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¿De qué manera las y los jóvenes pueden involucrarse cada vez más con prácticas vinculadas a la economía social y solidaria, y contribuir al cambio social de manera crítica e innovadora?

También interrogarnos ¿por qué las y los jóvenes? Y ¿por qué la economía social y solidaria?

Voy a intentar empezar por el segundo interrogante, sin respetar el orden imaginado para poder debatir con vosotros sobre este tema. Haré referencia de algunas cifras que nos ayudarán mejor a comprender la hipótesis: la economía social y solidaria constituye una buena oportunidad de trabajo para las y los jóvenes de Morelos.

En primera instancia las y los jóvenes en Morelos son un grupo etario significativo. Teniendo en cuenta que en México viven 129 millones de personas, de las cuales, 31.3 millones tienen entre 15 y 29 años y en Morelos el total en ese rango es de 456,473 mil jóvenes, cuando el total de habitantes según, el Censo de Población y Vivienda 2020, en el estado de Morelos es de 1,971,520 personas, ocupando el lugar 23 a nivel nacional por su número de habitantes

De estos jóvenes muchos de ellos enfrentan significativas vulnerabilidades: no encuentran trabajo, los que trabajan lo hacen en condiciones precarias, hay rezago educativo y muchos están directamente fuera del sistema educativo.

Las y los jóvenes que trabajan lo hacen en distintos sectores económicos, pero la mayoría gana un salario insuficiente. Algunos datos pueden ilustrar esta afirmación. En el sector comercio, del 22% de jóvenes trabajan en este rubro, el 79% son sin ingresos suficientes. En la industria manufacturera trabaja el 19% de los jóvenes, pero un 54% de manera precaria. En el sector agricultura, ganadería, caza y pesca, trabajan un 10% de jóvenes y el 78% sin ingresos suficientes y en restaurantes y servicios de alojamiento también el 10% trabaja en este rubro, si bien el 80% de manera temporal o sea con ingresos muy magros.

Una paradoja se da entre los rubros donde trabajan pocos jóvenes y en cambio el ingreso es suficiente: por ejemplo, en el sector de la construcción trabaja el 8% de jóvenes con un 53% de ingresos suficientes. En servicios sociales trabaja un 6% de jóvenes, y el 64% percibe buen ingreso, en transporte, comunicaciones, correo y almacenamiento un 5% de jóvenes que trabaja en este rubro y 60% percibe un salario digno, como un 3% de jóvenes que trabaja en gobierno y organismos internacionales un 63% obtienen ingresos suficientes.

Hay un amplio grupo en México, y se repite en Morelos, que busca trabajo, o realiza trabajos temporarios, sin contratos o prestaciones sociales, y de los 456,473 de jóvenes sólo 46,3% está ocupada. Con contrato escrito o de base en planta o por tiempo indefinido sólo 8,2%, con seguridad social el 11,7% y con contrato y seguridad social el 7,5%. Estas cifras denotan que un 54% está sin trabajar. O podemos pensar realizando alguna actividad de manera invisibilizada por las cuentas nacionales. Se los engloba además de manera inoportuna como trabajadores informales, cuando son jóvenes que el propio mercado tiene en esas condiciones por conveniencia y no porque sea una elección de los jóvenes.

Por otra parte, cuando hablamos de trabajo, empleo, actividades que realizan los jóvenes en muchas ocasiones hay una desvalorización de sus capacidades, cómo si porque fuesen principiantes, sus activos desconocidos, y es lícito pagarles menos. Además, es un tema que siempre va de la mano de los procesos educativos y formativos alcanzados por este grupo etario, que en muchos casos puede o no, facilitarle su inserción al trabajo.

En este panorama bastante desolador, producto de la economía capitalista y sus profundas transformaciones, la economía social y solidaria se presenta como una alternativa posible, no sólo respecto a la inserción laboral, sino también por referirse a un trabajo cooperativo, solidario, que recupera conocimientos y subjetividades de las comunidades. Habrá otra oportunidad para compartirles algunos ejemplos.

*Integrante del NODESS Morelos Solidario y Cooperativo.

c.girardo@hotmail.com