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Roberto Abe Camil *

Los sucesos acaecidos el pasado viernes, que derivaron en la aprehensión, vinculación a proceso y prisión preventiva del Fiscal Uriel Carmona Gándara, abren diversos frentes que van desde las propias conductas que pudieran ser constitutivas de delito por parte del mencionado funcionario, al rasero político que se da con el enfrentamiento que ha sido del dominio público entre el Fiscal y el Gobernador del Estado, donde salen a relucir las figuras del ex gobernador Graco Ramírez respaldando a Carmona y el presidente López Obrador al gobernador Cuauhtémoc Blanco. Surge aquí también el debate entre los expertos en Derecho Constitucional en el sentido de que, si se violó gravemente el fuero del cual goza Carmona o bien si como esgrime la Fiscalía de la Ciudad de México, la inmunidad no aplica en este caso por tratarse de delitos del fuero común. El muy lamentable, injustificable y reprobable feminicidio de Ariadna Fernanda lleva a la reflexión de que aún estamos muy lejos de cumplir nuestra deuda histórica con las mujeres de México y de que su lamentable muerte, más allá de la natural indignación, ha derivado en una crisis política y constitucional en Morelos.

En este tenor, donde incluso se han llegado a mencionar agravios a la soberanía de Morelos como entidad integrante del pacto federal, es imposible no recordar la memoria de nuestro más destacado legislador y el defensor más acendrado de dicha soberanía: el Licenciado José Diego Fernández Torres, Senador de la República por Morelos en 1913.

El Senador Fernández, de arraigadas raíces cuernavacenses, nació el 1 de septiembre de 1848 en una casa que se encontraba adosada al conjunto del Palacio de Cortés, vino al mundo en momentos graves para México, que perdió en aquellas jornadas más de la mitad de su territorio, y la propia Cuernavaca que fue ocupada por las fuerzas norteamericanas. Muy joven se recibió de abogado e inició una ascendente y brillante trayectoria como abogado postulante que lo llevó también a ser Diputado Federal, Secretario de la Suprema Corte de Justicia Militar y Procurador Militar. En 1913 contaba con 64 años y era el Senador de la República por Morelos.

El 17 de abril de 1913, aniversario de la creación de la entidad federativa, el Gobernador de Morelos, Benito Tajonar, acudió al congreso local a la sesión de instalación del periodo legislativo correspondiente, situación que aprovecho el chacal Huerta para ordenar al jefe de las armas en Morelos, el cruento Juvencio Robles, disolver el congreso local, y aprehender al gobernador, diputados y al alcalde de Cuernavaca. Consumado el atentado, Huerta instruyó al Senado a desparecer los poderes en Morelos, lo cual no fue cosa menor, mantuvimos el estatus de territorio federal hasta 1930 cuando recuperamos el orden constitucional.

El Senador Fernández se opuso al cuartelazo de Huerta y censuró la muerte de Madero y Pino Suárez, como protesta pacífica se abstuvo de subir a la tribuna, pero cuando la soberanía de su estado fue vejada, valientemente tomó la tribuna, defendió la soberanía de Morelos y denunció a la dictadura de Huerta, su protesta fue anterior a la de Belisario Domínguez y Serapio Rendón. Asombrosamente el Senador Fernández no fue apresado ni asesinado por el régimen huertista y falleció de muerte natural una década más tarde el 10 de julio de 1923.

Desafortunadamente su figura permanece en el olvido, los morelenses no le hemos dedicado una calle, un parque, una plaza, una presea o venera con su nombre o siquiera una placa al más brillante y valiente de nuestros parlamentarios. Existió en el Congreso del Estado una estatua suya, de la cual se desconoce su paradero, cuando debería ser la pieza central en la explanada o el vestíbulo de la sede del congreso estatal. Hoy solo queda otro bronce de Don José Diego en pie, se alza en el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México a la altura de la Calle de Constancia, icónica arteria de Tepito donde se encuentra la iglesia de la Conchita, sitio en el cual el 13 de agosto de 1521 Cuauhtémoc fue hecho prisionero por Cortés, consumándose la conquista de México. Este bronce, es la que efigie que representa a Morelos en la capital, lamentablemente no tiene placa, seguramente fue robada, por ende, nadie sabe quién es.

Un elemental sentido de respeto me impide dar consejos a nadie, sin embargo, quiero hacer una excepción y ahora con el próximo proceso electoral a la vuelta de la esquina, ampliamente recomiendo a los actores políticos que no desaprovechen la oportunidad, que rehabiliten la figura y la memoria del Senador Fernández, ya sea rescatando su estatua o logrando imponer su nombre algún espacio público, lograrán oportunamente ponerse la medalla o sacarse la foto, pero también saldar una asignatura pendiente para Morelos.

*Escritor y cronista morelense

Monumento al Senador José Diego Fernández Torres en Paseo de la Reforma y calle Constancia, Ciudad de México.

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