoras, pero sin tierra, trabajadores de plataforma, trabajadores de los cuidados, trabajadores que reciclan, aquellos que producen alimentos, manufacturas, trabajadores de la construcción, así como actividades socio-comunitarias, vendedores de la calle, vendedores en mercados auto regulados, entre muchas otras más.

Es fácil encontrarlos, están ahí, entre nosotros, para muchos es común definirlos informales, excluidos, de changarros, casi despectivamente.

Propongo cambiar el orden de las cosas, ampliar el concepto de trabajo, pensar categorías para definirlos, eso nos ayudará posteriormente a crear nuevas institucionalidades. Refundemos el pensamiento crítico. Pensemos en nuevos parámetros reguladores.

En la economía social y solidaria los tenemos identificados como la cooperación y la solidaridad. Esto ayuda a construir identidad.

Con los trabajadores desvalorizados falta eso, construir una identidad del trabajo. Por eso las categorías conceptuales son tan necesarias. Ellas nos permiten clasificar para valorizar, visibilizar y atender. Se dice: “donde hay una necesidad nace un derecho”. Sin embargo, donde hay una necesidad debe nacer una organización que ayude a instituir un derecho.

¿Nos ayudan? El NODESS Morelos Solidario y Cooperativo trabaja en pos de apoyar estas iniciativas.

 

*Investigador de tiempo completo en el CRIM-UNAM. Coordinador del Grupo de Trabajo Investigación, Capacitación y Difusión del NODESS Morelos solidario y cooperativo.