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Raúl Silva de la Mora

Esta es la historia de una mujer sola, habitada por el mundo. Una mujer que sabe escuchar el pálpito de lo vivo y aprecia el silencio, como un refugio que asoma al misterio. Esta es la historia de una mujer que deambula por el cosmos, sin abrir la puerta de su casa. En el vuelo de su imaginación va juntando los pedacitos de su ser, para conversar con su alma.

​Esta es la historia de un temor que, en silencio, propone mapas para ciertas brújulas de la intuición. Tener miedo es la primera condición que puede llevarnos a la médula de nuestros deseos.

​Una carta de amor, el mar. Oleaje vertiginoso que preludia barquitos de papel, embarcaciones de la memoria. La profundidad en la superficie, catalejo de un misterio que siempre devela nuevos misterios. Espejismos, botellas que navegan en un océano donde todo prefigura el naufragio, y sin embargo… 

​Dice ella: “En mis huesos, la huella de una caricia no pronunciada pone mi tierra a temblar: sismo y sed, y beso atado, de mordedura mortal, se asoma buscando al ave de pigmentación ardiente”.

​Esta es la historia de una sucesión de historias que viven y palpitan en Ex tinta, de Beatriz Stellino, un libro que hace ocho años publicó La Ratona Cartonera. Se trata de una edición de 120 ejemplares, construidos de una manera singular. De todos los libros publicados por esa cartonera, este es el único donde su autora es también la creadora de todas las portadas, cada una de ellas con un garigoleo que reproduce distintas puertas y ventanas, vislumbradas en incesantes caminatas por la ciudad, la real y la ficticia. Trazos que se entretejen con formas entreveradas y colores que iluminan.

​¿Poesía, prosa poética, chispazos de la memoria, haikus entrelazados, aforismos? En las aguas de las definiciones todo puede ser tan claro, pero también tan nebuloso. Ex tinta enuncia nuestras dolencias, es un grito estruendoso para tratar de entender nuestras miserias. En su expresiva sutileza, acaricia. Propone que el único género que nos cobija carece de definiciones, tan solo: es.

​Escribió Alicia Reardon en la contraportada: “Las imágenes de Ex tinta se detienen en lo que está a punto de nacer, de crecer o de transformarse. Esta poesía nutre la unión entre una realidad externa, ya tocada por los sueños, y una visión interna que es aún más transformadora. Podemos imaginar al cuarto propio defendido por esas envolventes rejas que la misma Beatriz pintó en todas y cada una de las portadas de esta edición y que, gracias a su calidad y su calidez de pintora, reflejan tan bien esos mundos de vivencias protegidas”.

​A la manera de ese cuentista vertiginoso y fantasioso, que es el uruguayo Felisberto Hernández, la poeta contadoraBeatriz Stellino conversa con un campanario, con una botella, con sus poros, con el tiempo y con lo impredecible, porque toda materia y toda imaginería es susceptible de ser un elemento para construir esas chozas que resguardan la bruma de nuestra imaginación.

Ex tinta es también un concentrado del alma, el espíritu, los sueños y las certezas que resguarda el ser Beatriz Stellino, poeta, pintora, artista de la corrección de estilo, viajera del I Ching y creadora de semillas que germinan. Nacida en Ranelagh, una localidad al sur del Gran Buenos Aires, en Argentina, Beatríz Stellino ha convertido a México en un epicentro de sus viajes por el cosmos.

​“Cuando miro con lupa, o bien, cuando cierro mis ojos y miro con el resto de mi cuerpo, se que el futuro está ahí por todos lados, dicho en todos los lenguajes del mundo; porque las cosas hablan tanto como los recuerdos. En la forma como la mano de mi abuela se sujetaba de mi mano infantil para avanzar en su oscuridad guiada por mi percepción de la luz, ya estaba ahí prefigurado mi corazón, inmerso en el azar”.

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