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El futuro del IFT

 

Concluido el proceso electoral federal que derivaron en el triunfo electoral de morena y su candidata presidencial, se habla de los posibles escenarios a los que da paso tal resultado. En lo referente a los temas de las nuevas tecnologías y telecomunicaciones, un aspecto mencionado es la desaparición (Plan C) de organismos autónomos, en concreto en este caso hablamos del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). Estamos todavía en espera del anuncio oficial por parte del Trife de saber si morena y aliados tendrán una mayoría calificada en ambas cámaras, pero independientemente de eso vale la pena referirse al papel jugado por el IFT en el desarrollo de las telecomunicaciones en el país.

Creado en septiembre de 2013 como resultado de la reforma constitucional en la materia, el IFT sustituyó a la Comisión Federal de Telecomunicaciones. De esa manera el IFT vino a regular y supervisar las redes y prestación de servicios de telecomunicaciones y radiodifusión en el país. Entre sus funciones están otorgar y retirar concesiones a medios de comunicación, garantizar igualdad de condiciones para la competitividad de los concesionarios, resolver controversias… El IFT en parte es resultado de las demandas y necesidad de contar con un regulador autónomo del sector de telecomunicaciones, encargado de regular y garantizar competencia en el sector de telecomunicaciones y radiodifusión, pero también de contar con una instancia capaz de ofrecer condiciones óptimas de acceso, cobertura, calidad y pluralidad de tales servicios.

El IFT no es una excepción nacional ya que en diversas partes del orbe hay organismos reguladores especializados en telecomunicaciones. Tanto en Europa como en Latinoamérica existen organismos similares abocados a estimular la competencia en el sector, reducir las tarifas de los servicios de telecomunicación y mejorar la calidad de los mismos; asimismo, dichas instancias han implementado políticas que han llevado a una notable expansión de la infraestructura de telecomunicaciones, fomentando la inversión extranjera y mejorando la conectividad en áreas rurales y urbanas.

En el caso concreto del IFT es sabido que ya desde antes del proceso electoral se había hablado de su posible desaparición. Desde las mañaneras se hizo referencia a reformar la Constitución con el objetivo de eliminar, entre otros organismos, el IFT. Pero esa propuesta no ha sido bien vista por distintos sectores: la ha criticado la academia, las organizaciones de la sociedad civil y empresas de telecomunicaciones.

Desde su nacimiento el IFT ha sido importante porque es una entidad reguladora independiente, lo que le permite acordar y tomar decisiones técnicas apegadas a criterios técnicos, de manera imparcial, con el fin garantizar una competencia entre los actores del sector. Con sus vaivenes el IFT ha impedido la concentración, dando paso a diversos competidores y se puede decir que sin ser el mejor mercados de telecomunicaciones, tenemos un entorno de competencia efectiva, en donde han sido beneficiados los consumidores con mejores precios en los servicios que contratan, una mejor calidad en los mismos y una diversificación de la oferta de tales servicios. Ha resuelto controversias entre empresas de telecomunicaciones y consumidores, efectúa un monitoreo del mercado de las telecomunicaciones para identificar y prevenir prácticas anticompetitivas. Ha implementado medidas para proteger los derechos de los consumidores de telecomunicaciones, incluso ha sido importante en favorecer a través de diversos programas la inclusión digital y el acceso a internet en zonas marginadas.

Pero también sería incompleto si no se refieren que para algunos en el IFT domina la lentitud en la toma de decisiones, lo que ha retrasado la implementación de medidas importantes para el sector; se cuestiona que su independencia no es tal, ya que sus integrantes son designados por el presidente de la República, que lo ideal sería que los mismos fueran nombrados por entidades especializadas en la materia y su designación no pasara por el Congreso; no destaca por su transparencia en algunos procesos, como la asignación de espectro radioeléctrico, que si bien es un tema muy especializado no se transparenta lo suficiente para que la ciudadanía pueda entender lo que está en juego; que en varios casos se ha inclinado por favorecer a las grandes empresas de telecomunicaciones en detrimento de los competidores más pequeños, impidiendo la diversidad que supuestamente demandan los consumidores; tampoco faltan las críticas al IFT por ser ineficaz en la resolución de algunas controversias entre empresas de telecomunicaciones y consumidores; otros invocan que el IFT ha impuesto una regulación excesiva al sector, lo que ha desalentado la inversión; desde la sociedad civil se reclama que el IFT no se comunica con dicho sector y que es reacio a dar mayor espacio de participación ciudadana en la toma de decisiones.

Lo cierto es que todo ente autónomo es mejorable e incluso aunque sea perfeccionado nunca dejará satisfecho a todos: siempre habrá quienes salgan afectados con la actuación de un organismo como el IFT y se le cuestionará. En todo caso, lo cierto es que desaparecer el IFT sería un retroceso en un sector de telecomunicaciones que requiere seguir acabando con la concentración. Desaparecerlo causaría incertidumbre, generaría desconfianza en inversionistas nacionales e internacionales. Además, no olvidemos que en este campo en donde los avances tecnológicos están a la orden día, y en donde existe un mercado pujante, el mercado regulatorio debe ser estable para garantizar inversión, sobre todo en un país como México que si por algo destaca es por carecer de infraestructura.

La experiencia internacional refiere la importancia de estos organismos reguladores especializados e independientes. Su extinción en México sería un grave error resultaría en consecuencias negativas para el desarrollo económico y tecnológico de nuestro país, pero también para los mismos consumidores. Como reflejo del papel que ha jugado este organismos tenemos que ha sido reconocido internacionalmente por su trabajo en la promoción de la competencia y el desarrollo del sector de las telecomunicaciones. En 2019, la OCDE reconoció al IFT como uno de los reguladores de telecomunicaciones más efectivos del mundo.

Lo sensato sería que las políticas en materia tecnológica debieran ser algo que se determine con base en las prioridades del país, pero en este terreno ahora la 4T parte de la idea de que todo tiene que arrancar desde cero, pero todo lo que ha tocado lo ha destruido o lo ha sumido en un severo retroceso. En el caso del IFT, la propuesta de la hoy presidenta virtual de este país establece que modificará los artículos 27 y 28 constitucionales para que la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes se haga cargo de las actividades del IFT. También se habla de crear una Agencia de Gestión e Innovación Pública que se encargará de ejecutar la Política Nacional de Simplificación y Digitalización de Trámites y Servicios.

El IFT goza de reconocimiento internacional, pero eso es lo que más determina su eliminación para el oficialismo. Por eso para quienes pensaban que lo que se requiere en México es una secretaría o ministerio de Innovación y Tecnología, mejor que se queden sentados esperando porque en los tiempos dominados por los ivermectinos nada bueno le espera a dicho sector.

@tulios41