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Este año el clima en nuestro estado se ha vuelto un poco más inestable que antes. Se alargó y se agudizó la temporada de calor, mientras que las lluvias tardaron en comenzar, situación que han resentido, por un lado, los cuerpos de agua que vieron disminuidos drásticamente su nivel y, por otro, los trabajadores del campo que, por miedo de que la sequía acabara con sus retoños y matas, tuvieron que retrasar la siembra.

Ahora viene la temporada de aguas y, como la de calor, se espera se alargue algunas semanas; algunos han pronosticado que podríamos tener precipitaciones fuertes mucho más allá de septiembre, mes en el que, tradicionalmente, deberían comenzar a disminuir.

Los optimistas culpan a El Niño, que finalmente es un fenómeno natural; los pesimistas culpan al calentamiento global, que es un fenómeno ocasionado por el hombre y que es imposible que se pueda mejorar de un año para el otro, de hecho, los muy pesimistas, advierten que ya no estamos en la época del calentamiento, sino que empezamos ya con la era de la ebullición global.

Como sea, se esperan lluvias continuas y de consideración en Morelos para buena parte de lo que resta del año y habría que tomar precauciones, sobre todo en las áreas en donde los asentamientos humanos no se planearon o se planearon mal, como colonias irregulares, en las riberas de los ríos o en las barrancas.

Protección Civil del estado ya está tomando previsiones para coordinarse con los municipios que podrían verse afectados por un incremento súbito y considerable en los cauces de los ríos que atraviesan a buena parte de las demarcaciones del estado, y estar preparados ante la eventualidad de lluvias torrenciales podría parecer algo normal, pero pareciera ser que siempre nos agarran desprevenidos.

Así es que, antes de que pretextemos comportamientos “atípicos” de la madre naturaleza, más valdría desazolvar las cañerías, reubicar a la población más expuesta y mantener libres de basura las calles. Sería sano también que los vecinos reportaran drenajes fracturados y revisaran los desagües de sus propias casas, sobre todo si viven en zonas bajas de las ciudades.

De acuerdo con el observatorio del clima mundial Weather Spark, que considera un “día mojado” cuando llueve por lo menos 1 milímetro de líquido, este año las lluvias en Morelos podrían comenzar a disminuir hasta finales de octubre, mes que se espera tenga “mojados” entre el 10 y el 21 por ciento de sus días, mientras que noviembre y diciembre tienen posibilidades de entre el 8 y el 5 por ciento. Actualmente estamos en la zona más “mojada” y, entre el 15 de julio y el primero de octubre los porcentajes de días con por lo menos un milímetro de agua van del 40 al 21 por ciento.

Ya sabemos que el clima, por lo menos en este 2023, se ha movido; también tenemos buenos indicios de que las lluvias serán constantes y, mientras las presas y los lagos se recuperan, deberíamos olvidarnos de los, esos sí, típicos pretextos para lamentar pérdidas materiales y, mucho más graves: de vidas.

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