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El abuso sexual en niñas, niños y adolescentes, un problema mundial

Carla Campos Rayado*

¿Sabía que, cada minuto, cuatro menores de edad sufren de algún tipo de abuso sexual en América Latina? Es casi el mismo tiempo que le tomará leer los primeros párrafos de esta columna. El dato anterior lo brinda la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y detalla que al menos tres son niñas y la mayoría no logra recuperarse nunca de ese trauma.

Comencemos por identificar qué es esa conducta; de acuerdo con la UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, por sus siglas en inglés), el abuso sexual ocurre cuando un niño o niña es utilizada para la estimulación sexual de su agresor, ya sea un adulto conocido o desconocido, un pariente u otro niño, niña y adolescente (NNyA).

Implica toda interacción sexual en la que el consentimiento no existe o no puede ser dado, independientemente de si los NNyA entienden la naturaleza sexual de la actividad e incluso cuando no muestre signos de rechazo.

Es importante entender que no comprenden la gravedad del hecho por su inmadurez psicosexual y/o no están en condición de aceptar o negarse libremente. Es una de las formas más severas de violencia y una grave violación a sus derechos, con consecuencias devastadoras para la víctima, su familia y la comunidad. No obstante, es una realidad que ocurre en todos los grupos sociales y culturales, sin distinción.

Bajo este pequeño contexto, volvamos a las cifras; el Diagnóstico Nacional de Violencia Sexual en México, CEAV 2015, señaló que se cometen al menos 600 mil delitos sexuales cada año, en donde 9 de cada 10 víctimas son mujeres y 4 de cada 10, son menores de 15 años.

Pero, no se imagine que este delito es como tal una relación sexual, la interacción abusiva, puede ocurrir con o sin contacto sexual, e incluye: los manoseos, frotamientos, contactos y besos sexuales, el coito entre los muslos, la penetración sexual o su intento, por vía vaginal, anal y bucal, o cuando se introduzcan objetos, efectuar comentarios lascivos e indagaciones inapropiadas acerca de la intimidad sexual, exhibición de pornografía, que en ocasiones, disfrazada como “educación sexual”, incitar a que tengan sexo entre sí o fotografiarlos en poses sexuales, y hasta contactarlos vía internet con propósitos sexuales (grooming).

Aquí tiene otro dato: la mitad de los delitos sexuales son cometidos en el hogar de la víctima y 60% de las veces por parte de los familiares o personas conocidas, que en casi todos los casos son hombres; y 1 de cada 5 niños o niñas es abordado sexualmente a través del internet, así lo refleja el Diagnóstico Nacional de Violencia Sexual en México, CEAV 2015.

A diferencia del maltrato físico, en donde el diagnóstico es posible al ver las lesiones, y de la negligencia adulta hacia el bienestar infantil, como ver niños desnutridos, no escolarizados, sin cuidados médicos básicos, entre otras formas de vulneración de sus derechos, la detección de aquel que fue o está siendo víctima de abuso sexual depende de escucharlo.

El Comité de Violencia Sexual de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, presentó una cartilla con las señales de alarma que pueden llegar a presentar las víctimas, y son:

Cuáles son las señales de alarma

SINTOMAS FÍSICOS

  • Laceración genital (heridas)
  • Moretones en el área genital
  • Dolor o molestia en la vulva, vagina y/o ano
  • Molestia al orinar
  • Orificio vaginal agrandado
  • Himen cicatrizado
  • Retención de heces o heces verdosas
 

SÍNTOMAS EMOCIONALES

  • Miedos
  • Fobias.
  • Pesadillas recurrentes o sueño inquieto.
  • Ansiedad.
  • Depresión.
  • Fugas de casa sin razón aparente
  • Miedo a determinada persona o intensa aversión a cierto lugar.
  • Manifestaciones de afectos o conocimientos sexuales inapropiados para su edad
  • En la adolescencia es más común la idea o intento suicida, el ausentismo escolar o el consumo de drogas
 
 

En el 2015, México fue considerado el país número uno en casos de abuso sexual infantil por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Según esta organización, México ocupó el primer lugar de las 34 naciones que la integran en abuso sexual, violencia física y homicidios en menores de 14 años, con aproximadamente 4.5 millones de niñas y niños víctimas de abuso sexual en todo el país, de los cuales, sólo el 2% fueron denunciados.

Dentro de la cartilla del Comité de Violencia Sexual de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, detalla algunos mitos de la violencia sexual.

MITOS

 

REALIDAD

Es poco frecuente

 

En México, cada día hay más de 1640 denuncias de delitos de violencia sexual.

El riesgo de violencia sexual sólo está en la calle.

 

Ocurre en cualquier ámbito (familiar, escolar, amistad, trabajo, en la calle, etc.)

Nunca son los padres; los agresores son siempre desconocidos.

 

En más del 60% de los casos, los agresores son familiares o personas conocidas por la víctima.

Es mejor no denunciar, para salvaguardar la intimidad del niño, niña y adolescente.

 

Es una obligación denunciar. Los niños, niñas y adolescentes deben ser protegidos/as y recibir intervención profesional.

La violencia sexual y los malos tratos son inevitables.

 

Un ambiente de respeto, confianza, y comunicación puede prevenir la violencia sexual.

Las víctimas de este delito sufren un daño irreparable a su integridad física, psíquica y moral y se daña su derecho a la integridad, la intimidad, la privacidad y, principalmente, se vulnera el derecho a no ser expuesto a ningún tipo de violencia, abuso, explotación o malos tratos.

Estos derechos se encuentran protegidos a nivel internacional por la Convención sobre los Derechos del Niño y a nivel nacional en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

En conclusión, esta violencia atenta contra la integridad física y psicológica de nuestras NNyA; a pesar de que constituye un problema creciente en el mundo, la mayoría de los casos no son detectados ni denunciados.

*Jueza de control, enjuiciamiento y ejecución especializada en adolescentes del Tribunal Unitario de Justicia Penal para Adolescentes