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La última semana estuve mal de salud, algún virus se coló en el ambiente y logró doblegarme, hasta pasar unos 4 días en cama con fiebre alta, y ese maldito sudor frio que te hace sentir que algo en tus circuitos está a punto de chispear para causar un apagón en tu sistema.

Lo único bueno de estar en ese estado bajito es que me dio tiempo para terminal algunas series, y descargar algunos discos que ahora quiero compartirte.

Quisiera decirte que antes de ser músico, soy un escucha.

Siempre desconfío de los músicos que no escuchan más música de la que tocan. Para mí es alimento y referencias, tener en tu oído sonidos te permite acceder a ellos y perseguirlos, se vuelve algo así como una biblioteca de Alejandría en tu cabeza a la que puedes acceder con solo cerrar los ojos y concentrarte un poco.

Desde que tengo memoria tengo una relación muy cercana y seria con escuchar música. Uno de los días más esperados para mí de niño era el sábado porque el sábado era día de tianguis, ese ritual antiquísimo, donde algunos vendedores viajan de diferentes lugares para apropiarse de las calles poniendo un mantel sobre el piso y exhibiendo sus productos.

Dentro de esa variedad de cosas, había un puesto de CDs obviamente piratas, (vamos denme un descanso tenía cerca de 8 años y esperar un disco original cada cumpleaños era demasiada tortura), necesitaba actualizar mi escucha mínimo una vez al mes. Si convencía a mi papá lograba sacarle un disco cada sábado con el cual me iba feliz a casa, lo ponía en mi vieja grabadora en re-play y me lo aprendía de memoria.

De esa forma devoré discos cómo: El Alma al Aire de Alejandro Sanz, Take off your pants and jacket de Blink 182, Numb de Linkin Park, En vivo de Fernando Delgadillo, Mira que eres canalla de Aute, y muchos más. Debo a ese mercader que me proveía de discos las tardes más hermosas que pase encerrado en mi cuarto. Crecí así con una grabadora en la mano, después un discman y más tarde un Ipod. ¿Qué sería de mí sin esos aparatos y ese mercader?

Si lo piensas suena hasta mágico, en otras épocas el ritual del tianguis proveía a personas de especies, animales, alimento, ropa y demás. Era como buscar en las pertenencias del otro un tesoro que aguardaba para ti. Ir a buscar un CD en ese entonces, era igual de preciado para mí, que cualquier joya, piedra preciosa o amuleto.

Volviendo a los días en cama, las cosas hoy en día han cambiado mucho, acceder a música nueva es cada vez más fácil y en tanto y paradójicamente, también cada vez más difícil. Es como abrir el menú de un restaurante con más de cuatro páginas, entre tantas opciones uno se pierde. ¡Cómo me cabrean esos lugares con opciones infinitas! Si por mi fuera, preferiría que se especializaran en unos cuantos platos y fueran cuidadosamente perfeccionados, que tener que elegir entre 120 opciones que no conoces, y quedando con la sospecha de si lo que elegiste fue lo mejor o lo peor.

Un sentimiento de ansiedad parecido me sucede cada que abro el Spotify. ¿Cómo nadar en el tianguis de opciones y encontrar algo que valga la pena? En ese tianguis, no hay mercaderes, no hay quién te recomiende cosas, ni caras de personas con las que puedas hablar. Cómo extraño eso. Si de algo sirve esto, quisiera recomendarte en concreto tres discos que han sido mis almohadas estos días. No diré mucho, mejor ve y ponle play… aquí van:

#1 Sam Greenfield con Sam Greenfield sucks.

Basta con escuchar Chips & Dips, track 1. Para entender de qué va la música, grandes solos de saxofón, armonías jazzeras pero también bastante pop y letras con las que cualquiera puede relacionarse. Es un disco para divertirse y dejar pasar el día. Esta es la joya número 1.

#2 es Cory Wong con The Lucky One

Este disco me ha volado totalmente la cabeza, si conocías a Cory por ser sideman de vulf-peck y su destacada rítmica, esto es el siguiente nivel. Cory es mucho más que eso y lo hace probar en este disco, parece que se puso de meta callarle la boca a todos los que solamente lo considerábamos un músico “rítmico”, logrando increíble solos melódicos de guitarra, uso de efectos. También destaca como arreglista de alientos y como compositor. Esta es la joya número 2

#3 es Louis Cole con Some Unused Songs

En un tenor mucho más reflexivo Cole explora una faceta de compositor melódico llena de texturas. Pareciera pintar con su voz, piano y sintetizadores una tarde de domingo lluviosa en la que te quisieras quedar toda tu vida.

Lo que más me gusta de Louis Cole es el sonido viejo al que accede en cada disco, tanto su batería como sus mezclas suenan como un sello propio. Sabes que es Cole, cuando escuchas una batería con un compresor al tope, una melodía que apenas lleva su voz y sintetizadores que dan para soñar. Esta es la joya número 3.

Bienvenido al sábado de tianguis. Espero hayas encontrado algo que llevarte a casa.