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Durante la campaña presidencial de 1988, el Frente Democrático Nacional (FDN) que postuló al ingeniero Cárdenas a la presidencia de México, pintó en Xoxocotla, aledaña a la icónica cancha de futbol, una barda que decía: ¡Vamos todos con el hijo del general Cárdenas!” La polémica elección pasó, a Bartlett se le cayó el sistema y Carlos Salinas de Gortari llegó a la presidencia de la república, pero la pinta duró muchos años en aquella vieja barda. Más allá de que la pinta en Xoxocotla, fue una certera y poderosa manifestación de la figura del ingeniero como sucesor por méritos propios del legado de su padre y una oportuna señal de marketing político, en lo personal también la interpreto a décadas de distancia, como una referencia al acento social que ha definido la vida política y social de Morelos tras la Revolución del Sur: el zapatismo que mutó en agrarismo, la beligerancia y muerte de Jaramillo, a la entidad como epicentro de la Teología de la Liberación y a los indiscutibles liderazgos del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y del presidente López Obrador en Morelos de 1988 a la fecha.

El resultado de las elecciones locales en Morelos a partir de 1988 donde el PRI ganó dos elecciones consecutivas, seguido por el PAN también con dos al hilo, después el PRD en una ocasión y finalmente el PES, esa extraña formación en alianza con la izquierda en 2018, no impidieron, sin embargo, que tanto el ingeniero Cárdenas como el presidente López Obrador siempre ganaran la contienda presidencial en la entidad, lo anterior definió al electorado morelense en el espectro nacional como un bastión de la izquierda progresista, independientemente de que el gobernador fuera del PRI o del PAN.

Cuauhtémoc Blanco, no se puede considerar un hombre de izquierda o comprometido con la Cuarta Transformación, incluso no sería aventurado afirmar que ninguna ideología lo define, sus nueve años de trayectoria política dan cuenta de ello, fue un aliado del régimen, que contó con la enorme fortuna de no caer de la gracia del presidente quien siempre lo ha apuntalado. Su único activo para llegar primero a la alcaldía de Cuernavaca y después a la gubernatura es su pasado como un futbolista talentoso, popular y pendenciero, lo que siempre divierte a las masas. Hay quienes sostienen que el presidente mantuvo a Cuauhtémoc Blanco, porque este le aportó 500,000 votos en el 2018, más bien, si tomamos en consideración el liderazgo del presidente en Morelos, fue en sentido contrario, el arrastre histórico de AMLO en el estado logró ese medio millón de sufragios y le permitió a Blanco llegar holgadamente a palacio de gobierno.

Tanto en el escenario nacional como en el local, las huellas del pasado domingo aún están frescas, aunque para muchos la victoria de Claudia Sheinbaum era previsible y las encuestas lo reafirmaban, el triunfo contundente de Morena ganando la presidencia de la república, las mayoría de los estados incluyendo Morelos, la mayoría calificada en la cámara de diputados y por un pelo en el senado, consolidan a Morena como una fuerza que envidiaría el PRI en sus mejores momentos y que obligan a la oposición a replantear su papel en los próximos años. Quedan varias reflexiones que van desde que Morena hizo bien su tarea hasta que la oposición desaprovecho seis años para construir un liderazgo competitivo. En el caso de Morelos, es innegable que Lucy Meza llevo a cabo un campaña formidable y carismática, pero como dijo hace poco el periodista Carlos Loret de Mola, una cosa es ganar la campaña y otra muy distinta ganar la elección.

Otra reflexión confirma que México no es el WhatsApp o las redes sociales, y que un “like” no necesariamente representa un voto, si nos atenemos a las miles de publicaciones que bombardearon los teléfonos móviles o los dispositivos electrónicos en los pasados meses, el triunfo hubiera sido de la oposición, las urnas en cambio demostraron lo contrario.

Más allá de la filias y las fobias que pueden generar la figura y personalidad del presidente, estas líneas no pretenden ni exaltarlo ni denostarlo, sino objetivamente considerar que su innegable liderazgo lo reafirma como el más avezado líder político en las últimas décadas, y que en Morelos no es la excepción. Sus detractores aseguraron que al no estar AMLO en la boleta este año, sería una enorme ventaja para la oposición, sin embargo, no fue así, simple y llanamente la oposición no lo pudo alcanzar el pasado domingo. Indudablemente como en cualquier elección surgieron anomalías e ilícitos, pero aun así la distancia entre unos y otros fue abismal, la copiosa elección a favor de Claudia Sheinbaum y de Margarita González Saravia, sin restarles méritos personales, de manera contundente no solo reafirman el liderazgo de AMLO, sino con creces que el 2 de junio del 2024 ha pasado ya a la historia como un triunfo del presidente.

*Escritor y cronista morelense.