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Gustavo Yitzaack Garibay L.

Las personas que en 2024 resulten electas como representantes en la LVI Legislatura del Congreso, y como titulares de la administración estatal y de los ayuntamientos en Morelos tendrán que resarcir el abandono y el daño provocado al sector cultural en lo que va de las actuales gestiones gubernamentales del Estado y los municipios.

En anteriores colaboraciones, hemos hecho un recuento puntual del agravio cometido por parte de instituciones y personas servidoras públicas a creadores y agentes culturales, sí, pero sobre todo al pueblo de Morelos, debido a la negligencia, grisura, mediocridad y corrupción con que se han conducido la Secretaría de Turismo y Cultura, algunos fideicomisos, y aquellos ayuntamientos que hacen de las áreas de cultura un nido de vividores, o incluso la Comisión de Educación y Cultura del Congreso del Estado que ha sido omisa en el seguimiento a la publicación de la aprobada Ley de Cultura y Derechos Culturales.

Las y los morelenses nos merecemos que quienes ocupen la titularidad de las diversas instituciones culturales del gobierno estatal y de los ayuntamientos sean personas competentes, con experiencia y probada reputación dentro del sector que estén a la altura de las circunstancias políticas, sociales y culturales por las que atraviesa el país. El rezago cultural no puede dar lugar a la improvisación o a la ocurrencia caprichosa. No hay tiempo, ni recursos, pero tampoco paciencia.

Merecemos que las comisiones de cultura dentro del Congreso y de los Cabildos sean ocupadas por personas que sí reconozcan la dimensión de lo cultural como factor de cambio y de justicia social. Lo mismo ocurre a la hora de evaluar los perfiles para los nombramientos de las coordinaciones y/o de direcciones de cultura, de patrimonio cultural, de casas de cultura y museos, incluso en algunas galerías, plazas de arte o en bibliotecas que albergan proyectos específicos de arte y cultura.

El reto del futuro que viene es enorme, enumero por lo menos un par de aspectos por los que deberá atravesar la agenda cultural de los ayuntamientos, el Congreso del Estado y de la Secretaría de Cultura del gobierno del estado de Morelos:

1) Gestionar ante el Congreso y el Ejecutivo que se publique la Ley de Cultura y Derechos Culturales.

2) Diseñar un plan estatal de arte y cultura, mediante diagnósticos participativos, que conciba su razón de ser y su quehacer desde un enfoque de derechos humanos para el bienestar de las personas y de las comunidades.

3) Rediseñar y articular las instituciones culturales estatales y municipales bajo el principio de gobernanza cultural mediante el ejercicio de buenas prácticas. Nunca más al dispendio ridículo, ni al elefantismo y al faraonismo ni a la ineptocracia cultural.

4) Generar una estrategia de gestión para que al final del siguiente sexenio y de los trienios se obtenga el 2% de presupuesto programable para el desarrollo cultural del estado de Morelos, como lo recomienda. No nos engañemos, Morelos es cultural, no industrial.

5) Poner en valor el vasto patrimonio cultural material e inmaterial de las y los morelenses, para que se reivindiquen las identidades de una comunidad diversa culturalmente, poseedora de una herencia y tradición milenarias.

6) Descentralizar de Cuernavaca y de las cabeceras municipales la oferta y la infraestructura cultural para garantizar el derecho de acceso a bienes y servicios culturales procurados por los órdenes municipal y estatal.

7) Generar mecanismos e instrumentos de cooperación estatal, nacional e internacional con instituciones culturales públicas y privadas y organismos de la sociedad civil para el financiamiento y reactivación del sector cultural morelense.

8) Presupuestar recursos para subsanar el rezago en la restauración de diversos monumentos históricos, algunos de ellos dentro de la lista de patrimonio cultural de la humanidad, a falta de inversión, desinterés e ignorancia, por parte de las autoridades estatales.

9) Crear un catálogo de políticas públicas que integre planes, programas, proyectos y acciones para mitigar la precarización de artesanos y artistas y revertir el cierre de centros y espacios culturales a causa de la violencia del narcotráfico, el sismo de 2017, y la pandemia pero también provocada por la falta de programas específicos de atención emergente y pospandemia.

En los siguientes artículos iré desentramando la viabilidad y las posibilidades de lo arriba planteado. Y ustedes ya saben qué opino. Si no es cultural, no es transformación.

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