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Es cierto que el siglo XXI se caracteriza por el Big Data, manejo de grandes volúmenes de información de datos, que ente la incertidumbre con el Big Data se puede aproximar a la construcción de certezas. Al parecer todo mundo anda en busca de datos, especialmente, los equipos de los candidatos para armar sus proyectos, planes, estrategias, tácticas, propuestas y discursos de campaña.

Los datos se manejan como estrategias políticas para, mentir, confundir, disuadir, engañar, manipular, ocultar y convencer o esclarecer el entendimiento. Esta circunstancia genera en el ciudadano y en la sociedad una especie de vértigo y confusión, los cuales deja al ciudadano en un estado de vulnerabilidad y preso de sus sentimientos, conveniencias e intereses.

Todo mundo se mueve en torno a obtener algún beneficio: los empresarios buscan incrementar sus ganancias, los sindicatos mayores prestaciones, los maestros una plaza, los intelectuales escribir un libro y con ello obtener dividendos y fama, los científicos buscan descubrir conocimientos nuevos que los lleven al premio Nobel y fama, los políticos buscan el poder a toda costa y con el beneficiar a sus cuates, camarillas, familiares e imponer, en el mejor de los casos, su visión de Estado, buscan la notoriedad y pasar de político pobre a político rico o inmensamente rico.

Por ello, los ciudadanos, también, buscan obtener algo del candidato de sus preferencias; unos buscan trabajo, otros puestos y posiciones políticas de relevancia, otros buscan tener un amigo en el poder que les ayude en caso de alguna emergencia o presumir sus vínculos o relaciones políticas, los más buscan mantener sus privilegios, dígase programas sociales, etcétera, etc…

Todo mundo pensamos en el beneficio propio, me parece, que, en estas elecciones atípicas y disyuntivas, por un momento nos desprendamos de nuestros interesen personales y pensemos en el interés de la patria y meditemos nuestro voto con responsabilidad y elijamos al mejor proyecto antes de que sea demasiado tarde.