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¿Quién dijo miedo?

Hugo Eric Flores*

El miedo es la ausencia absoluta de libertad, la peor cárcel del ser humano. El miedo paraliza, hace a los seres humanos conformarse a lo que creen es su destino. Para que exista debe haber alguna circunstancia o alguien que provoque el miedo, es decir, amedrentado y amedrentador. Quienes amedrentan saben perfectamente que sus víctimas se debilitan, desaparecen, los silencian y los encadenan cuando los hacen sentir miedo. El sentimiento de miedo permanente acaba con la voluntad de las personas, el peligro puede o no existir, pero una vez que el miedo se apodera de las personas, se vuelve irracional. El sentimiento de miedo fortalece a los amedrentadores, los empodera, los hace sentirse dueños de las circunstancias y a veces de las personas. Lo mismo da que sea tu esposo, tu esposa; tu padre, tu madre; tu jefe, tu jefa; un criminal, o un gobernante por citar una corta lista; quienes infunden miedo siempre son personas sin autogobierno, desequilibradas, heridas, acomplejadas y, en ocasiones, criminales.

El miedo en política ha sido una poderosa arma utilizada por los gobernantes para influir en la opinión pública, manipular masas y controlar electores. La política del miedo ha moldeado sociedades, construido dictaduras y amalgamado regímenes autoritarios, pero la historia demuestra que siempre ha tenido consecuencias sociales profundas. La manipulación a través del miedo, creando una sensación de peligro inminente, creando una ansiedad social que separa, que divide, tiene como objeto mantener el control político. Generalmente, este tipo de líderes se posicionan como protectores de lo que se percibe como la amenaza, así ganan la lealtad de sus seguidores, el siguiente paso es silenciar a la oposición, suprimir lo que consideran disidencia y consolidar su poder político.

El miedo provocado por los líderes políticos lleva a la polarización, erosionando la verdad, imponiendo la suya, y termina debilitando siempre a las instituciones democráticas. Este miedo, si se convierte en colectivo, sin duda tiene impacto en la salud pública por el estrés individual y social que provoca. El estado de alerta impide a los individuos tomar decisiones racionales e informadas; una persona sin paz difícilmente tomará buenas decisiones. Por eso, es tan necesaria la paz pública cuando el ente colectivo toma decisiones conjuntas, cuando acude a emitir su sufragio debe hacerlo sin presiones, sin temores. El miedo suplanta el debate racional por la reacción emocional, por eso, debemos luchar contra el voto emocional porque este es susceptible de generarse por la política del miedo. La calidad del discurso público se debilita cuando las voces están llenas de rencor, de resentimiento, cuando dividen, cuando polarizan; si quieres conocer el interior de un líder, oye y escucha su discurso. De la abundancia del corazón habla la boca, reza un proverbio bíblico.

Hoy, uno de los mayores miedos sociales es el provocado por el fortalecimiento de las organizaciones criminales. La expansión territorial de estos entes toca cada vez más la vida de todos los mexicanos, cada vez están más cerca de nosotros. No tengo duda de que este crecimiento tiene como su principal propulsor los altos niveles de impunidad. Solo uno de cada seis delitos es denunciado; y, de estos, solo se resuelven el 14 por ciento. Es decir, solo uno de cada 100 delitos cometidos en nuestro país es castigado. La cifra es aterradora. El miedo a los criminales hace que no se denuncie, pero la poca confianza que hay en las autoridades de procuración y administración de justicia es la verdadera desgracia. La impunidad es el peor cáncer de México, el miedo y la desconfianza son la combinación perfecta para alimentar esas células cancerígenas.

El miedo que provoca la falta de educación y la falta de empleo tiene que ver con nuestra percepción de futuro. Aunque no se quiera reconocer, porque está de moda considerar todo como neoliberal, el nivel de educación está íntimamente ligado a la idea de un buen empleo futuro y mejores ingresos. La verdad es que la educación siempre será el principal y el mejor vehículo de movilidad social. Nuestros padres, y ahora nosotros, nos preocupamos por la vida escolar de nuestros hijos siempre pensando que esto les permitirá acceder a mejores niveles de vida. Cuando una persona no se siente preparada, tiene miedo. Cuando no se tiene empleo, da miedo pensar en el sustento personal y familiar. Cuando se tiene un empleo con bajos ingresos, las cuentas por pagar generan miedo. Miedo por no sentirse preparado, o teniendo cierto nivel educativo, el miedo de no encontrar un empleo bien remunerado.

Otro miedo es el que provoca el uso de instituciones contra los derechos ciudadanos. Aquella vieja frase atribuida a Benito Juárez, aunque nunca se comprobará que sea de su autoría: “A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, la ley a secas”, sigue en la praxis política siendo muy utilizada. En México, la corrupción pública sigue sin castigarse. Muchos esperábamos que en el advenimiento de un nuevo régimen los políticos corruptos de otras administraciones fueran castigados; todo se quedó en el discurso y en las consultas públicas. El círculo vicioso no se rompió y con los recursos mal habidos se dedican a promover sus carreras, a alquilar a la prensa, a comprar votos y a financiar a otros políticos para hacer más grande su influencia. Después, a pedir no caer en desgracia ante los poderosos porque si eso sucede es muy fácil imputar delitos, incluso si no se cometieron. Cuando la fuerza del estado cae sobre algún político, es muy, muy difícil librarla. Las instituciones en México se siguen utilizando para amedrentar y para comprar lealtades.

Hace algún tiempo leí: «La falta de valor permite que gobiernen tiranos, ignorantes y déspotas.» Hace unos meses, en una conferencia de prensa en el estado de Morelos, denuncié las bravuconadas y amenazas del Gobernador, e hice un llamado a la sociedad de Morelos para que despertara, citando al mismo autor dije: «Sin valor, ninguna sociedad puede prosperar o engrandecerse. Sin valor, los bravucones del mundo se encumbran. Pero con valor se puede alcanzar cualquier meta, se puede enfrentar al mal y derrotarlo.» Ante lo que está ocurriendo en el desordenado e inestable Estado de Morelos, el llamado sigue siendo exactamente el mismo.

Para los que tenemos fe cristiana, sabemos perfectamente que el perfecto amor echa fuera el temor. Hemos decidido por derecho propio dejar de amedrentar, es mejor amar, pero también no permitir que nada ni nadie nos atemorice. Somos hijos del que todo lo hace nuevo y no debemos dar lugar a la manipulación y al control. Nuestro Maestro les dijo a sus discípulos en esa noche tempestuosa y a la deriva en el mar: «No temáis». Este es el tiempo de rechazar y denunciar a nuestros amedrentadores, a quienes amenazan para obtener y/o mantener su poder. Seguiremos diciendo desde nuestra trinchera que anhelamos la «República del Amor», aquella que prometía la cohesión social y el avance hacia una nueva etapa de paz y justicia. Y sí, basados en nuestras creencias, es tiempo de ir contra la cultura del miedo y proclamar por todo México: ¿Quién dijo miedo?

*Político y líder del Partido Encuentro Solidario.

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