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(Primera parte)

 

Considero relevante en esta oportunidad destacar la importancia de la biodiversidad y el activo que son los ecosistemas tanto en los procesos de producción como de reproducción de la vida.

¿Y esto por qué?

Porque los bienes comunes ambientales, como el agua, los bosques, la fauna, las plantas, y los procesos naturales de la tierra son determinantes en los procesos de desarrollo territorial y local. Enfatizar la relevancia y la utilización de tales recursos desde prácticas atinentes con la economía social y solidaria permite orientar los procesos de crecimiento con impacto en el desarrollo actual.

La acción local y comunitaria debe poner al centro el control del deterioro tanto de la biodiversidad como de los ecosistemas, como estrategia fundamental desde la economía social y solidaria para avanzar en los procesos de desarrollo territorial.

Los bienes comunes ecosistémicos deben ser protegidos para evitar la pérdida de la biodiversidad que plantean los límites planetarios. Y esto implica ir hacia sistemas alimentarios agrícolas y sostenibles. Sistemas propios de la economía social y solidaria.

Para garantizarlos y cuidar por ejemplo nuestras tierras ejidales y comunales morelense, se puede pensar en escenarios de futuro, que garanticen servicios ambientales y su consiguiente generación de trabajo, incluyendo marcos formativos, que desemboquen en el fomento y creación de cooperativas para brindar dichos servicios. Algunos sectores podrían incrementarse y generar fuentes de trabajo, por ejemplo, en la prevención y extinción de incendios, en el sector agropecuario con perfil agroecológico, así como la reconversión de la actividad pesquera hacia una pesca sostenible, regulación y formación ambiental, formadores en educación ambiental, gestión forestal sostenible, entre muchas otras más.

Con acciones de este tipo se podrá contrastar el sistema económico imperantes que destruye y arrasa la biodiversidad. Cuando se coloca en el centro de la visión del desarrollo el crecimiento económico se requiere cada vez consumo de energía y materiales que no son renovables. En este sentido sólo una política pública que apoye a los ejidos y a las comunidades para la preservación ambiental y la prestación de servicios puede garantizar la sustentabilidad del desarrollo.

Los escenarios que podemos imaginarnos son que, si no se hace nada de manera inmediata, todo seguirá empeorando. Necesitamos tener en cuenta los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, como referente para la acción. Generar conciencia de la crisis de biodiversidad en nuestro territorio es una necesidad vital. En la próxima nota reflexionaremos sobre los puntos críticos en estado de Morelos.

*Investigador de tiempo completo en el CRIM-UNAM. Coordinador del Grupo de Trabajo Investigación, Capacitación y Difusión del NODESS Morelos solidario y cooperativo.