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Quien escribe de manera periódica siempre está pensando en el tema que viene. A veces son dos o más los que se tienen en cartera. Sin embargo, suele pasar que ocurra un hecho o suceso que obligue a romper el orden previsto y dar prioridad en su atención. Eso ocurre en esta ocasión. Se trata de un caso sufrido en el domicilio particular que, por desgracia, no es excepcional, pues se presenta con frecuencia en la ciudad de México, al igual que en otros lugares del país. El robo a casa habitación.

Las modalidades y la desfachatez con la que actúan los delincuentes y lo cotidiano de esos delitos obliga a hacer una denuncia pública buscando que las autoridades respondan a la sociedad. Durante mucho tiempo se pensó que el modus operandi de los ladrones de casas consistía en actuar cuando una familia salía de vacaciones o que lo hacían al cobijo de la noche. Después, se creyó que las alarmas vecinales o las cámaras de los particulares serían disuasivos y disminuiría la incidencia. Sin embargo, las estadísticas muestran lo contrario.

Primero expongo lo vivido en propia casa, en días recientes, en la zona sur de la Ciudad de México. A plena luz del día, cerca de las 13.00 horas, dos sujetos rompieron la chapa de la puerta para intentar entrar. No les importó que el perro ladrara. En esa ocasión una de las hijas, que trabaja home office, se percató del intento de intrusión y gritó a los ladrones, quienes salieron corriendo. Se llamó a la patrulla; a los policías se les entregó el video respectivo donde se ve la manera cómo actúan. Ahí se aprecia un vehículo sin placa, que circula lento por la calle, así como una moto que hace función de muro. Luego se acerca un sujeto y toca el timbre en repetidas ocasiones (para verificar que no haya nadie). Hace una llamada para que se acerque otro sujeto. La hija estaba en junta de trabajo virtual, conectada con audífonos, por lo que primeramente no escuchó nada, pero ante la insistencia del perro, puso atención y oyó como estaban rompiendo la cerradura. Podrán imaginar la angustia vivida.

Las autoridades tienen como obligación prioritaria brindar seguridad a los gobernados. No hay excusa para evadirla, ni para no entregar resultados. Se supone cuentan con presupuesto destinado y etiquetado para esas labores, que les permite contar con equipo de punta y dar capacitación permanente a su personal. Sin embargo, más importante resulta que tengan visión del problema y diseñen estrategias de inteligencia para enfrentar a los delincuentes. No se pueden escudar en que los malosos cuentan con el factor sorpresa, que los hace ir siempre un paso adelante. Para eso se tiene el C5. En un asunto mediático, la presión suele incidir en la entrega pronta de resultados. Pero de tratarse de un simple particular pocas veces hay respuesta. En el caso expuesto parecía lógico que con el seguimiento de las cámaras podría ubicarse a los delincuentes…pero no pasó nada. Todo quedó en un burocrático reporte de incidencia.

Según datos de 2023, que se desprenden del ENVIPE (Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública), la Ciudad de México ocupa el segundo lugar (después del Estado de México) en tasas de delitos más altas en el país. Asimismo, hay un 92% que no se denuncian (la llamada cifra negra), entre ellos el robo a casa habitación. Las razones para no hacerlo van desde la no confianza en las autoridades, la lentitud en el trámite y la pérdida de tiempo. De los delitos denunciados, en el 77.5% el resultado fue que no pasó nada o no se resolvió la denuncia. Esa es la realidad con la que vivimos.

En el comparativo de los temas que generan mayor preocupación a la gente, la inseguridad ocupa, por mucho, el primer lugar, con el 60%. La percepción de las personas es que no se siente seguro en sitios públicos. En cambio, identifica su casa como el lugar más seguro, con el 81%.

Es necesario y obligado que las autoridades concentren esfuerzos para combatir el robo a casa habitación. La policía tiene que apostar fuertemente a las tareas de inteligencia y al apoyo tecnológico. Cuando recibe información y evidencias de los particulares debe tener decisión para detener bandas organizadas. Exijamos que el hogar continúe siendo el lugar en el que todos y todas nos sentimos seguros.

No podemos permitir que roben nuestra tranquilidad personal y familiar. ¿Es mucho pedir?

* Investigador del Programa Universitario de Derechos Humanos de la UNAM y del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) eguadarramal@gmail.com