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ADOLESCENTES VÍCTIMAS Y NO CRIMINALES

Erika Sobeyda Juárez Portillo*

HISTORIA DE VIDA

“Un día regresando de la secundaria estábamos mis hermanos y yo en casa. De pronto tocaron la puerta. Eran dos “chavos” que se identificaron como parte de un cartel y nos ofrecieron trabajo, el sueldo mensual era de treinta y cinco mil pesos, y pensé: ¡uff! todo lo que podía hacer con ese dinero, no tengo mucho que perder, en cambio sí tendría carros, mujeres, cadenas, fama, armas. Le compraré a mi mamá esa lavadora que siempre quiso, para mi papá puede ser un buen carro pues siempre trabajó mucho y nunca logró comprar uno, y así podremos salir a pasear todos juntos como lo hacíamos antes de que se divorciaran. Y sin duda habría pagado el tratamiento de cáncer de mi hermano”.

Esta es parte de la historia de Raúl un adolescente de 14 años, sacada del libro “Un sicario en cada hijo te dio”, pero existen tantos y tantos adolescentes que inician en el crimen organizado sin siquiera pensar en las consecuencias de esa decisión.

Nuestro Morelos también reúne historias como esa y, por decir una, nombraremos a “El niño sicario” o popularmente conocido como “El Ponchis”, ya casi a cumplir 13 años de su detención, nació en San Diego California, Estados Unidos; a los cinco fue separado de su madre y puede ser el punto donde cambió su vida.

Sólo pudo concluir el tercer año de primaria,  sin vigilancia de sus padres, no le fue difícil deshacerse de los estudios y se convirtió en presa fácil de la delincuencia. Su carrera criminal la inició a los 11 años, con el asalto a un negocio del que no salió bien librado, pues fue detenido, y puesto en libertad inmediatamente por tratarse de un menor de 12 años.

De vuelta en las calles, y de acuerdo con su propia versión, fue “levantado” por la banda de “El Negro”, líder del entonces Cártel del Pacífico Sur y quien se convertiría en su mentor. O al menos es lo que se conoce de manera pública acerca del caso.

Sin justificar las acciones de los ejemplos pasados, vemos como estos adolescentes, uno, con una carencia económica y, el otro, con una carencia de protección, creyeron encontrar la solución en el crimen organizado.

OPORTUNIDAD DE VIDA ¿A QUÉ COSTO?

Estas historias, a pesar de que vienen de lugares distintos de la República Mexicana, tiene una gran similitud, pues se demuestra que los adolescentes son presa fácil para ser reclutados por grupos criminales.

Las niñas, niños y adolescentes (NNyA), constituyen uno de los grupos más vulnerables frente a los factores de riesgo, como lo son la pobreza, marginación, falta de oportunidades, desarrollo social y humano, entre otros, vulnerando aún más a los ya desprotegidos y afectando a las nuevas generaciones.

Los niños en edades tempranas buscan un apego emocional con una figura adulta, además de identidad y protección, la cual en un ambiente sano se debe encontrar en los padres o abuelos, pero al carecer de ellos, buscan subsanar esa ausencia.

Ante la necesidad no solventada, la sustituyen por otro tipo de figuras, y es ahí cuando los grupos criminales valiéndose de ello, generan fidelidad y cada vez una mayor dificultad de desmovilizarse.

Las cifras no están tan lejanas a la realidad, de acuerdo con al estudio realizado por los investigadores Rafael Prieto-Curiel, Gian María Campedelli y Alejandro Hope, revelado en el mes de septiembre del 2023, donde señalaron las oportunidades de trabajo para nuestra juventud en México, indicaron que el narcotráfico es el quinto empleador más grande del país, superando a empresas como Oxxo y Coppel.

En ese mismo estudio, refiere que el 17.9% estaría afiliado al Cártel Jalisco Nueva Generación, el 8.9% al Cártel de Sinaloa, el 6.2% a la Nueva Familia Michoacana, el 4.5% al Cártel del Noreste, el 3.5% a la Unión Tepito y el 59% restante a otras organizaciones; estimando que enlistan a 350 personas entre niños, adolescentes y adultos de manera semanal, donde muchos de los que se unen al narco no lo hacen voluntariamente.

GENERACIÓN AFECTADA

En las últimas décadas las consecuencias de la inseguridad, violencia y crimen organizado ha tenido efectos particularmente graves en NNyA, situándolos en condiciones de gran vulnerabilidad.

La Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), calculó que alrededor de 35 mil NNyA son parte de grupos delictivos organizados en los que son utilizados para cometer delitos, por lo que están inmersos en una doble cara de la violencia, pues son víctimas y victimarios.

Algunos medios nacionales se han atrevido a señalar que desde el 2006 cada día son asesinados 26 jóvenes de entre 15 y 29 años, es decir, cada hora más de una vida se pierde, dejando 153 mil homicidios dolosos de jóvenes que enlutan al país desde la “guerra contra el narco”.

Sin dejar a un lado que de las 249 mil 930 personas que fueron reportadas como desaparecidas y no localizadas en México desde el 1 de diciembre de 2006 hasta el 22 de agosto de 2023, el 44%, es decir 109 mil 969, tenían entre 15 y 29 años.

El investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y experto en muertes por violencia, Héctor Hernández Bringas, afirma sobre esta situación: “son, en muchos casos, carne de cañón, son presas fáciles, son concebidos por la delincuencia organizada como prescindibles, como desechables”.

 REFLEXIÓN

Todo esto nos lleva a una pregunta, bajo todo el contexto anterior, entonces ¿a quién le interesan más los NNyA?

No olvidemos, que todos los adultos y el estado mismo, estamos obligados a proteger a los NNyA, y dejarlos caer en las manos de la delincuencia, de la muerte y la corrupción misma, nos habla de una sociedad incapaz de proteger a su niñez, y por ende un camino seguro a la autodestrucción y caos social; una de las formas más seguras de envenenar desde la raíz, todo un esquema social.

“Las calles han sido tu escuela

Y el vandalismo tu vida

Pasaste hambre y tristezas

La mafia ahora es tu familia.

En la mafia hay dos cosas seguras

O la cárcel o la muerte

Por mala suerte encontré la segunda

Y tan sólo tenía 17”

Termino con estas estrofas de la canción de Calibre 50, “el niño sicario”, donde se normaliza la relación entre menores de edad, el crimen organizado y la muerte. Y pregunto: ¿estamos frente adolescentes criminales o víctimas de la misma sociedad?

*Jueza especializada del Tribunal Unitario de Justicia Penal para Adolescentes