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El nacimiento de Twitter

Antulio Sánchez

Twitter es uno de los termómetros de la opinión pública. Twitter nació como un microbloguin en 2006, retomando los 140 caracteres de los mensajes SMS, para llevar esa modalidad de comunicación al ciberespacio, e intentar convertirse en la mejor herramienta para emitir mensajes cortos y en tiempo real en la red.

La idea de Twitter de generar un microbloguin se le ocurrió a Jack Dorsey, pero a pesar de tener claridad de crear un servicio en línea para que la gente lo usara para compartir su estado, es decir, si estaba conectado o no, esa idea no habría cuajado, e incluso enriquecido, de no ser por Odeo, una empresa fundada por Evan Williams y Noah Glass. Fue el segundo, programador de cepa, quien traía en la cabeza un proyecto llamado «Twitter» que fue trabajado en su departamento y oficina, cuando esto sucedió la hoy Twitter todavía se llamaba «twttr» y la invención de Glass era uno de los productos de Odeo, una compañía dedicada al podcasting.

Williams se dedicó a impulsar, y pulir la idea que traían en la cabeza Dorsey y los otros miembros de la firma: Noah Glass, Jack Dorsey y Biz Stone. Noah fue, pues, quien le dio el nombre de Twitter al servicio e ideó que sirviera para conectar a gente que se sintiera sola. Evan no sólo aportó el dinero sino que impulsó la idea de que Twitter se centrara en torno a «lo que estaba pasando». Mientras que Biz, le imprimió un sentido ético al indicar que debería de defenderse a los usuarios del servicio. Sin todos esos aportes, es probable que Twitter no hubiera existido.

Todos los pormenores que llevaron al surgimiento de Twitter los narra Nick Bilton en su libro La verdadera historia de Twitter. El texto refiere que la vida de Twitter destacó en su momento por un explosivo crecimiento de usuarios, por convertirse en un referente obligado dentro del sexto poder que es internet, pero también su libro está plagado de datos de que es una empresa en donde artimañas, trampas, traiciones y ambiciones personales estuvieron a la orden del día, como ha sido la característica de otras empresas .com.

En su origen no faltaron ciertas ideas contraculturales, algo que ha acompañado a varias empresas de internet de nueva creación. En este caso, estuvo presente la de dar vida a un servicio para otorgar la voz de forma igualitaria a todos los habitantes del planeta, de auxiliar a los ciudadanos a levantarse contra quienes abusan del poder. De hecho, Evan Williams había lanzado Blogger en el año 2000, una herramienta para crear blogs, y lo hizo basándose en la creencia de que el blogueo y posteo serían una especie de micrófono para cualquier ciudadano, para que por esa vía las personas tuvieran garantizada su libertad de expresión.

Pero Twitter refleja que los derroteros de las plataformas sociales también le deben mucho a los aportes de los usuarios. En 2006, un usuario de Twitter, Chris Messina, envió el siguiente tuit: «¿Cómo te sientes al usar # para los grupos? ¿Cómo en #barcamp (msg)?» En ese momento inventó la característica identitaria de Twitter, el hashtag, y que no se les había ocurrido a sus creadores; Messina no recibió ningún peso por su idea. Sin embargo, hoy ese distintivo de Twitter se cuestiona porque las redes de bots y las granjas de usuarios, pagados exprofeso para crear hashtags, distorsionan esa práctica y se critica que ha dejado de ser un agregador espontáneo y orgánico de las conversaciones.

Bilton relata cómo el ego terminó por afectar a los creadores de Twitter, amén de que con el correr del tiempo el pragmatismo erosionó los viejos sueños y aspiraciones. En medio de disputas, difamaciones, luchas intestinas, el servicio fue creciendo en usuarios y rivalidades. Dorsey fue echado de Twitter por Evan Williams, reduciéndolo a presidente honorario sin voto alguno, pero con el correr del tiempo Dorsey retornó para expulsar de la dirección a Williams, quien fue sacado de la compañía que fundó y financió con su propio dinero.

Posteriormente, los 140 caracteres que fueron el punto de partida de Twitter, pasaron a convertirse en 280. Es verdad que Twitter con una demografía lejos de Facebook —actualmente se estima que tiene un poco más de 368 millones de usuarios activos, de los cuales según Statista México tiene un poco más de 10 millones— se ha tornado en lugar obligado para activistas, periodistas, investigadores, políticos y en una zona en donde se traza la conversación pública en tiempo real y marca la agenda de activistas y gobiernos.

Sin embargo, Twitter como empresas similares, no pasan por buen momento. Hay evidencia de que las plataformas sociales viven un desplome de popularidad. Un ejemplo es la caída masiva de usuarios y patrocinadores de las mismas que ha afectado a Twitter, pero también a Facebook, Instagram y TikTok. De hecho el año pasado, dichas plataformas sociales cayeron un 65% en un año, lo que no había ocurrido en los últimos cinco años.

Esto no solo tiene que ver con la ley de obsolescencia que es propia de las nuevas tecnologías y en donde las mudanzas y búsqueda de nuevos servicios están a la orden del día, sino también a que parte de la generación X que se integró a Twitter se ha fatigado de las dinámicas de interacción que privan en dichas redes, además los millennials que adoptaron esa plataforma ya tienen entre 27 y 42 años, y consideran que la frescura de Twitter se ha extraviado. Además, las nuevas generaciones quieren usar plataformas diferentes a las de sus progenitores.

Por eso, a pesar de que el polémico Elon Musk se haya hecho con Twitter y prometa que la convertirá en una «verdadera plaza pública mundial», lo cierto es que las plataformas de medios sociales se enfrentan a otras plataformas que las sustituyen como Minds, Mastodon, Gab o Ello. Amén de eso, los podcasts se han revalorizado y convertido en alternativa a las redes sociales ya que permiten a sus usuarios llegar a un público más amplio, y no olvidemos que lo novedoso y fresco hoy es la inteligencia artificial, que seduce a muchos usuarios más que estar enganchado a una red social.

@tulios41

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