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Apenas se cumplió un mes de que Claudia Sheinbaum ganó la elección presidencial y ya se están mostrando las diferencias al interior del partido-movimiento dominante. Así suele suceder en los procesos de cambios sociales, los cuales no son fáciles.

Las diferencias entre dirigentes de la 4T y Gerardo Fernández Noroña son un ejemplo. Como es bien sabido, el senador electo hizo pública su idea de que, siguiendo los acuerdos planteados por el presidente López Obrador antes de la elección, a él le correspondía coordinar el grupo de senadoras y senadores de Morena. El presidente López Obrador respondió que ese era un acuerdo entre militantes de Morena y que Fernández Noroña formaba parte de la alianza representando al PT.

Me parece curioso el planteamiento. Para mí, es claro que se trata de un tecnicismo para no hacer referencia al trasfondo político del asunto: la dirigencia tiene una idea de cómo debería realizarse este trabajo, la cual no incluye un perfil como el de Noroña (más combativo que negociador).

El tema es que, más allá de esos tecnicismos, el acuerdo sí incluía que quien quedara en segundo lugar en la encuesta para definir candidato o candidata a la presidencia ocuparía la coordinación del Senado. Dado que ese lugar fue ocupado por Marcelo Ebrard (quien estará en el próximo gabinete), la petición del tercer lugar ⎯Noroña⎯ parece bastante sensata.

Las encuestas pueden ser un buen método para que la gente se involucre directamente en los asuntos públicos. El problema es que no sólo deben ser realizadas, sino también escuchadas, reflexionadas y respetadas. En este caso, la encuesta muestra que Fernández Noroña es una figura más cercana a sectores populares que Adán Augusto López, quien se perfila como el coordinador de Morena en el Senado y ocupó el cuarto lugar en la encuesta (por detrás de Noroña).

Una de las prácticas discursivas con las que la 4T pretende justificarse es su cercanía con los más desfavorecidos. Por ello, el principal lema del movimiento Lopezobradorista es “Por el bien de todos, primero los pobres”. Gran frase, muy acertada. Sin embargo, queda la duda sobre si ese protagonismo también incluye una influencia directa en las decisiones públicas.

Debería ser así, claro. El tema es si realmente está sucediendo o cuál es el lugar que ocupa dentro del proyecto de cambio de régimen llamado Cuarta Transformación. Ejemplos como la negación a que Fernández Noroña ocupe la coordinación de senadoras y senadores de Morena me parecen un indicio de que, en ocasiones, las opiniones de las mayorías no son respetadas.

Al observar este panorama, surge una duda sobre la manera en que se toman los acuerdos al interior de la 4T: ¿las encuestas realmente influyen? Si bien se promueve una imagen de inclusión y consideración de los sectores populares, la realidad muestra que, en ciertos aspectos, hay decisiones donde un pragmatismo problemático con valores y prácticas de izquierda juega un papel más predominante. Desde mi perspectiva, el mensaje es claro: en algunas cosas, nosotros sabemos cómo vamos a manejar la situación y no vamos a escuchar, aun si hay protestas o diferencias.

Es crucial que hagamos una reflexión profunda sobre estos aspectos. La inclusión y la representación de las voces populares no deben ser sólo una herramienta retórica, sino una práctica real en la toma de decisiones. Creo que, en ese sentido, el mejor papel que podrían jugar las bases es ser vigilantes de las decisiones gubernamentales. Para maximizar los proyectos de cambio (siempre tan complejos), cada grupo social debe cumplir con ciertas funciones. A mi parecer, el papel de los sectores populares es el de la atención y presión para cumplir con los objetivos planteados.

El reciente desacuerdo sobre la coordinación del Senado revela tensiones y desafíos internos que debemos tomar muy en serio. Nos guste o no, de eso depende buena parte del futuro del país.

Entiendo la necesidad de, en ciertos momentos, actuar de manera más pragmática que ideológica. Las características del contexto actual nos obligan a ello. Sin embargo, también creo que en la exclusión de Noroña claramente no se respetó la voluntad popular, con lo peligroso que eso puede ser para los proyectos políticos de izquierda.

*Profesor de Tiempo Completo en El Colegio de Morelos. Doctor en Estudios del Desarrollo por el Instituto Mora.