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Recientemente circularon en redes sociales por lo menos dos videos en los que se ve a policías sometiendo violentamente a personas que, por lo que se logra apreciar, podrían ser turistas.

En uno de ellos, se ve a quien algunos identifican como Jorge Israel Ponce de León, Coordinador del Sistema Penitenciario de Morelos quien, acompañado de dos oficiales uniformados como él, tira puñetazos y trata de alcanzar a una persona que busca refugio en una camioneta color rojo.

En otro, varios uniformados en Tepoztlán someten a un civil sujetándolo por el cuello.

En ambos casos, los supuestos oficiales son conscientes de que hay varios testigos y que se les graba, detalle que parece no importarles demasiado pues, finalmente, ambos sucesos se registraron en vías públicas, durante el día y en el exterior de comercios; difícilmente se podrían encontrar sitios más públicos.

Desde luego que el proceder de estos funcionarios proyecta una pésima imagen para toda la administración pública del supuesto “Anfitrión del Mundo”, porque, más allá de estos individuos, debería haber instituciones para, primero, capacitarlos y, después, para controlarlos. De nada sirve la autoridad del cargo si tienen que solucionar los problemas con alevosos ataques físicos contra civiles que podrían enfrentar cárcel si osaran defenderse de la misma manera.

La ciudadanía, residente o visitante, no tendría que soportar estos exabruptos de individuos que le pueden dar rienda suelta a su rabia cobijados por el cargo, el uniforme, el arma, los compañeros y, desde luego, por el conocimiento de que no les va a pasar nada, que no habrá ninguna medida disciplinaria pues sus jefes siempre están ocupados en otras cosas.

Eso mismo sucede en Cuautla, en donde la gente se queja de que la policía municipal se ha dado vuelo levantando multas a vecinos que padecen la falta de licencias, tarjetas de circulación y placas vehiculares ocasionada por el concurso de egos en que están ocupados el Legislativo y el Ejecutivo.

Desde luego que en Cuautla deben saber del retraso en la dotación de la documentación actualizada o nueva que se requiere para circular, pero algunos aprovechan la oportunidad para llevarse algunos pesos a la bolsa en lugar de actualizar sus criterios.

En este caso, los jefes también parecen estar muy ocupados como para pensar en un bando o una ordenanza o, por lo menos, en una recomendación a los agentes para que flexibilicen su postura ante contingencias de las que la ciudadanía no es responsable.

Son malas referencias para la gente que nos visita, cuando deberíamos agradecerles que vengan a pesar de la fama que nos estamos ganando por la violencia y la inseguridad. Ya no necesitamos malas referencias y este tipo de publicidad negativa les dará a muchos la sospecha -que ya tienen algunos locales- de que, junto con los secuestradores, asaltantes y extorsionadores, se deben cuidar también de la policía local.

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