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La semana pasada, en su gira de trabajo por el estado de Morelos del Presidente de la República, escucho el informe de “Restauración del Antiguo Palacio de Cortés y Murales de Diego Rivera” en la Plaza de Armas de Cuernavaca, al inicio se escuchó una rechifla y abucheos a Cuauhtémoc Blanco, gobernador de Morelos, como muestra de disgustos y rechazo a la forma en que gobierna el exfutbolista y por la creciente ola de extorsión e inseguridad que se vive en la entidad federativa.

De inmediato el presidente AMLO salió en su defensa y afirmó que le consta que es “un buen gobernador” y destacó el trabajo de coordinación que su gobierno tiene con Cuauhtémoc.

Para los buenos entendedores de la política con esta concisa declaración de apoyo, tal vez sin darse cuenta, estaba condenando a su candidata a la gubernatura de Morelos, Margarita Saravia, a defender a ultranza el mal gobierno de Cuauhtémoc Blanco. El tema que más preocupa y angustia a los morelenses es la inseguridad que se está viviendo en nuestra entidad. Las cifras reales no mienten. El abucheo era un claro clamor de los morelenses de su malestar que exigen parar la ola de criminalidad que estamos padeciendo.

Con datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el año que recién terminó, 2023, el delito de extorsión aumento un 50 %, en cinco años del gobierno de Cuauhtémoc ya van 5 mil 300 homicidios y se ocupa el segundo lugar en feminicidios.

Con esta realidad, la candidata a la gubernatura por Morelos al estado quedó prácticamente amordazada para no poder hablar del tema de la inseguridad que estamos padeciendo los morelenses, porque hacerlo sería ir en contra de lo que piensa el Presidente de la República. Quedó condenada a exaltar el buen gobierno del exfutbolista y esa fue la directriz que marcó el inquilino del palacio nacional: la continuidad.