loader image

 

Cuando se vacía de gente hace frio me dijo Mabel, dependiente de mi cafetería favorita ubicada en la librería Gandhi. Era verdad, no lo había notado, me había pasado cerca de dos horas frente al ordenador tratando de resolver trámites para una visa imposible, cuando levante la vista para enjuagar los ojos, un frio recorrió mi cuerpo como si un eclipse se posara sobre mi obstruyendo cualquier memoria de calor, pensé que habían bajado la temperatura del aire acondicionado y se lo comenté a Mabel, ella me respondió con una frase llena de un significado oculto: “Cuando se vacía de gente hace frio” lo que quería decir que el calor que hacia funcionar el corazón de ese establecimiento dependía de la gente que estuviese ahí.

Me puse a pensar en ello, imaginé por un momento que esa cafetería no era un establecimiento comercial, sino una orquesta. Y la orquesta interpretaba el concierto para piano en Sol Mayor de Ravel, una de mis piezas favoritas, en el piano estaba Martha Argerich, y aunque ella tenía cierto protagonismo todos en esa orquesta éramos importantes, cada instrumentista, cada persona tenía su momento. porque en la orquesta del mundo todos somos necesarios. Por muy insignificante que parezca nuestro papel.

Sin el apoyo de todas esas notas que cubren como un manto los unos a los otros, el frio se haría presente y el tema fracasaría. La clave es aceptar el lugar que te ha tocado en la orquesta del mundo, no todos podemos ser Martha, o dirigir la orquesta, pero eso no importa, peleamos juntos, estamos hombro con hombro adentrándonos en ese mar musical, y si uno cae es importante tender la mano al otro, así funcionan las orquestas.

Puestos a imaginar y volviendo a mi habitual café, yo no podría disfrutar de esa taza sin la ayuda de muchas personas, no muchos lo saben pero antes de ese primer sorbo, ha pasado un largo proceso por cientos de manos, desde su cultivo, la recolección, el secado, el tostado, la mezcla, el empaquetado, el transporte, etc. Hasta llegar a ese pequeño local, donde me encuentro tecleando con un poco de frio en las manos. Todas esas personas han orquestado con ahínco su labor. Es verdad lo que dice Mabel, nos necesitamos para darnos calor.

Todos en este mundo somos instrumentistas de la vida esperando nuestra orquesta y nuestro director, y cuando de vez en vez los encontramos no hace frío en ese lugar, echamos a andar el calor necesario para vivir, para tocar juntos. La clave es entenderlo, tratar de iluminar las estancias de los demás, ellos como tú, también te necesitan.