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Son tiempos de política, son tiempos de lucha por el poder, son tiempos de grilla. Hay un dicho popular el cual refiere “que en la guerra como en el amor todo se vale”. La cuestión es sí la política tiene límites y; pareciera, que formalmente sí tiene límites. Las reglas por la lucha por el poder están consignadas en la Constitución política y en las leyes electorales. Los hechos históricos nos han demostrado que quién aspira al poder, invariablemente, acepta las reglas constitucionales, pero ya en el poder esas reglas, en mayor o menor grado, le estorban para ejercer el poder a plenitud.

Desde que Plutarco Elías Calles llegó al poder, quiso y pudo ejercer una gran influencia política sobre los presidentes que le sucedieron. Ha este periodo de la historia de México se le conoce como Maximato, mediante el cual domino a tres expresidentes Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, hasta que llegó Lázaro Cárdenas y termino con esta ambición de poder.

La silla presidencial tiene un embrujo seductor y quién se sienta en ella, invariablemente y; en mayor o menor grado, tiene la tentación de extender su influencia y poder más allá de su mandato constitucional, algunos han pretendido reelegirse y otros dejar a su sucesor, como Luis Echeverría, Salinas de Gortari, Vicente Fox y ahora López Obrador.

En un México polarizado y dividido, como nunca antes en la historia de nuestro país, las condiciones son propicias para que el inquilino del Palacio Nacional deje sucesor y; tal vez, intente establecer un Maximato. Pero la tragedia para los mexicanos será que en esta contienda por el poder se esté jugando el destino de nuestro país y transitemos peligrosamente en la consolidación de un régimen gubernamental autócrata y autoritario, donde las libertades y derechos humanos de los mexicanos queden constreñidos al capricho, voluntad y arbitrio de quién ejerza el poder.

Por ello es importante ejercer un voto consciente en las próximas elecciones del 2024.