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El futuro es hoy

 

En un impulso de nostalgia, hace unos días en casa volvimos a darle play a Expedientes secretos X. En un capítulo, una serie de delitos misteriosos se desarrollan en un edificio de oficinas. En una escena de alta tensión, un agente le comenta a otro: «Se va a escuchar muy loco, pero ¿has escuchado hablar de la inteligencia artificial (IA)?» Se revela que un informático había creado una IA para gestionar el edificio, y esta toma el control, provocando los incidentes.

La serie, que alguna vez planteó escenarios futuristas, hoy parece una premonición de nuestra realidad. Ahora llevamos las IA incluso en la palma de nuestras manos. Los riesgos que puedan conllevar aún son un territorio en gran medida inexplorado. Sin embargo, es importante recordar que las IA fueron concebidas para facilitar nuestras tareas y mejorar nuestras vidas; su origen es noble.

Lejos de los temores que a menudo se reflejan en películas y series, las inteligencias artificiales no son entes malvados con agendas ocultas. Son herramientas creadas por seres humanos para ayudarnos a resolver problemas complejos y simplificar nuestras actividades cotidianas. Como con cualquier tecnología, el impacto de la IA depende de cómo decidamos utilizarla.

Así como muchas otras áreas de las ciencias y tecnologías, existe una brecha de género en el uso de las IA, las mujeres las adoptamos de manera más lenta que los hombres, pero curiosamente, las mujeres son quienes más impulsamos que la IA se regule y se utilice de manera responsable.

Desde pioneras como Ada Lovelace, quien es considerada la primera programadora de la historia, hasta figuras contemporáneas como Fei-Fei Li, una de las líderes en el campo de la visión por computadora, las mujeres hemos estado en la vanguardia de la tecnología. A través de su trabajo, han ayudado a sentar las bases para muchos de los avances que hoy damos por sentado en la IA.

El papel de las mujeres en la IA no se limita a la programación y la ingeniería. Su trabajo también es fundamental en áreas como la ética de la IA, el desarrollo de políticas tecnológicas, y la educación en tecnología. Mujeres líderes en estas áreas están ayudando a garantizar que el desarrollo y la implementación de la IA se realicen de manera inclusiva, justa y equitativa.

Las IA, son una oportunidad de generar un círculo de virtud en favor de las personas y la misma diversidad y los ejemplos son numerosos. Por ejemplo, en el ámbito de la salud, la IA está mejorando el acceso y la calidad de la atención médica. Los algoritmos de IA pueden analizar grandes cantidades de datos médicos para detectar enfermedades en etapas tempranas, sugerir tratamientos personalizados y optimizar los recursos médicos. Esto es especialmente beneficioso en regiones con escasos recursos médicos, donde la telemedicina y las herramientas de diagnóstico asistidas por IA pueden hacer una gran diferencia.

Por otro lado, la IA está desempeñando un papel cada vez más importante en la conservación de la naturaleza, ayudando a abordar diversos desafíos ambientales. Se utiliza, por ejemplo, para detectar actividades ilegales. Estos sistemas pueden identificar patrones inusuales que sugieren actividad humana, alertando a las autoridades en tiempo real para que se puedan tomar medidas. Además, la IA permite analizar grandes conjuntos de datos climáticos para modelar y predecir cambios en el clima y sus impactos en los ecosistemas. Pero también se puede usar para monitorear especies, analizar imágenes y sonidos capturados por cámaras y micrófonos en la naturaleza, identificando especies animales y plantas de manera automática.

El futuro es hoy, ¿Estamos preparados para aprovechar todo el potencial de la inteligencia artificial para crear un mundo más igualitario y sostenible?

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