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La doctora Claudia Sheinbaum Pardo, Presidenta electa, esta presentando por bloques a las y los Secretarios de Estado que formaran parte de su Gabinete. La formación del Gabinete es un proceso crucial para el futuro del país, en los hombros de estas mujeres y de estos hombres recaerá el peso de la administración publica federal en el próximo sexenio, no es poca cosa. Algunos de ellos administraran recursos públicos muy importantes, en otros recaerá el futuro de la gobernabilidad interna, otros tendrán que trabajar en el complejo tema de la seguridad pública, unos más tendrán que recomponer nuestras relaciones con el mundo y a otros les tocará construir el estado de bienestar tan proclamado por la 4T. Insisto, no es poca cosa el reto para todas y todos los nombrados.

En nuestro país, a diferencia del sistema parlamentario donde los miembros del gabinete son electos por el Congreso a propuesta de los primeros ministros cuyo partido ganó la mayoría, todos los miembros del gabinete son nombrados directamente por la o el Presidente en turno. El único cargo que necesita ratificación del Senado es el del Fiscal General de la República. El sistema presidencial en Mexico, que es una copia legal del de Estados Unidos, históricamente se exacerbó dándole facultades meta-constitucionales por lo cual le agregamos el “ismo”, es decir, en nuestro país al régimen de Gobierno lo llamamos Presidencialismo. Los miembros del Gabinete solo son responsables política y jurídicamente ante quien los nombró, es decir, ante el titular del Ejecutivo Federal.

Llama la atención la poca bibliografía que existe sobre la integración o funcionamiento del propio Gabinete. Es posible que no haya mucho que estudiar o analizar por la fuerte tradición “presidencialista” mexicana, un sistema único en el mundo porque responde a nuestro propio desarrollo cultural e histórico. En otros países son muchos los estudios y los ensayos que tratan sobre este tema. Es lógico que los países con régimen parlamentario estos estudios académicos, además de los periodísticos, sean el pan de cada día. Pero también en países, donde se arraigó el “sistema presidencial” como los Estados Unidos, el tema de la integración del Gabinete es siempre de actualidad y análisis, muy estudiado en las Universidades y muy comentado en los medios de comunicación.

En Mexico la integración sexenal del gabinete, antes del lopezobardorismo, era una combinación de representación partidista, tecnócratas con altas capacidades y credenciales, políticos con el colmillo retorcido, administradores públicos profesionales que sobrevivían los cambios sexenales, personajes resultado de alianzas políticas o, incluso, de cuotas de poder a segmentos empresariales o de los medios de comunicación. Siempre se les pedía ante todo institucionalidad, lealtad absoluta, profesionalismo y muchas horas de trabajo.

La virtual Presidenta de Mexico definió hace unas semanas los atributos que deberían de tener los miembros de su Gabinete: convicción, conocimiento y honestidad. Creo que en virtud de los primeros 13 nombramientos se percibe que la “convicción” debe interpretarse como la lealtad a los principios del movimiento obradorista, la llamada 4T; “conocimiento” debería entenderse como las capacidades, la experiencia o el expertise técnico en el área donde serán nombrados; y “honestidad” que es el discurso político preferido del régimen y porque además el flagelo de la corrupción no ha podido ser extirpado. Cuando estén todos los nombramientos haremos en una próxima columna un test de estos atributos en cada una y uno de los nombrados.

AMLO nombró con mucha anticipación a su Gabinete. Esto lo hizo porque al ir creciendo su posibilidad de victoria grupos polticos o económicos que se sumaban a su proyecto presidencial le demandarían cuotas. Astuto como lo es, el Presidente prefirió nombrar anticipadamente su Gabinete desde la campaña, corresponsabilizándolos incluso de varias de tareas de las áreas donde serían titulares. No hay duda de que su Gabinete fue absolutamente sui generis, más allá de algunos nombres prestigiosos por si mismos, el Presidente fiel a su estilo demandaba 90% lealtad y 10% capacidad. En el obradorismo no hay cargos sino encargos y no hay organigramas. Al final del día, López Obrador tenía muy claro sus objetivos y pudo prescindir fácilmente de aquellos que consideró no se alineaban a sus prioridades. Es mi opinión, el crecimiento de los militares en distintas áreas del gobierno tuvo que ver con que rápidamente se alinearon a sus objetivos y fueron disciplinados y eficaces en las tareas que se les asignaron, a las que se sumaron otras y otras.

Fuera de esta integración distinta y muy al estilo personal de gobernar de AMLO, lo importante en la formación de un gabinete es encontrar los equilibrios entre juventud y experiencia, los balances entre los intereses de los grupos y una combinación de lealtad y profesionalismo. Siempre habrá feudos y grupos a los que hay que contrarrestar internamente con inteligencia para generar gobernabilidad. Hoy en día, un Gabinete también debe reflejar la diversidad de la población incluyendo género, etnicidad y representación regional.

Hasta el momento no sabemos cómo organizará la próxima Presidenta su gabinete, si funcionara con gabinetes económico, de seguridad y defensa, de bienestar, etcétera, que al final del día hacen transversal los asuntos prioritarios de una administración. Lo que sí queda claro es que después de la aplastante victoria en las urnas de MORENA no habrá Gabinete o gobierno de Coalición, ni siquiera alguien de la oposición que por su perfil se pudiera colar al mismo. Esos tiempos que se veían llegar para Mexico, no sucederán en el futuro inmediato.

El primero de los dos bloques de nombramientos anunciados por la Dra. Sheinbaum, tiene altos perfiles como el del Dr. De la Fuente o el de Marcelo Ebrard, no hay duda de que se privilegió el conocimiento. En el segundo bloque esta clara la cercanía de los nombrados, a excepción de dos que ya estaba anunciada su continuidad. Hasta el momento todos los nombramientos equilibran cercanía, experiencia y capacidad técnica. Quizá el único que resultó una sorpresa fue el de Raquel Buenrostro, y no por falta de capacidad, sino porque su perfil no necesariamente corresponde al de la Secretaria que encabezará. Al final Buenrostro, como se dice en el futbol, parece ser una jugadora multifuncional, que puede jugar en varias posiciones. Su nombramiento en Función Pública, sin duda, responde a la necesidad de cuidar las espaldas de varios funcionarios de la actual administración.

La capacidad y las calificaciones de los miembros del gabinete son determinantes para la eficacia del gobierno. Un gabinete bien integrado es garantía para la próxima Presidenta, y más en este caso donde su personalidad organizada, eficaz y estructurada necesita el acompañamiento de perfiles parecidos al de ella. No tengo duda de que el funcionamiento y eficacia del próximo Gabinete, que mueve un aparato burocrático gigantesco, es una prioridad para la Dra. Sheinbaum.

Después de un Gabinete borrado prácticamente por un Presidente que controlaba todas o casi todas la áreas de su administración se necesitaba un golpe de timón. Un trabajo mas horizontal que garantice resultados eficaces y rápidos. Y en la más pura tradición de nuestra cultura política parece que sí habrá: “Continuidad con cambio”. No puede ser todo igual y, en vista de los primeros 13 nombramientos, vemos a una Presidenta dispuesta a imprimir su sello personal: profesionalidad y eficacia. Se ve bien hasta ahora. Ojalá así continúe con los importantes nombramientos de Gobernación, Educación y Bienestar.