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El impostergable viraje de la política ambiental de México

(Segunda y última parte)

 

Como avanzamos en la entrega anterior, es evidente que la quema indiscriminada de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas), así como el modelo alimentario basado en el consumo de carne, fueron pésimas ideas que están en la base del calentamiento global y ocasionarán no sólo la pérdida de la estabilidad climática, sino que amenazan con reducir a la mitad a la humanidad al final del presente siglo.

La humanidad, a causa de su adicción por los combustibles fósiles y el consumo de carne de vaca está generando un clima que está perdiendo su estabilidad.

En las décadas que vienen serán cada vez peores las sequías, inundaciones, huracanes, ondas de calor, ondas gélidas… tendremos regiones enteras que se harán inhabitables a causa de tales fenómenos, descenderá la producción agrícola, muchas ciudades costeras quedarán bajo el agua y los refugiados ambiéntales se contarán por millones.

En nuestros días tenemos una pequeña ventana de oportunidad para evitar los peores efectos del Calentamiento Global Antropogénico: reducir a la mitad nuestras emisiones de Gases de Efecto Invernadero en el 2030 con el fin de anularlos completamente en el 2050.

Lograr un objetivo tan ambicioso pasa, en primer lugar, por dejar atrás la ecocida política ambiental de AMLO y que la ya designada Secretaria de medioambiente, Alicia Bárcena, cumpla su promesa de “cambiar el extractivismo por la sustentabilidad” –lo cual, por cierto, es acorde a lo sostenido en múltiples ocasiones por la presidente electa. Ello implica acciones de gobierno que a la vez que castiguen el uso de los combustibles fósiles —un impuesto al carbono (gasolinas, carbón, gas)—, promuevan el uso de las energías limpias (solar, eólica, maremotriz), así como la electrificación de los procesos industriales y la movilidad urbana.

Ello ayudará a detener la desestabilización del clima terrestre, el cual, como antes indicamos, dañará la producción agrícola a cielo abierto y generará hambrunas y desigualdad social, incrementando el Índice de Tensión Social. Las guerras intestinas e internacionales, por ende, serían una consecuencia necesaria.

Las acciones que los tomadores de decisiones realicen en el sexenio 2024-2030 serán fundamentales y ellas deberán estar respaldadas por una ciudadanía que comprenda la necesidad de la transición energética, de la del cambio de sus esquemas de movilidad por otros más sostenibles, de la importancia de la captación de agua pluvial y la reutilización de las aguas grises, así como de la producción de sus alimentos en huertos de traspatio e invernaderos, sean familiares o comunitarios.

La humanidad prosperó en sus inicios gracias a la solidaridad y la cooperación, al respeto no sólo del otro sino de la tierra y sus ecosistemas. Dejar atrás el modelo de la competencia y poner límites a las casi omnipotentes corporaciones trasnacionales es una tarea imprescindible para la construcción de la identidad planetaria que la sobrevivencia de nuestra civilización exige.

Es ya imparable el descenso de la producción petrolera mexicana y en muy pocos años México dejará de ser exportador de petróleo. Ello implica que debe promover el abandono de la movilidad vía los automóviles de combustión interna y avanzar en otras formas de movilidad mas sostenibles, es decir, mediante un transporte público eléctrico eficiente y confiable, así como gracias al establecimiento de ciclovías exclusivas donde bicis y biohíbridos circulen sin temor al atropellamiento. Para los trayectos interestatales e internacionales la reactivación del sistema ferroviario será esencial, así como el marítimo.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar que es verdaderamente urgente que nuestro pueblo recupere los valores ancestrales ligados a la cooperación: el Tequio (“hoy por ti, mañana por mí”), el Ubuntu (“soy feliz sólo si todos lo son”) y el Potlatch (“soy más rico cuando más doy”), así como los de la biomímesis (reconocer a la naturaleza como la máxima maestra), la ecoeficiencia (hacer más con menos), la autolimitación (aceptar nuestros límites para permitir la existencia de los demás), el decrecimiento (reconocer que el modelo del crecimiento económico infinito en una tierra finita es, simplemente, una locura) y de que, en resumen, no somos sino una especie más en el concierto de la vida y que, en consecuencia, si queremos convivir de manera sana y sostenible en la tierra más nos vale reconocer nuestra unidad no sólo con los demás integrantes de nuestra especie sino con todas las de la tierra, conservando una actitud tolerante y respetuosa.

Sólo ello permitirá garantizar un planeta sano para nuestros hijos y nietos. De no conseguirlo lo que sigue es la barbarie.

Alicia Bárcena formará parte del gabinete de la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, como secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). Foto: @Claudiashein