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Cumpliendo el Acuerdo de Dubai: descarbonizar a México (3 de 3)

 

En mis dos entregas anteriores indiqué que, al firmar los acuerdos de Dubai (COP 28), nuestro país se comprometió a la reducción gradual de la producción y consumo de los combustibles fósiles, a reducirlos a la mitad en el 2030 y a eliminarlos en el 2050.

Tal descarbonización del país debe realizarse no sólo en la industria, los hogares, las calles y el campo. También debe evitarse en aquellos lugares que los humanos dañamos simplemente por usarlos como basureros: los océanos.

Los océanos de toda la tierra se encuentran gravemente amenazados. En primer lugar, por la acidificación y desoxigenación, fenómenos ocasionados por la ingente cantidad de gases de efecto invernadero que, con el paso de las décadas, han absorbido: en el antropoceno la humanidad ¡ha logrado modificar la química de los mares! Tal acidificación ocasiona que los crustáceos sean cada vez menos capaces de elaborar sus conchas y, en consecuencia, langostas, cangrejos y demás, se hacen muy vulnerables. Otra grave amenaza la constituye la minería oceánica, la pesca de arrastre y la extracción de arena, prácticas gravemente ecocidas que afectan de manera duradera el suelo marino.

Finalmente, y ello es la causa de la inclusión de este tema en el de la descarbonización, se encuentra el desalojo de gigatoneladas de plásticos en los océanos, lo cual ha generado las vergonzosas Gyre (Islas del plástico).

Sabemos bien que en la tierra existen cinco Gyre, dos en el Pacífico, dos en el Atlántico y una en el Índico. La más grande, ubicada en el Pacífico norte, tiene las dimensiones de la república mexicana y está conformada por gigatoneladas de plásticos, los cuales flotan en el mar y hasta profundidades de entre 10 y 30 metros. Tales plásticos, con el paso del tiempo, se convierten en lo que originalmente fueron: en diminutos fragmentos plásticos —los pellets o nurdles (en español: “Gránulos de plástico preformados”)— que terminan envenenando los estómagos de peces y aves marinas —pues a tales especies su instinto les indica que, en el mar, “todo lo que flota se come”. Nuestras playas también se contaminan por plásticos a consecuencia de los frecuentes accidentes navieros donde los contenedores que llevan los nurdles los liberan, tal y como ocurrió el 20 de mayo del 2003 en Sri Lanka cuando el portacontenedores X-Press Pearl derramó casi dos mil toneladas de nurdles, los cuales cubrieron las playas de Sri Lanka, Indonesia y Somalia. Los nurdles, compuestos de polipropileno, poliestireno o polivinilo, son contaminantes altamente persistentes y verdaderos atractores de toxinas y bacterias que, como antes indicamos, terminan alojados en los estómagos de las especies marinas. Y la de Sri Lanka no ha sido la única catástrofe naviera de ese tipo: en el 2010 el buque MP Trans carrier derramó 10 toneladas de nurdles en el Mar del Norte, contaminando las costas de Suecia, Dinamarca y Noruega; en agosto del 2017, dos buques colisionaron ocasionando un derrame en Sudáfrica que contaminó, con casi 50 toneladas de nurdles, dos mil Km de costa.[1] Y eso también ha ocurrido en el Golfo de México (en el 2018 en la Bahía de Lavaca, Texas, el cual dio origen a la Nurdle Patrol).[2]

Tales gránulos de plástico preformados, finalmente, no sólo envenenan a las especies marinas… como a los humanos nos encanta comer de los frutos del mar, también están en nuestros cuerpos.

Es una muy importante tarea de los gobernantes de toda la tierra detener la producción de plásticos, así como limpiar los mares. Toca al gobierno mexicano detener tal producción y sustituirla por la de bioplásticos, los cuales, ciertamente, son un poco más caros, pero son completamente reciclables. La humanidad futura lo agradecerá.

[1] https://designboom.es/diseno/los-nurdles-son-un-enorme-desastre-de-contaminacion-por-microplastico-del-que-nunca-has-oido-hablar/

[2] https://www.texasmonthly.com/news-politics/nurdles-formosas-agreement-stop-plastics-lavaca-bay-historic/

Imagen que contiene agua, tablero, pila, pastel

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