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-Hugo Carbajal Aguilar


“En Morelos no hay Prensa: Lauro Ortega”.

A propósito del trabajo periodístico, me provoca una reflexión pausadamente meditada, la reaparición de La Jornada Morelos, lo cual, obviamente, celebro. Es un breve recuento de los esfuerzos que se han dedicado a este oficio en distintos medios, de ahí que se mencionen con toda apertura sin exageraciones ni disimulos.
Todo trabajo dignifica y éste requiere un serio compromiso. Inicia con la búsqueda de la noticia y con su seguimiento, de ahí su profesionalización. También se exige Vocación, claro. Pero en un esquema comercial, en un sistema de mercado como éste que padecemos, dicha vocación no puede ejercerse con plenitud. Se convierte únicamente en un medio de sobrevivencia… y una forma de hacerse el importante. Se generan relaciones enfermizas con el poder.
Los periodistas que conforman opinión pueden contarse con los dedos de la mano. Son aquellos que cuentan con información de primera mano y con los elementos suficientes para orientar a la opinión pública pero no se atreven a expresarse críticamente.
Esos articulistas, agudos e inteligentes, perspicaces y analíticos, críticos y profundos, saben muy bien que un artículo atinado no va a cambiar las cosas. Entonces, ¿qué más da que se digan o no las cosas con oportunidad y valentía? Es tan cómodo recibir de vez en vez una ración de las mieles del poder… y disfrutarlas. No deja de ser, lamentablemente, una conducta servil e indigna que ha obtenido estupendos dividendos entre sus practicantes.
El DIARIO DE MORELOS y LA UNIÓN pretendieron profesionalizar este trabajo. LA UNIÓN nació con el ánimo de contrarrestar una política adversa a los intereses del empresario dueño de este medio. Fue una buena inversión y sus frutos periodísticos no correspondieron al tamaño del esfuerzo, aunque no dudamos de sus resultados comerciales.
Este oficio que debe tener una orientación social, protegido por la Constitución, desvía su línea cuando se convierte en una empresa mercantil. No se pide tampoco ni, menos, se sugiere, un medio que ataque por atacar; critique por criticar o vitriólicamente exponga a la luz pública la conducta de algún funcionario.
Han aparecido en nuestro Estado, Semanarios que, en su momento, circularon con profusión y orientaron la opinión pública: CORREO DEL SUR y PRESENTE.
El primero, ligado al proyecto cristiano del Sr. Obispo Sergio Méndez Arceo (de feliz memoria) se significó por ser un medio popular, objetivo y parcial. Es decir, se configuró a sí mismo como un Medio de expresión crítico y objetivo que dio cuenta de las luchas populares y sindicales de distintos grupos de trabajadores: Rivetex, Textiles Morelos, Sindicato de NISSAN, SUITIAC -Sindicato Único e Independiente de la Industria Automotriz de Cuernavaca- así como la lucha de los Maestros (SNTE) al inicio de los ochentas que exigían Aumento Salarial y Democracia Sindical.
Esa orientación de CORREO del SUR le ganó la enemistad y el desprecio de algún gobernador de pésimo recuerdo como Armando León Bejarano quien jamás intentó alguna aclaración, algún acercamiento. Por el contrario, en repetidas ocasiones envió a la policía judicial a intimidar a los colaboradores de este Semanario.
CdS realizó un periodismo independiente que forjó Conciencia de Clase. Un Medio como éste debió ser protegido por los lectores, por los mismos gremios sindicales que encontraron en él difusión de sus demandas y protestas. Incluso debió ser procurado por el mismo gobierno en tanto que significaba ocasión de autocrítica, reflexión crítica y de excusa para proclamarse defensor de la libertad de expresión, así como de revisión de aquello que no había sido atendido y que provenía del pueblo.
El gobierno siempre ha podido, mediante su Dirección de Comunicación Social, comprar algún espacio para aclarar su punto de vista. El espacio se puede vender, la opinión, no. Sin embargo, nunca se han distinguido los funcionarios por aceptar la crítica de buen grado, mucho menos por pedirla para examinarse viéndola como necesaria para el buen gobierno.

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