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Critica de lo desconocido

Omar Said Olibares Hernández*

En los tiempos que vivimos ya se ha vuelto común escuchar casos de delitos en los que se encuentran involucrados adolescentes. Y también es cotidiano escuchar comentarios y quejas de personas respecto a las sanciones que se les imponen.

Recuerdo haber escuchado criticas como: “para tres años que le dieron al chamaco que andaba extorsionando, lo tenían que dejar unos 20 años en la cárcel”

También: “para 1 año y medio que le dieron al mocoso ese, que vendía droga, mejor lo hubieran de soltar para que lo maten en la calle”, y como estos existen muchas otras más.

Este tipo de comentarios van generando en nuestra sociedad molestia y descontento, incluso incitan a las manifestaciones y en realizar comentarios despectivos de la justicia penal para adolescentes.

Sin embargo, al escuchar y leer en redes sociales todas esas críticas que realiza la sociedad a la justicia penal para adolescentes y las sanciones que se les imponen, debemos preguntarnos si las personas que las expresan recuerdan ¿qué hacían con sus vidas cuando tenían 14 o 17 años de edad?

Porque no debemos olvidar que todos en algún momento fuimos adolescentes, que tuvimos miedos, alegrías, tristezas, angustias, timidez, que siempre queríamos ser los primeros en todo, que no nos importaban los riesgos y que solo bastaba que nuestros amigos nos aceptaran para ser felices y a veces hacíamos lo que fuera por caerles bien, ¿o ya se nos olvidó?

Todos fuimos adolescentes, también tuvimos esa sensación de ser superiores y creímos que nada nos podía pasar. Algunos también estuvimos expuestos a ser parte de la delincuencia o cometer delitos.

Esto es porque los adolescentes son parte de un grupo sumamente vulnerable, aunque en ocasiones no lo parezca.

Para entenderlo mejor pensemos en los adultos mayores; generalmente nos referimos a ellos como un grupo vulnerable y que por su edad necesitan apoyo y cuidados, pues así son también los adolescentes.

Entonces debemos de cuidar de ellos de la misma forma por las condiciones propias de su edad. Con esto no quiero decir que debemos dejarlos hacer lo que quieran, si no que debemos orientarlos, escucharlos, entenderlos, apoyarlos y motivarlos.

La ciencia nos dice que la necesidad de los adolescentes hoy día, siguen siendo las mismas que los jóvenes de hace 50 años de acuerdo con Juan Pablo Cibils, Psicólogo Educacional. Todos siguen necesitando socializar, tener contacto con sus padres, con sus amigos e identificarse con ellos, lo que cambia es que ahora lo hacen a través de plataformas digitales.

Ahora bien, es cierto que los adolescentes de ahora han cambiado. Ya no salen a divertirse a los parques tan comúnmente, ya no juegan con los vecinos de su colonia, no los inscriben en algún deporte, no se les motiva en tener el gusto por la lectura.

Pasan más tiempo pegados a los equipos electrónicos llenándose de información que, muchas veces los ínsita en querer imitar gente o acciones ilícitas, que los orilla a cometer hechos delictivos.

Si a todo lo anterior le sumamos que las personas encargadas de los cuidados de los adolescentes (padre, madre o tutor), no vigilan el contenido del material que está siendo observado y asimilado por los adolescentes, esto genera un descontrol total en sus emociones, pensamientos y en su desarrollo.

Muchas veces esto trae como consecuencia que tomen decisiones equivocadas.

Luis Barbeito, Medico y Doctor en Neurofarmacología, nos dice que existe una particularidad de maduración especialmente del sistema nervioso central en los adolescentes, en donde la corteza prefrontal del cerebro madura en último lugar, siendo el lugar predilecto de la toma de decisiones.

Esto explica porque el adolescente toma decisiones rápidas, impulsivas e influenciadas por emociones y amigos, y esto ocurre de manera natural, no es algo que los adolescentes decidan si lo quieren o no, es algo con lo que tienen que vivir.

Y si le añadimos que a veces los descuidamos, los criticamos y regañamos constantemente y les reprochamos que ellos viven en tiempos mejores a los que nosotros tuvimos o que ellos son el futuro de nuestra sociedad, cargándolos de responsabilidades que no les corresponden, ejerciendo de esta manera acciones encaminadas al adultocentrimo.

Lo que ellos necesitan es sentirse aceptados y cobijados por quienes aman en ese momento, como lo pueden ser sus padres, familiares y amigos.

Alem Votri, otro Psicólogo educacional, nos dice que en la etapa de la adolescencia el cerebro se encuentra en desarrollo, motivo por el cual el lóbulo frontal del cerebro es inmaduro, de ahí que los adolescentes no miden riesgos.

Mientras que Ariel Volt, psiquiatra de niñas, niños y adolescentes, nos dice que la adolescencia es la etapa en la cual el cerebro tiene una función fundamental.

Es el momento cuando los adolescentes prueban, experimentan y deciden, qué les gusta, qué no les gusta y descubren qué tiene más riego y qué no, de esta forma van construyendo una idea para la toma de decisiones independientes.

De todo lo anterior, nos podemos dar cuenta que debemos analizar muchas circunstancias antes de prejuzgar y de juzgar a los adolescentes, además deben saber que, el sistema de justicia penal no es un sistema castigador, es decir, no vamos a ponerle muchos años de cárcel para que pague por el delito que cometió, no.

No haremos eso, porque el sistema de justicia penal es de carácter socioeducativo, teniendo como especial objetivo el reintegrar al adolescente a su familia y a su sociedad.

Lo anterior con independencia a que la propia Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes en su artículo 145, donde nos establece las reglas para la determinación de Medidas de Sanción.

Sin embargo, no solo tenemos que atender a números como si fuera un tabulador, es decir, si cometió cierto delito vamos una tablita y ya sabemos que cantidad de años le vamos a imponer. Así no funciona el sistema de justicia penal para adolescentes.

Lo que tenemos que atender para poder sancionar a un adolescente es, en primer lugar, su edad, sus circunstancias personales, familiares, económicas y sociales, así como su vulnerabilidad, entre otras más.

Es por ello que, antes de realizar una crítica y decir; “porque le dieron tan poquitos años de cárcel a esos chamacos” como suelen llamarlos, o de realizar un prejuzgamiento e incluso el juzgamiento de una persona adolescente, debemos de analizar todos los elementos que rodean al adolescente y su situación personal, sus etapas de maduración y desarrollo de su cerebro, sus circunstancias personales, familiares y sociales.

Todo lo anterior para poder determinar las condiciones en las que se encontraba y que lo orillaron a cometer ese hecho ilícito, y una vez realizado todo ese análisis poder determinar la sanción socioeducativa a la que habrá de sujetarse, pero que además le ayude a reintegrarse con su familia y a su sociedad.

Así que cuando vuelva a conocer un caso sobre algún adolescente en contacto con la ley penal, pregúntese ¿qué circunstancias llevaron a ese joven a tomar esa mala decisión?

Nos leemos en la siguiente columna.

* Juez de Control y Juicio Oral del TUJPA