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Primera Parte

 

Nuevamente ronda el prejuicio epistémico acerca de la crucial importancia que tiene elaborar análisis y reflexiones desde la filosofía y las ciencias sociales respecto del uso y generación de inteligencia artificial. Se impone, parece ser, nuevamente una especie de supremacía del positivismo y las ciencias fácticas, lo medible, la recurrencia a la matematización y a lo cuantificable; cuestiones que, en su empecinamiento por dejar del lado las áreas de pensamiento a las que les corresponde interrogar por los usos de la tecnología, generan un gran rezago en la construcción y el diálogo inter y transdisciplinar que nos exige este momento y condiciones del mundo.

Lo diré en términos en que lo explica Heidegger en sus diversos textos, dos de ellos muy importantes para el tema: La época de la imagen del mundo y La pregunta por la técnica. El primero, en términos bastante simplificados, señala cómo en la época moderna y a través del uso de las diversas técnicas y la intervención de la ciencia se representa al mundo, a su vastedad de fenómenos, en imágenes; y esto significa una especie de objetualización de la realidad. Un claro ejemplo es el recorrido de los medios de comunicación que han superpuesto la imagen televisiva por encima de la experiencia de otros sentidos. Ahora en esa cúspide no están los mass media sino las redes sociales. Las imágenes de la realidad virtual son ahora el recorte del mundo donde se revela la experiencia. La representación de la cotidianidad la encontramos ahí. En un futuro no lejano, ¿seremos capaces de encontrar otras maneras de representar la realidad y a nosotras/os mismas/os?

Luego, en el segundo texto, de la riqueza de análisis que nos presenta quedémonos con lo siguiente para esta reflexión: la ciencia es una práctica que “descubre” una parte del mundo con herramientas que ella misma ha creado para realizar ese descubrir. Es decir, solemos pensar que la ciencia, por el estatuto y el valor que le hemos dado en tanto que revela conocimientos comprobados, que a su vez han pasado por procesos de experimentación y manipulación generalmente en laboratorios (por lo que se refiere a las ciencias fácticas), es un modo del conocimiento infalible, seguro y libre de todo error. Lo que Heidegger destaca es que esos modos específicos de producir o descubrir conocimientos son regiones del ser. Una parcela de realidad que se descubre en función de las herramientas y, hasta cierto punto, de la predisposición que tenemos al realizar ese descubrir.

Lo anterior, si lo pensamos en los términos en que se crea y produce la tecnología, en este caso particular, la inteligencia artificial, diríamos que esta representa el camino, los rieles o el andamiaje bajo los cuales se fue construyendo la ciencia y la tecnología en una relación casi de fusión. Que esto se vea plasmado en la edificación de la ciencia y la tecnología como hoy las conocemos, es decir, en la tecnociencia, no quiere decir que no existan otros modos de producir conocimientos ni otras formas de allegarnos de la realidad; o de las múltiples realidades posibles que implica la vastedad de fenómenos y posibilidades del universo.

Entonces, ¿qué disciplinas serían las encargadas de elaborar estas preguntas?, ¿de interrogar acerca no solo de los fines sino de los recursos y de las formas en que se produce una tecnología como lo es la inteligencia artificial, que busca emular procesos cognitivos humanos? Precisamente la filosofía y las ciencias sociales.

Y no es que por ello debamos prescindir de las ciencias fácticas o de aquellas que producen directamente este tipo de tecnologías. Pues ellas corren bajo ese andamiaje que hoy no encuentra un posible freno. Lo que sí debe ponerse de relieve de manera urgente es tanto la vigilancia como la interrogación a cargo de la filosofía y las ciencias sociales toda vez que la inteligencia artificial está incidiendo, más que ninguna otra tecnología antes de ella, en el terreno de las relaciones sociales, de la configuración de la realidad y de la vida en su conjunto. Tarea imprescindible de las disciplinas encargadas del pensamiento.

*El Colegio de Morelos/Red Mexicana de Mujeres Filósofas