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Ernesto Ríos

 

 

Valemos por lo que somos y somos por lo que hemos heredado y aportemos generacionalmente

 Adalberto Ríos Szalay

 

 

Cada generación tiene la tarea de recibir un patrimonio cultural que se ha acumulado a lo largo de la historia. Este relevo conlleva la responsabilidad de conservarlo y enriquecerlo con nuestras propias contribuciones, lo cual solo es posible cuando se conoce y se ama el legado recibido.

 

Este proceso es fundamental para el desarrollo de una comunidad, ya que implica una responsabilidad histórica y trascendental. Es un elemento necesario para la continuidad de la vida social y para planificar el futuro. La cultura y el arte, son el conjunto de bienes materiales, símbolos, valores, actitudes, habilidades, conocimientos, significados, formas de comunicación y organización social que permiten la vida de una comunidad y su capacidad para transformarse y reproducirse de una generación a otra.

 

La cultura y la creación artística son expresiones de la sensibilidad y el talento, y actúan como un medio para fomentar la creación propia y el reconocimiento de los valores universales heredados.

 

De mi padre aprendí que la fotografía es memoria colectiva, documentación, viaje, pasión. Herramienta de aprendizaje y enseñanza que despierta la consciencia. Plasma realidades; y genera nuevos universos. Es medio y mensaje; extensión del pensamiento y la creatividad. Plasma, fragmenta, conmueve, clasifica y unifica. 

 

Máquina del tiempo. Balance entre la luz y la penumbra. La fotografía inicialmente fue alquimia y transmutaciones de la materia; emulsiones de haluros de plata y mucho tiempo después, capturas en ráfaga, sensores, circuitos y píxeles. Pasaporte; llave maestra. Instrumento de investigación eficaz para procesos de desarrollo cultural. 

 

La fotografía diluye fronteras y crea puentes de comunicación. Registro, conservación y puesta en valor del patrimonio biocultural. Testimonio del tiempo que nos toca vivir. Experiencia hipersensible que se erige como lenguaje universal de reconocimiento integral. Sublimación, cristalización de la mirada. Irrevocable expresión histórica de individuos, pueblos y ciudades. 

 

En los encuadres se resuelven todas las tensiones visuales y el observador adquiere, al fin, conciencia de ser algo más que un espectador.

 

La fotografía es contemplación, exposición, revelación e impresión. Es silencio, ritmo y cadencia. Es un destello en la noche. Una serpiente verde que acecha entre las hojas, un jaguar en su reino; es una rama solitaria que proyecta su sombra en el desierto de Chihuahua. Un chamán en Haití invocando y dialogando con el fuego. Es un volcán con sus fumarolas grisáceas y una iglesia en la cumbre de la montaña. Hacienda azucarera bañada con luz de oro. 

 

Es la mirada eterna de una niña Tzotzil, la Habana vista a través de un vitral de colores primarios, las olas del mar caribe y una tormenta que se avecina. Es un cortador de caña en Morelos que no para de sudar, son maestras cocineras en un hogar de manjares, mariposas monarcas volando como fragmentos de un vitral en Michoacán.

 

Puede ser las manos de una hábil tejedora, los colores explosivos de un tucán, las monumentales ballenas de Baja California o un niño amarrando las agujetas a una niña. Son los hornos de la creación milenaria, los pinceles que decoran los alebrijes, los jinetes de Hungría haciendo el paso de la muerte o un árbol gigantesco, rodeado de helechos en Tasmania.

 

La fotografía puede ser una obsesión estética. Es yuxtaposición de contrastes, escritura lumínica, es logos y praxis.

 

Mi padre dejó huella y una constancia del tiempo que le tocó vivir. Su legado fotográfico continúa, forma parte de mi ADN y es parte de mi legado. Es sangre compartida que corre por mis venas.

 

El archivo que inició hace varias décadas Adalberto Ríos Szalay, hoy día llamado “Archivos Compartidos Tres Ríos”, es obra de mi padre, de mi hermano y mía. Somos tres autores con visiones y ópticas distintas. El acervo es extremadamente extenso. Consta de innumerables fotografías que se siguen multiplicando día a día. Son miles de retratos que, como un inmenso mosaico, conforman un mismo rostro. Un retrato de la diversidad pluriétnica, pluricultural de nuestro país y de otras latitudes. Son miles de paisajes, innumerables fotos de flora y fauna que en conjunto constatan que México es un país megadiverso. 

 

El archivo se encuentra alfabética y minuciosamente catalogado; atesora innumerables temas, tradiciones milenarias, arquitectura, arte, urbanismo, arqueología, agricultura, educación, ciencia, entre muchos otros. La escrupulosa clasificación contiene palabras clave y descriptores creados con la asesoría de expertos de diversas especialidades, que potencializan cada imagen y hacen más accesible y rápida su búsqueda. El archivo consta de instantes irrepetibles de nuestra historia y van de la “A” a la “Z”.

 

“Archivos Compartidos Tres Ríos» es legado y acervo cultural de la humanidad. Es uno de los archivos fotográficos más grandes de México y América Latina y tenemos la fortuna de que haya sido registrado por la UNESCO en 2022 Memoria del Mundo. Nuestro compromiso como morelenses y mexicanos es que siga creciendo, que sea accesible digitalmente; consolidándose en conjunto con ADABI, la UAEM, la UNAM y otras posibles instituciones, en beneficio de todas las personas interesadas. Seguiremos trabajando intensamente, para asegurar su acceso a toda persona interesada. Aún hay miles de fotografías por clasificar y por capturar.

Imagen en blanco y negro

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Fotografía: Adalberto / Ernesto Ríos

 

 LA FOTO DE ARRIBA NO ES OPCIONAL